La apuesta del comando macrista: que Lavagna termine poniéndole un techo al voto neo-kirchnerista
Con la mirada puesta en las PASO y todas las calculadoras electorales echando humo, hay una pregunta crucial que se hacen en todos los bunkers de campaña: ¿a quién le "roba" más votos la fórmula Roberto Lavagna- Juan Manuel Urtubey?
Algunos primeros análisis que circularon en los medios apuntaron a que el más perjudicado sería Mauricio Macri, porque Lavagna tiene un perfil diferenciado del kirchnerismo pero al mismo tiempo es crítico de la gestión macrista y, por lo tanto, podría fungir como una forma de canalizar a los votantes "decepcionados" de Cambiemos.
Sin embargo, con el correr de las horas, empiezan a aparecer datos en el sentido opuesto. De hecho, la gran apuesta que hacen en el comando de la campaña macrista es que finalmente Lavagna será funcional a la fórmula oficialista, de la misma manera que en 2015 la candidatura de Sergio Massa fue fundamental para el triunfo de Macri.
Y lo cierto es que una de las estrategias irrenunciables del "gurú" Jaime Durán Barba siempre fue la de posibilitar un tercer espacio electoral, de manera de que allí se dividiera el voto peronista. Y, explícitamente, se mostró en contra de una alianza que dejara a Cristina Kirchner enfrentada con el resto del arco político.
En una reciente columna periodística, el politólogo ecuatoriano recuerda cómo "desde hace muchos años los líderes alternativos han derrotado a las coaliciones del establishment formadas por medios de comunicación y partidos políticos". Y enumera una larga lista de ejemplos de varios países en los que las coaliciones que parecían representar a las corporaciones perdieron contra los que surgieron como líderes alternativos.
Por si quedara alguna duda, Durán Barba plantea sin medias tintas: "Un frente de unidad de sus adversarios aseguraría un triunfo contundente de Cristina Fernández".
Es por eso que, al contrario de lo que muchos creen, el macrismo nunca quiso la implosión del espacio que una vez fue Alternativa Federal. Quienes sí querían que ese espacio se atomizara eran los estrategas del kirchnerismo, que soñaban con una gran coalición panperonista que finalmente no pudo cuajar tal como se la había previsto.
El propio Alberto Fernández había hecho un llamamiento en el cual mencionó explícitamente a Massa y al gobernador cordobés, Juan Schiaretti, que acababa de ser reelecto por una mayoría arrolladora.
Pero todas las señales apuntan a que Schiaretti jugará a favor de Macri. Tuvo una actitud prescindente en la división final de Alternativa Federal, no aprueba la actitud de Massa y, además, todos saben que tiene una mala relación personal con Lavagna. Ergo, la versión que más consenso despierta en el ámbito político es que el cordobés irá con "lista corta" en su provincia, lo cual se interpreta como un guiño para que sus seguidores voten por la fórmula Macri-Pichetto.
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La "herencia" del voto massista 2015
El protagonismo de Massa en la vida política argentina viene dado por el 21,39% de los votos que logró en la primera vuelta de las presidenciales de 2015. Eso no sólo lo puso en carrera para buscar la candidatura ahora, sino que dejó en claro que existía un espacio político con un tamaño respetable que, en una situación de paridad, podía constituirse en árbitro de la elección.
Eso es, de hecho, lo que ocurrió en la segunda vuelta de 2015. En aquella ocasión, Macri pudo sumar 17 puntos entre la primera vuelta y la segunda, mientras que Daniel Scioli sólo creció 11 puntos porcentuales. La conclusión fue evidente: en contra de lo que algunos creían, el votante de Massa se volcó mayoritariamente hacia Macri.
Cuatro años después, el gran interrogante es cómo se comportará el votante que en 2015 había acompañado a Massa. Y la realidad que muestran las encuestas es que el tigrense perdió mucho de su caudal de votos.
Los sondeos difieren entre sí, pero no hay ninguno que le asigne una intención de votos de dos dígitos. Y las encuestas más recientes –es decir, las hechas ya con la confirmación de la fórmula Macri-Pichetto y del acuerdo de Massa con Alberto Fernández- apuntan a que su caudal llegó a un mínimo.
El Monitor de opinión pública de Oh! Panel, que medía una intención de voto de 4%, marcó una caída a 2% luego de estos eventos.
En paralelo, Lavagna también sufrió una merma que lo dejó en 6%, mientras que Urtubey aparecía con 1%. Aunque la consultora aclara que, al momento del sondeo, todavía no se conocía la noticia sobre que ambos compartirían fórmula.
La apuesta es que, ahora con la fórmula oficializada, comience a verse un crecimiento.
