La estrategia de comunicación del macrismo: distinguir entre una pobreza transitoria y una estructural
No por esperada, la noticia dejó de dolerle al Gobierno: con la cifra de pobreza difundida ayer por el Indec, se vuelve prácticamente al punto de inicio, ese que Mauricio Macri dijo que aceptaba tomar como parámetro para que fuera evaluada su gestión.
El 32% correspondiente al segundo semestre del año pasado está a corta distancia de aquel 32,2% que se había medido al inicio de 2016, tras el shock de la primera devaluación y el primer envión inflacionario del período macrista.
Y, como corresponde a una Argentina en año electoral, el dato es la principal noticia en todos los medios y será ampliamente utilizado a nivel político.
Porque ya sabía esa situación, el Gobierno intentó atenuar parcialmente el impacto de la publicación de la cifra con un anuncio oficial. La estrategia de comunicación macrista consideró que si se tenía que dar una mala noticia, al menos que estuviera acompañada por una interpretación del Gobierno y un mensaje esperanzador sobre una mejora a futuro.
Berensztein: "Macri es un Presidente devaluado, su palabra ya no tiene peso"
Es por eso que la ministra Carolina Stanley asumió la función de vocera. Y cumplió con todos los mandatos de la comunicación que impone en este momento el Gobierno.
*Primero, asumir la situación y mostrar un "rostro humano" ante la crisis. Eso justifica la frase "hoy es un día triste, la pobreza duele" con el que se hizo el anuncio. Y acto seguido recordar que "la pobreza no es solo una cifra sino una realidad que recorremos cada día". En otras palabras, ratificar que es la prioridad de la gestión.
*Segundo, el infaltable recordatorio de que el kirchnerismo ocultó durante años la situación social más dramática con la intervención del Indec. "Nosotros no solo decidimos hablar de este tema, sino también decir la verdad. Es importante poner luz para poder transformar", afirmó la ministra.
*Pero, sobre todo, la motivación más importante del mensaje que en este momento quiere dar el macrismo: que la pobreza no sólo se mide por el ingreso sino también por el acceso a ciertos servicios básicos. Y que lo segundo es incluso más importante que lo primero, porque hacen a la calidad de vida y forman parte de una mejora estructural.
Rebelión en Aerolíneas, freno a los cambios en jubilaciones y el regreso de Ganancias
Por eso Stanley recordó que "a muchos barrios llegaron cloacas y agua potable" y "se avanzó con el asfalto en los barrios".
En otras palabras, que hay una forma de medir la pobreza según el ingreso real, y que esa medición por naturaleza es volátil en un país de alta inflación. Pero que hay otra forma de considerar la pobreza, con un criterio de inclusión social.
El mismo argumento había sido planteado por el propio Presidente. Resignado a que el número sería negativo, se adelantó a su publicación para explicar que, aun así, la de ahora es una pobreza menos grave que la que él recibió.
"Vamos a tener la misma pobreza que recibimos, pero distinta, porque no hay más cepos, no hay más tarifas que nos dejan a oscuras", le dijo a Luis Majul en la comentada entrevista televisiva en la que admitió que su padre Franco, recientemente fallecido, había cometido un delito al pagar coimas durante el kirchnerismo.
La línea argumental de Macri pasa, entonces, por diferenciar dos tipos de pobreza: la estructural y la circunstancial. Desde su punto de vista, esa "pobreza mala" o permanente que se verificaba durante la gestión de Cristina Kirchner era derivada de la falta de obra pública y de mantenimiento en los servicios públicos. Y, sobre todo, por una economía que condenaba a la baja inversión y a la dependencia de la asistencia estatal.
En contraste, la "pobreza buena" o circunstancial que se registra ahora es pasajera, producto de los shocks externos y de los inevitables reacomodamientos de una economía que tuvo que ajustar precios relativos para entrar en la senda del crecimiento.
Y la conclusión de la argumentación macrista es que, para afirmar la mejora social se debe ratificar el rumbo. En el mientras tanto, mantener los planes de asistencia social, y en el plano económico afirmar el plan de austeridad fiscal y cambio de precios relativos.
Esa fue la parte que le tocó al ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, quien una día después del cimbronazo de los mercados hizo hincapié en que el rumbo elegido no será sometido a revisión.
No era un buen día para Sica. Justo se había publicado el nuevo informe de trabajo, que confirmaba la pérdida de 262 mil puestos de trabajo en los últimos 12 meses. Aun así, el funcionario atribuyó la situación a "coletazos de la crisis" de origen global.
"Estamos convencidos del camino que elegimos porque es el que nos va a sacar definitivamente para el sendero de recuperación, que quizás sea más moderada, pero va a ser mucho más estable", agregó Sica.
Parafraseando a un ex presidente, el mensaje macrista podría resumirse en "Estamos mal pero vamos bien".