Mal test antes del G20: el caos de la Superfinal reabre el debate sobre la seguridad en la Cumbre
Días atrás, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, brindaba detalles del operativo de seguridad por la cumbre del G20, que se desarrollará entre el 30 de noviembre y 1 de diciembre, al que calificó como "potente, fuerte y adecuado".
Además, adelantó que "el que se pase de la raya deberá atenerse a las consecuencias".
Incluso, previamente, cuando el Presidente planteaba la posibilidad de que la primera instancia de la Superfinal por la Copa Libertadores se jugara con público visitante, la ministra intentó llevar tranquilidad, con una pregunta retórica y en tono desafiante: “Imagínense que vamos a tener un G20... ¿No vamos a poder dominar un partido River-Boca?”.
Sin embargo, el sábado, los hechos le jugaron en contra al macrismo: las imágenes de los vidrios del micro que llevaba al equipo de Boca al Monumental estallando por los piedrazos, los desbordes en los alrededores del estadio y una Superfinal suspendida por la violencia, pusieron en alerta a las potencias del mundo, faltando pocos días para la llegada de líderes de la talla de Donald Trump, Xi Jinping, Vladimir Putin, Angela Merkel y Theresa May, entre otros.
De hecho, apenas la Conmebol oficializó la suspensión del encuentro, los medios del mundo dedicaron varios párrafos a preguntarse si acaso el plan de blindaje que organizó el Gobierno para la Cumbre del G20 no es tan seguro como se encargaron de remarcar una y otra vez los funcionarios.
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El operativo blindaje, bajo la mira
La realidad es que desde el propio Gobierno vienen destacando el enorme despliegue que están realizando las fuerzas de seguridad para garantizar el orden durante el que es considerado el evento más importante de la historia de la diplomacia argentina.
El operativo contará con agentes de inteligencia, policías, autos blindados, cámaras de seguridad, aeropuertos cerrados, radares, helicópteros sobrevolando la Ciudad y jueces con el teléfono abierto las 24 horas.
En paralelo, se desarrollará un operativo de seguridad inédito con más de 20.000 efectivos para cuidar los movimientos de los líderes y sus comitivas.
Para Macri, el evento será una situación excepcional: le servirá para pelear el título de líder regional y revalidar el compromiso de encarar su demorada agenda de reformas económicas.
Es que Macri, como anfitrión, se juega mucho de su imagen política a nivel internacional: el hecho de que coincidan en un mismo lugar todos estos líderes, sumado a una cobertura periodística a gran escala, como poquísimas veces se vio en la Argentina, conformará una gran prueba de fuego para el "operativo blindaje" que desde hace un año ha venido planeando el Gobierno.
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Sin embargo, asumir los riesgos que forman parte de cualquier cumbre de esta envergadura se justifican en los beneficios que pueden generar. De hecho, para el macrismo este encuentro puede ser capitalizado como una suerte de relanzamiento, en momentos en que los problemas de la economía vienen diezmando su capital político en el plano interno.
Pero ahora la Argentina es noticia en el mundo por la escandalosa suspensión de la última instancia de la Superfinal de la Copa Libertadores.
Incluso, las redes sociales e incluso medios de Chile y España recordaron el paso en falso que dio el Presidente cuando instó a jugar con visitantes a través de su cuenta de Twitter: “Lo que vamos a vivir los argentinos en unas semanas es una final histórica. También una oportunidad de demostrar madurez y que estamos cambiando, que se puede jugar en paz. Le pedí a la Ministra de Seguridad que trabaje con la Ciudad para que el público visitante pueda ir”.
Las redes también fueron usadas por los críticos al Gobierno, que trazaron paralelismos entre el escándalo del sábado y la cumbre de líderes mundiales.
Uno de ellos fue el ex jefe de Gabiante, Aníbal Fernández, quien disparó munición gruesa frente a los sucesos del sábado: “Macri y Bullrich, mamarrachos. No pudieron cuidar el micro de Boca Juniors... ¿y pretenden proteger a los presidentes de los países más importantes del mundo? Suspendan el G20. Inútiles. Todavía están a tiempo".
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La diputada Victoria Donda también aprovechó para pegarle al Gobierno ante la inminencia de la Cumbre: “La ministra de Seguridad no puede asegurar que el plantel de Boca llegue bien al Monumental y quiere hacer creer que está capacitada para organizar el G20".
La principal preocupación se vincula con un alerta que lanzó recientemente el Reino Unido: en plena organización del operativo de seguridad, el gobierno británico había advertido, dentro de las recomendaciones a sus ciudadanos que vengan al país, que "los terroristas posiblemente traten de ocasionar ataques en Argentina. Los ataques podrían ser indiscriminados, incluyendo lugares frecuentados por expatriados y viajeros extranjeros".
Si bien desde el Foreign Office dijeron que las advertencias no tenían nada que ver con el operativo del G20, lo cierto es que el alerta que se emitió generó algo de inquietud en Casa Rosada y un fuerte revuelo en las redes sociales.
Por lo pronto, el presidente Mauricio Macri descartó de plano que la Nación vaya a hacerse cargo del operativo de seguridad de la Superfinal de la Copa Libertadores, este domingo en el estadio Monumental entre River y Boca.
Para el mandatario, existen dos razones para no involucrarse: en primer lugar, considera que políticamente es responsabilidad de la Ciudad, pero además, a cinco días del G20, cree que sería recargar a las fuerzas federales, más allá que desde el Ministerio de Seguridad que conduce Patricia Bullrich estén dispuestos a dar asistencia técnica sobre el operativo.
Por ahora, la única respuesta desde el gobierno porteño provino del secretario de Seguridad de la Ciudad, Marcelo D'Alessandro, quien admitió fallas en el operativo que debía proteger al micro que transportaba al plantel de Boca Juniors, combinadas con el accionar de "mafias vinculadas al fútbol" que pretendían ingresar al estadio sin entradas.
El domingo, el mundo volverá a enfocarse en la Argentina. La pregunta es si un partido de fútbol volverá a meterle presión a un operativo en el que se viene trabajando desde hace más de un año para proteger a los líderes de las potencias.