POLÍTICA EXTERIOR

La reunión cumbre con Bolsonaro, una foto incómoda pero inevitable para Macri en plena campaña electoral

El líder brasileño visitará al Presidente en la Argentina en un momento político delicado. Qué busca negociar durante el encuentro
POLÍTICA - 03 de Junio, 2019

Cuando el jueves próximo el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, aterrice en Buenos Aires, y se encuentre con Mauricio Macri, se dará una foto inevitable pero incómoda.

Inevitable, porque es clave que un país como la Argentina tenga una relación fluida con su mayor socio comercial y el principal destino para las exportaciones nacionales.

Y muy importante en un contexto en el que la industria automotriz local cruje por la crisis y Brasil, en tanto comprador y fabricante de vehículos, puede ser una oportunidad para expandir ventas pero también un competidor a la hora de captar futuras inversiones.

Pero también es una foto incómoda para Macri que, en plena campaña electoral, está recibiendo el apoyo pleno de Bolsonaro. Por cierto, pocas veces se vio en un proceso electoral tanta injerencia por parte de un presidente extranjero.

Bolsonaro ya hizo ocho referencias a los comicios argentinos durante diferentes discursos públicos. Y en todos los casos tuvo palabras muy duras para con Cristina Fernández, a quien llegó a llamar "Dilma Kirchner" y sobre quien alertó que va a convertir al país en Venezuela en caso de ganar las elecciones.

No es común, como se decía, que un mandatario de una nación tan relevante tome partido de esta manera. Y puede ser incómodo en tanto y en cuanto Bolsonaro es una figura extremadamente controvertida.

Desde que estuvo en campaña, el ahora presidente de Brasil no ahorró conceptos misóginos. Tampoco evitó realizar comentarios homofóbicos y, además, siempre se mostró como un mandatario a favor de la mano dura.

Bajo la visión de Raúl Ochoa, quien formó parte del think tank en el marco del último G20, "políticamente a Macri la foto con Bolsonaro le suma muy poco. Incluso le puede restar, por las propias definiciones del presidente de Brasil, que dijo que espera que continúe en el poder un gobierno de centroderecha, refiriéndose a la gestión de Cambiemos".

"Este tipo de declaraciones no suman para el electorado, porque el discurso de Bolsonaro, al hablar de derecha, izquierda o comunismo, atrasa varias décadas", agrega el experto.

Por lo pronto, organizaciones sociales y hasta sindicatos convocaron una Jornada de Resistencia en repudio a la visita del presidente brasileño. La misma tendrá lugar el jueves por la tarde en Plaza de Mayo.

Este clima se da en un contexto en el que la mayoría de las encuestadoras da a Cambiemos por debajo de la fórmula de Unidad Ciudadana en primera vuelta, mientras que los sondeos están repartidos sobre las posibilidades que tiene la actual gestión de imponerse en un eventual balotaje.

"Es cierto, hay mucha gente a la que no le gusta la figura de Bolsonaro. Una buena parte de la opinión pública aquí no lo quiere y la prensa argentina, en general, tampoco lo apoya", plantean desde la consultora Center Group.

"Se lo acusa de ser misógino y de muchas otras cosas más. Pero en definitiva vemos que desde el punto de vista institucional es positiva una foto entre ambos mandatarios, al tratarse de dos países tan próximos y con una relación estratégica", agregan.

Una visita con varios pedidos

Pero, más allá de la incomodidad que genera su figura y la posibilidad de que lance declaraciones altisonantes en territorio argentino en un momento tan delicado como es la previa electoral, se suma otro dato para nada menor: que el equipo de Bolsonaro viene con la intención de tocar temas un tanto álgidos para el macrismo.

"Hay mucha expectativa, porque ya está acordado entre todos los países del Mercosur la reducción del Arancel Externo Común. Esto fue acordado y Macri también está de acuerdo, pero el Gobierno no está en condiciones de decirlo abiertamente porque esto implicaría menos protección para la industria local. Es un punto que, hasta después de las elecciones, no se puede hacer público", plantean desde Center Group.

El AEC es esa suerte de "malla protectora" de aranceles que, con ciertas diferencias entre los países miembro, trata de dar uniformidad a los tributos que deben abonar los productos que ingresan por fuera del bloque, de modo de dar certidumbre a las industrias y a los flujos de inversión que operan dentro del Mercosur.

El macrismo está a favor de una reducción, pero que esté más enfocada en la desgravación de insumos y materias primas para completar procesos industriales. Sin embargo, en el Gobierno inquieta el "shock" que pretende Bolsonaro, que viene avanzando con una agenda de modernización del bloque.