"Yo estoy convencido de que podemos construir fuera de una dialéctica Macri o Cristina. Hemos privilegiado el cuidado de la coherencia y la palabra de salir de la grieta porque la mitad de los argentinos están hartos de Mauricio Macri y de Cristina Kirchner por igual", dijo Urtubey al fundamentar su decisión de permanecer en un espacio alternativo.
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Según fuentes cercanas a ese espacio, Lavagna se fija como objetivo de mínima crecer hasta un 12% del electorado. Una meta que hoy parece lejana, pero que acaso no sea imposible si se logra recrear la sensación de que hay un espacio "del medio" que es competitivo.
Una de las espadas con las que espera crecer el ex ministro es Graciela Camaño, una figura muy destacada del espacio de Massa, que rompió con el tigrense tras marcar con claridad que su límite era el acuerdo con el kirchnerismo. En las últimas horas se habló de Camaño como posible candidata a la gobernación de Buenos Aires o como primera en la lista a diputados.
En todo caso, sería un refuerzo que dotaría al espacio de Lavagna del mismo tono de peronismo no K que había tenido Massa en 2015.
Por otra parte, Lavagna apuesta a un acuerdo con el socialismo que tiene su cuartel general en la provincia de Santa Fe. Esto, más el apoyo de Margarita Stolbizer y del "ala izquierda" de la Unión Cívica Radical, refuerza un perfil "progresista" que puede erosionar el caudal del voto kirchnerista.
Canalizando el "voto castigo"
La expectativa en el bunker de Macri es que, en definitiva, Lavagna le reste votos a Fernández-Fernández. Su análisis es que hay una porción del electorado que quiere ejercer un "voto castigo" al Gobierno por la crisis económica, pero que no quiere al kirchnerismo.
Si se diera un escenario de polarización absoluta, sí existe el riesgo de que haya un traspaso de votos hacia el espacio neo-K. Pero que mientras haya alternativa, allí se canalizará ese descontento.
El propio Massa lo entendió así, y no quiso repetir su rol del 2015. "Si nosotros nos quedábamos, éramos funcionales al interés de Macri", argumentó Carlos Selva, dirigente del espacio de Massa, al justificar el acercamiento al kirchnerismo.
En otras palabras, que más que erosionar a Macri, lo que hace la candidatura de Lavagna es ponerle un techo al crecimiento de Fernández-Fernández.
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De hecho, la intención de voto para esa dupla viene estancado en torno de 39%, que es el nivel que tenía ya antes de que Cristina Kirchner anunciara su paso al costado. El objetivo del kirchnerismo es llegar al 45% ya en la primera vuelta para consagrarse ganador, porque cree que sus chances decrecerán en un escenario de balotaje.
Como para reforzar esa visión, las declaraciones de campaña de Lavagna parecen competir con las del espacio kirchnerista.
"La forma de salir adelante tiene mucha similaridad a la del 2001", dijo el candidato en una gira en la cual visitó industrias en Mar del Plata.
"Hay que recomponer ese matrimonio, que se tiene que dar en simultaneidad, entre consumo, dándole plata a los argentinos, e inversión, bajando los impuestos", agregó, con lo cual generó la inmediata respuesta crítica en las redes.
Por caso, Ramiro Castiñeira, director de Econométrica, una consultora históricamente emparentada con la UCR, "chicaneó" en Twitter: "¿Pisará nuevamente la jubilación arriba de la mínima otros 4 años? ¿O pisará las tarifas otros 4 años? Hay que avisarle que esa receta terminó en millonarios juicios al Estado (que hoy paga la reparación histórica), y pisar tarifas, en destruir el sistema energético".
Ese es el tono que se insinúa para la campaña electoral: el macrismo intentará marcar coincidencias entre Lavagna y el kirchnerismo, de manera que el votante enojado pueda ver allí una opción de voto.
Y como complemento de esa situación, la presencia de Pichetto busca recuperar a parte de los votantes peronistas que en 2015 habían sufragado por Macri en la segunda vuelta. "Va a haber mucho peronismo detrás de Macri", es la frase que resume la nueva polarización en la que el eje ya no es partidario sino de concepciones de país.
Sin embargo, persiste un factor que sí implica un riesgo de pérdida de votos para el macrismo. No es Lavagna sino José Luis Espert. Las mediciones marcan hasta un sorprendente 5% en intención de votos. Y en ese caso sí, no hay dudas de que se trata del "ala liberal" del macrismo que quedó decepcionada por el gradualismo de la gestión.
La apuesta de Durán Barba es que, conforme pasen las semanas y se revele la paridad de la elección, parte de esos "espertistas" terminarán por votar a Macri, dominados por el temor de un regreso del kirchnerismo.