Carlos Wagner reveló la sorprendente trama detrás de la corrupción en tiempos del kirchnerismo
Carlos Wagner, expresidente de la Cámara de la Construcción, en Comodoro Py, explicó cómo se arreglaban las licitaciones, cómo se recaudaba el dinero y cuál era el sistema de pago.
Para no quedar en la cárcelo, decidió contar lo que sabía: "Toos sabían que yo era el amigo de Julio De Vido. En 2004, el arquitecto me citó en su despacho y me dijo que por orden del presidente (Néstor Kirchner) debía garantizar en forma personal el éxito acorde a los intereses del gobierno en las licitaciones públicas que se llamaron a partir de ese momento, fundamentalmente en el rubro vial, que tiene mayores montos y más significativos. Porque la obra pública -me dijo-, iba a ser uno de los métodos de recaudación de dinero para los gastos políticos".
Sobre fines de los 90, la empresa Esuco llegó a trabajar en Santa Cruz en obra pública. Uno de los primeros contratos fue la ejecución del aeropuerto de El Calafate . De Vido, que había emigrado a Santa Cruz como empleado de Entel, ya era funcionario del gobierno provincial. "Conocí al arquitecto y al gobernador Kirchner en las sucesivas visitas que hicieron a la obra", aclaró respecto de los orígenes de la relación que finalmente terminó por llevarlo la cárcel.
Poco tiempo después, aquel gobernador se convertía en presidente y el arquitecto en su principal ministro. "Yo tenía una actuación de 30 años en la Cámara de la Construcción. En ese momento era vicepresidente tercero", contó Wagner, según consigna el diario La Nación.
Y fue en 2004 llegó la propuesta de De Vido: Kirchner lo necesitaba en un puesto clave para generar dinero negro que regrese a los funcionarios. "La obra pública iba a ser uno de los métodos de recaudación de dinero para los gastos políticos. A modo de ejemplo, llamada una licitación los interesados compraban los pliegos y se reunían en distintos lugares para determinar al ganador", relató el empresario al fiscal.
Según dijo Wagner, uno de los lugares de reunión era en el tercer piso de Venezuela 736 donde funcionaba la Cámara de Empresas Viales. Entre las que iban a ese lugar de reparto de obras y millones, el constructor mencionó a Perales Aguiar, Vial Agro, Biancalani, Losi, Fontana Micastro, Marcalba, Iecsa, Chediack, Equimac, Coarco, Cartellone y Vialco.
"Me comprometo a aportar el nombre de más empresas a medida que las vaya recordando", agregó.
El relato, entonces sí, desmenuzó el nudo de la corrupción. "Las empresas se reunían en los lugares establecidos y determinaban el ganador de la licitación en función de su interés por la obra y del volumen de trabajo que tenían. Una vez adjudicada la obra, el compromiso era abonar para gastos políticos, para necesidades políticas, el anticipo que estaba establecido en los pliegos", aclaró.
Señaló además que el "porcentaje del anticipo financiero era entre el 10 y 20 por ciento del total de la obra: "Deducidos los impuestos, el compromiso era entregar la totalidad restante del anticipo financiero a modo de retorno". Lapidario el constructor.
El esquema que relató el dueño de Esuco también preveía qué pasaba si la obra no tenía adelantos: "Se establecían montos equivalentes que se pagaban de los primeros tres certificados de obra. Quiero aclarar que mi empresa no estaba exceptuada de este mecanismo", señalo por si alguna duda quedaba de que él también pagaba coimas.
En cuanto a la metodología de pagos, dijo que los montos de dinero eran entregados a alguno de los recaudadores. "Roberto Baratta disponía quién iba a recaudar; lo mismo el ingeniero [ José] López. Ambos disponían qué persona pasaba a retirar el dinero y por dónde. Eso se mantuvo en el tiempo, siempre fue así", relató al fiscal.
"Mi función era garantizar que el señor que ganaba la licitación les pagara. Si el contratista no cumplía, me responsabilizaban a mí y me dificultaban los pagos de los certificados de mi empresa. También le dificultaban los pagos a la contratista que no había cumplido (sic)", relató.
Claro que Wagner también se quedaba con varios proyectos de obra pública: "En el caso de las obras adjudicadas a mi empresa, me avisaban cuándo pasaban a buscar el dinero y por dónde. Siempre los interlocutores eran López y Baratta. A ellos no les interesaba qué empresa ganara plata, solo que se haga bien el trabajo adjudicado y que pagaran el dinero comprometido. Baratta enviaba generalmente a (Nélson) Lazarte a recaudar el dinero. Por José López no recuerdo quién recaudaba. El sistema de retorno me lo había explicado en aquella reunión que relaté De Vido. Yo le pregunte cuáles eran las pretensiones, y él fijó esos montos".
El retorno a los funcionarios no se limitaba solo al adelanto para iniciar los trabajos. Según lo que confesó Wagner, que estaba bajo juramento de decir la verdad, por cada pago posterior se debía devolver una parte: "Para los adicionales de obra y modificaciones, también exigía a las empresas el mismo porcentaje de retorno".
Cuando era Esuco el "ganador" de la licitación, Wagner dijo que pagaba en lugares como el Café La Puerto Rico, Alsina al 400, a una cuadra de la Casa Rosada; en el Hotel NH, a dos cuadras de Balcarce 50 o en un estacionamiento. "En lugares públicos. A veces venían a San José 151 (donde es la sede de la empresa), pero el grueso lo recaudaban en otros lugares", confesó, según consigna La Nación.
Agregó que las entregas se hacían generalmente en pesos mientras hubo restricción cambiaria. Antes, en dólares. Según el manual de la corrupción en la obra pública que relató uno de los principales actores durante los últimos años, el dinero era acondicionado en paquetes.
Mientras el dinero que se pagaba como anticipo volvía a los bolsillos de los funcionarios, la obra empezaba con apenas un porcentaje mínimo. Wagner dijo que con "el IVA, que quedaba retenido, y que correspondía pagar a la AFIP a los 30 y 60 días, se utilizaba para iniciar la obra". Es decir, por cada 100 pesos más IVA (121 pesos) que se pagaban para que se empleen trabajadores y se compre material, 100 volvían a través de la línea Baratta, De Vido y Kirchner, y solo 21 iban a la obra. Además, quedaba una deuda con la AFIP.
"¿Para quién era la plata?", se le preguntó. "El sistema interno de los funcionarios una vez que recaudaban el dinero, tengo la impresión de que era para arriba. Eso era lo que decían Baratta y López. Era plata para arriba", contestó.