"Hay en el Mercosur una idea de avanzar con una reducción profunda de los aranceles. El promedio del bloque es del 11% y Brasil lo quiere llevar al menos a la mitad: un 5,5%. Incluso, si puede, la idea es bajarlo todavía más. Es una reducción enorme, pero porque en el país vecino entienden que es una medida que contribuye a la globalización de su economía", plantea Elizondo.

"Brasil quiere vincularse de manera estratégica con el mundo, es un cambio de visión. No pretende ser el más grande de la región. Quiere sentarse de igual a igual con las grandes potencias", agrega.

En la práctica estarían en revisión los aranceles de unos 10.000 productos y la idea de Bolsonaro es llevar el AEC a los mismos niveles que Chile o México.

Pero, ¿cuál es la postura de Cambiemos sobre este tema? Según Elizondo, "ideológicamente están a favor de reducir estos aranceles. Pero en plena campaña van a tratar de patear el tema y no hacer ninguna referencia. Porque cualquier mención sobre los aranceles puede generar la reacción automática de la UIA y de diversos sectores industriales, en un contexto donde está en debate el tema del desempleo".

"Además, implicaría una menor recaudación por importaciones y es un lujo que no se puede dar este año. Así que el Gobierno a lo que aspira simplemente es que no se le desmadre la agenda y seguir como está hasta después de las elecciones. Después verá", agrega el experto.

En este contexto, el acuerdo Mercosur-Unión Europea también ocupará un lugar importante en la cumbre que tratarán en Buenos Aires. Sin embargo, los funcionarios brasileños dejaron en claro que es prioridad avanzar con la reducción de aranceles antes de negociar un acuerdo con otros bloques.

Por eso, hay mucha expectativa sobre la estrategia a la que echará mano el macrismo: ¿se oficializará la decisión de que se trabajará en una baja abrupta del AEC, con el riesgo de una arremetida de los industriales? Es una delgada línea roja: comunicar algo por el estilo, en un contexto de crisis, podría generar que incluso una medida positiva –como sería el hecho de bajar aranceles a insumos que no se producen en el país- se convierta en una suerte de bumerang.

En paralelo, la agenda también tendrá espacio para comunicar buenas noticias: según trascendió en medios brasileños, se espera que se cierren tres acuerdos: uno con el que se reiniciarán los diálogos para la construcción de represas en el Río Uruguay y otros dos sobre integración energética y bioenergía.

Una economía con muchos interrogantes

Las proyecciones sobre el PBI del país vecino son cada vez menos alentadoras. Y esto ya está impactando en los números.

Según reveló esta semana el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, la economía de esa nación se contrajo un 0,2% en el primer trimestre del año.

Esto es preocupante, dado que se trata de la primera caída tras haber dejado atrás la recesión de 2015 y 2016.

Además, el relevamiento de expectativas que todas las semanas publica el Banco Central de ese país también refleja el mayor pesimismo: el último informe incluyó el decimotercer ajuste consecutivo, con una estimación de crecimiento del PBI de apenas 1,23%.

Hasta el propio ministro de Economía, Paulo Guedes, reconoció que la expansión iba a ser mucho menor a la prevista: en enero, la administración Bolsonaro preveía un avance del 2,5% y ahora la proyección oficial habla de una expansión mucho más tibia, del 1,5%.

Ahora, esta caída que tuvo lugar en el primer trimestre empuja a más analistas a cuestionarse si Brasil está ingresando en un preocupante camino de depresión económica.

Y esto está impactando en las exportaciones nacionales: hacia ese destino, las terminales enviaron casi 46.200 autos, unos 8.000 menos que entre enero y abril de 2018.

Pero las caídas de las ventas a ese destino son generalizadas: manufacturas de metal (-22%), productos plásticos (-18%), químicos (-11,5%) y máquinas y aparatos (-2%), son otros rubros que se están viendo afectados.

"Hay varias razones que explican el menor dinamismo de la economía brasileña: caída de los precios de exportación y los problemas para avanzar con la ambiciosa reforma previsional, que lleva a la reforma fiscal y que los inversores están esperando para tomar decisiones", enumera Elizondo.

"El problema es que a Bolsonaro le está costando mucho. La negociación política le está resultando muy difícil. Incluso hay diferencias dentro de su propio gobierno. Por eso en Brasil se planteó una agenda muy ambiciosa pero que está siendo sometida a la viabilidad del proyecto político", agrega.

Desde Center Group señalan que "cuanto menos crezca Brasil, más afectadas se verán las empresas que apostaban ese país como la tabla de salvación, comenzando por las automotrices".

"La realidad es que había mejores expectativas para este año. Pero mientras no avancen las reformas, seguirán retrayéndose planes de inversión", completan.

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