La tregua de la CGT enfrenta su primer desafío por protestas para reabrir paritarias y frenar despidos
Uno de los resultados inesperados de las PASO es la forma acelerada en la que la grieta se ha ido desdibujando. El fenómeno tomó cuerpo en las medidas de contención social que empezó a aplicar un Macri necesitado de votos, la orden de controlar el dólar sin quemar reservas y las señales de acercamiento mutuo con Alberto Fernández. Uno de esos gestos que no pasó desaparecibido en la CGT fue el llamado de Dante Sica a algunos de sus dirigentes para invitarlos personalmente al Consejo del Salario, convocado para este jueves.
En medio de la crisis abierta por la derrota electoral y la reacción de los mercados, que el sábado se llevó puesto al ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, el Gobierno leyó finalmente el cambio de escenario político y tomó nota de la señal enviada por los sindicalistas esta semana al descartar el lanzamiento de cualquier de medida de fuerza.
No es poca cosa: la mesa chica renovó en su reunión del miércoles la tregua con Macri y evidenció así su preocupación por atravesar las turbulencias generadas por la abrupta devaluación para llegar a las elecciones de octubre, sin sobresaltos políticos.
El argumento en la central obrera es la necesidad de preservar la gobernabilidad. Si bien los sindicalistas consideran insuficientes y tardías las medidas anunciadas por el Presidente, el vértigo provocado por la crisis los convenció de "no hacer olas".
"La devaluación genera intranquilidad e incertidumbre, es necesario acompañar la institucionalidad para que Macri termine el mandato y entregue el poder como corresponde", explicó el titular de la Asociación Obrera Textil, Hugo Benítez, uno de los que participó de la reunión de mesa chica, que volverá a reunirse este miércoles.
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El nuevo escenario apaciguó los ánimos también en los sectores duros, encabezados por el bancario Sergio Palazzo y Hugo Moyano, que ya en la semanas previas a las primarias habían congelado sus acciones de protesta.
"Somos anti Macri, pero tampoco vamos a tirarlo por la borda, somos orgánicos a la constitución", explican cerca de Moyano. De esa manera ratificaron la máxima peronista de "desensillar hasta que aclare", al menos hasta se disipe la atmósfera provocada por el golpe devaluatorio, que gatilló una nueva ola de remarcación de precios y la suspensión de operaciones en algunas actividades, en medio de despidos y suspensiones.
Neutralizar protestas
Con el despligue de esa virtual red de contención, el sindicalismo peronista se anticipó en forma preventiva a las señales de conflictividad social que comenzaron a asomar en el horizonte. Por estas horas, un sector de los metrodelegados, la seccional del gremio de docentes Suteba de La Matanza y el sindicato del neumático (Sutna) reclama la reapertura de paritarias, junto con el aumento de salarios y jubilaciones y la ocupación de todo establecimiento que despida.
Los puntos integran el pliego de la movilización que dichas organizaciones, vinculadas al Frente de izquierda, llevarán a cabo este jueves a las 18 a la Plaza de Mayo.
El objetivo de los denominados "gremios combativos" y un sector de la CTA de los Argentinos es presionar a la CGT para que defina un paro de 36 horas y rompa el actual estado de "inmovilización". Con ese fin, la jornada que comenzará a las 15 con una concentración en el Obelisco hará un alto en la sede de Producción y Trabajo en Alem al 600, en donde estarán reunidos los representantes de las centrales obreras, las cámaras empresarias y el Gobierno para negociar el nuevo salario mínimo, hoy de $12.500.
La protesta además de apuntar a Macri también es un mensaje hacia Alberto Fernández, a quien cuestionan por convalidar el dólar a 60 pesos.
La reacción negativa de los mercados, una de las peores caídas en la historia de la bolsa argentina, facilitó el miércoles pasado el acercamiento entre ambos. Desde la llamada telefónica de Macri a Fernández, el dólar bajó de $60 a $57, luego de subir en solo tres días más de un 30%.
Pero también influyó en la oposición el temor a ser acusada de desestabilizadora y poner en riesgo una elección que ya consideran ganada. Elisa Carrió lo sugirió en su discurso explosivo durante la reunión de gabinete ampliado, donde advirtió que iban a sacarlos "muertos de Olivos", en una referencia al 2001 según la interpretación posterior del diputado Fernando Iglesias.
No fue la única en tocar un tema tabú para los políticos. El fantasma del helicóptero sobrevoló además entre sindicalistas y empresarios cercanos a Fernández, que jugaron un rol protagónico en los acontecimientos previos y posteriores a esos hechos. Moyano todavía carga con el estigma que algunos le achacan de haber empujado a la Alianza al precipicio.
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El 13 de diciembre de 2001 la CGT disidente, comandada por el camionero, protagonizó euna huelga general junto a la CGT de Rodolfo Daer, la CTA, los piqueteros y partidos de izquierda, una semana antes del Estado de sitio y la caída de Fernando de La Rúa. Pero en el ámbito privado también recuerdan que Moyano y Daer fueron claves en el pacto social sellado luego con el gobierno de Eduardo Duhalde.
Apenas un mes después de la rebelión del 19 y 20 de diciembre, Moyano y Eduardo Escasany (Banco Galicia) se sentaron en un mismo panel en la conferencia de la UIA.
"Podemos repetir esa experiencia", dice ahora un exfuncionario que gestionó tras bambalinas dicho entendimiento. Sin ánimos de revivir los hechos de diciembre, ese clima de conciliación ya empezó a gestarse ahora con la decisión del grueso del sindicalismo de mantener las calles despejadas hasta octubre. Incluso por quienes en el último tiempo criticaron a la CGT por no adoptar medidas. Dentro de ese grupo, el maestro Hugo Yasky realizará un congreso este miercóles en el que definirá los próximos pasos a seguir.
"No queremos darle argumentos a la derecha del país, el Gobierno necesita justifiticativo para victimizarse y nosotros queremos echarlo por el voto", explicó el titular de la CTA de los Trabajadores.
Para descomprimir tensiones, el Gobierno anunció el miércoles la eliminación del IVA a la canasta básica, la convocatoria al Consejo del Salario y la modificación del impuesto a las Ganancias, junto con un bono para trabajadores privados y estatales, una mejora en los planes sociales y el congelamiento de las naftas, que generó choques con el sector petrolero.
La CGT cuestiona varios puntos: el descuento de $2.000 en aportes personales deja afuera a los asalariados privados que perciben más de $60.000 brutos y el bono a estatatles de $5.000 no alcanza a docentes ni ferroviarios, entre otros rubros.
Pero la cautela es la premisa que alientan desde el espacio de Fernández. En esa línea, el candidato recibió a Marcos Galperin. El CEO de Mercado Libre fue uno de los empresarios que militó con fuerza el voto a Macri y protagonizó duros cruces con Palazzo y el líder de la CTEP, Juan Grabois.
El diálogo con los CEOs, que incluye a los banqueros, va en sintonía con el acuerdo social previsto por el candidato del Frente de Todos para "coordinar" precios y salarios a partir de diciembre. La propuesta figura en la agenda "urgente" elaborada por el exministro de Trabajo Carlos Tomada. "Es claro que empieza a instalarse cierto consenso entre los principales actores y que es necesario para el futuro del país", aseguran cerca de Tomada.