NUEVO ESCÁNDALO

Para el Gobierno, un bálsamo en el momento en que más lo necesitaba

El timing del escándalo de corrupción genera especulación sobre si se busca distraer a la opinión pública. El macrismo niega estrategia político-judicial
POLÍTICA - 02 de Agosto, 2018

Fue la imagen estrella del día, se multiplicó en pantallas de TV y redes de Internet y ya se podría afirmar que adquirió el estatus de un ícono político: el cuaderno Gloria, con sus páginas escritas en manuscrito con birome azul y resaltador amarillo fue la cara del nuevo escándalo político-judicial.

Por momentos, con la revelación periodística sobre el reparto de coimas para la obra pública durante el gobierno K se sintió un ambiente similar al 2013, cuando Jorge Lanata lograba un alto impacto político-televisivo con las confesiones de “valijeros” y con las recreaciones en el estudio de TV, de las bóvedas donde se guardaba el dinero.

Claro que esta vez el tema amenaza con llegar más lejos, como lo prueba el hecho de las detenciones y allanamientos en simultáneo ordenadas por el juez Claudio Bonadio, una estrategia que parece inspirada en la investigación brasileña del “Lava Jato”.

El tema tuvo el efecto de tapar el resto de la agenda nacional, al punto que hasta eclipsó una abrupta suba del dólar. Lo cual trajo inevitablemente a esas polémicas a las que los argentinos son afectos.

¿Es casualidad que esto se sepa justo ahora? ¿Bonadío actúa por su cuenta o coordina tiempos políticos con el gobierno? ¿Llegará este tema a convertirse en la música de fondo de los próximos meses al punto tal que termina tiñendo también la campaña electoral? Esas son las preguntas que dominan el análisis político por estas horas.

Claro que el Gobierno niega cualquier derecho de autor sobre el nuevo escándalo. “Es el juez el que determinó las detenciones y seguramente lo debe haber hecho en base al avance de sus investigaciones. No hay ninguna especulación política”, sostuvo el ministro de Justicia, Germán Garavano.

Y, como para reforzar ese argumento, hay funcionarios cercanos al presidente Mauricio Macri que destacan cómo hasta apareció involucrada la empresa Iecsa, en ese entonces propiedad de Angelo Calcaterra, el primo hermano del presidente. En otras palabras, que no puede argumentarse una connivencia entre el Gobierno y el juez Bonadio cuando hasta las empresas de la propia familia Macri podrían tener motivos para estar nerviosos.

Quienes conocen la interna judicial también afirman que, tratándose de Bonadio, que ha hecho gala de una conducta poco predecible y no ligada a una postura política particular, no puede hablarse de una estrategia urdida por el Gobierno.

Un buen “timing” para Macri

Pero lo cierto es que, desde el punto de vista político, el hecho de que el escándalo estalle ahora implica una oportunidad para Macri. Al menos, le permite un cambio en la agenda política justo  cuando empieza la peor parte de la recesión, cuando el Gobierno aparece golpeado por sus errores en la economía y cuando hasta es sospechado por irregularidades en el manejo financiero de la campaña electoral.

Por otra parte, el escándalo de corrupción sirve como recordatorio para los macristas desencantados sobre por qué votaron por Cambiemos en 2015.

Y, además, el tema obliga al kirchnerismo a ponerse nuevamente a la defensiva. La ex presidente Cristina Kirchner, que había adoptado como estrategia el silencio para no entrar en el juego de confrontación a la que la quería llevar el macrismo, ahora vuelve a un obligado protagonismo.

Para el Gobierno, el “timing” es inmejorable. La fuerza de estas revelaciones es tal que, al menos en el comienzo, pareció tapar a todos los temas incómodos.

El futuro de la investigación

Las primeras horas tras la revelación del a existencia de “los cuadernos K” y las detenciones dispuestas por Bonadio hicieron acordar al efecto inicial del caso de los bolsos de López: gente indignada en las redes, los medios que no hablaban de otra cosa, un kirchnerismo en estado “groggy”, versiones sobre prisiones de personajes encumbrados.

Y la duda es, precisamente, si ocurrirá lo mismo que con López. En ese caso, el tema quedó acotado a la condena de una conducta individual sin que se llegara, al menos por ahora, a destaparse en su totalidad el entramado de corrupción en la obra pública.

Acaso este caso sea diferente. Para empezar, ya hay empresarios detenidos y se anuncia que muchos más están indagados. La sospecha sobre grandes grupos ligados a la obra pública lleva a algunos a ilusionarse con un “Lava Jato argentino”.

Claro que también hay escépticos. Porque luego del terremoto político, ahora empieza el camino judicial, donde. Y un cuaderno manuscrito, con toda su espectacularidad para los medios, no necesariamente puede constituir prueba.

La pelea por la opinión pública

¿Cuánto durará el efecto político de este nuevo escándalo?  Es una pregunta difícil de responder, dado que los casos de corrupción en Argentina están mostrando un rendimiento decreciente a la hora de captar la atención de la opinión pública.

En parte es lógico: después de la imagen de los bolsos en el convento, no es fácil conmover a los espectadores.

Ya había quedado demostrado que su influencia electoral también es relativa: en 2011, pleno escándalo del programa “Sueños compartidos”, ganó ampliamente la fórmula Cristina Kirchner-Amado Boudou.

Lo único que haría escalar al tema de los cuadernos y le daría protagonismo sería que siguiera escalando con detenciones de empresarios poderosos. O que, eventualmene, se llegara a afectar a la propia Cristina Kirchner, cosa que hasta ahora está en duda. Por lo pronto, su condición de senadora hace que sea imposible una detención. Aunque no puede descartarse un allanamiento.

Mientras tanto, todo indica que, si bien los medios de comunicación lo mantendrán como un tema central, la población seguirá centrada en problemas urgentes de su cotidianeidad. En los próximos días empezarán a llegar las facturas con aumentos. El dólar podría volver a moverse. Y en dos semanas se vota la ley del aborto en el Senado.

Parece demasiado como para que los “cuadernos K” sigan siendo el tema dominante. Al menos hasta que Cristina tenga que declarar el 13 de agosto, cuando una vez más se vea cara a cara con Bonadio, el juez que, a esta altura, se ha transformado en su peor pesadilla.

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