Campaña de "gurúes": con la confusión de unas PASO sin internas, el marketing moldeó los discursos
Como suele decirse en TV, el tiempo es tirano. Trasladada esa frase al plano político, las distintas fuerzas que compiten en las PASO cierran sus campañas, comienzan a acallar sus voces y serán las urnas las que hablen este domingo.
Todas las miradas de estas primarias están puestas en la provincia de Buenos Aires. Y no es para menos, ya que la expresidenta Cristina Kirchner -con una estrategia poco común para su partido- asoma como favorita en las encuestas.
Enfrente, y con tácticas de marketing político igualmente estudiadas, se encuentran los candidatos del oficialismo, impulsados por Mauricio Macri y María Eugenia Vidal.
También juegan fuerte en la campaña los de 1País, cuyo referente Sergio Massa contó con el curioso apoyo del ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani.
A pesar de que la carrera electoral entra en sus últimas horas, pocos se atreven a vaticinar públicamente el resultado en Provincia.
El territorio bonaerense acapara la atención por varias razones:
- Peso electoral: 12,9 millones de electores sobre poco más de 33 millones.
- Peso simbólico: será una suerte de referéndum de la gestión macrista, pese a los deseos del oficialismo de relativizar la importancia del distrito y nacionalizar la elección.
Los candidatos que pugnan en la provincia de Buenos Aires se disputarán el ingreso al Senado, al que sólo ingresarán dos fuerzas.
Por lo pronto, las PASO se presentan como una encuesta casi perfecta de cara a lo que viene: a algunos les servirá para potenciar sus aspiraciones políticas, a otros los dejará desnudos de votos.
Con muy pocas internas, los nombres impresos en las boletas de los partidos mayoritarios serán los mismos este domingo que en octubre:
- Cristina Kirchner será la primera precandidata a senadora por Unidad Ciudadana.
- Esteban Bullrich será la carta de Cambiemos
- Sergio Massa marcará el rumbo de 1País.
Una consecuencia directa de la falta de verdadera competencia -al menos en las urnas- dentro de los espacios políticos, es que las estrategias de campaña de los postulantes se centró más en el ataque a sus adversarios de otros partidos que en el debate de propuestas.
El ejemplo más claro de la renuencia argentina a las internas fue la decisión de CFK de ir por fuera del Partido Justicialista, para así evitar medirse con Florencio Randazzo. Este domingo tendrá una prueba de fuego con un flamante sello partidario.
La jornada será el primer paso de un largo camino a octubre, cuando finalmente se elijan los 127 diputados que renovarán la mitad de la Cámara Baja (257) y los 24 senadores que recambiarán un tercio de la Cámara Alta (72).
Una campaña de "bajo perfil"
Este primer tramo, que concluye en las primarias, se caracterizó por una campaña atípica para el kirchnerismo y su referente, Cristina Kirchner, quien buscó mostrarse como cabeza de la oposición.
Para ello, decidió "refrescar" su imagen. Se alejó de los discursos extensos y cargados de conceptos políticos, optó por hablar poco, no discutir con oponentes y esquivar temas espinosos (como el caso De Vido o las causas judiciales en su contra).
Apuntó su artillería a denostar el plan económico del Gobierno. A dejar que el "ciudadano común" exprese sus problemas y a que la voz de la gente sea "su voz".
En los spots, la estrategia pasó por ocupar un rol lateral, de modo que los protagonistas sean las "víctimas” de las políticas del macrismo. La pérdida del empleo y del poder adquisitivo fueron sus principales banderas.
Detrás de esta estrategia de campaña estuvieron el asesor español Antonio Gutiérrez Rubí y Enrique "Pepe" Albistur, monitoreados por un diputado nacional y referente de La Cámpora muy cercano: Máximo Kirchner.
La apuesta más osada, quizás, fue salirse del PJ y dar la pelea por afuera de la estructura. Para Jorge Landau, apoderado del PJ, eso no implica que el peronismo no apoye a Cristina.
"Lo que sería el contenido del sello Partido Justicialista, sus integrantes y sus votantes, están acompañándola. El grueso de los intendentes peronistas está con ella", precisó.
En su visión, el peronismo nacional es el partido de los gobernadores, y el PJ de la provincia es el de los intendentes y del gobernador que, en el caso de Buenos Aires, es de signo político opuesto.
"Si todos los intendentes se volcaron a acompañar a Cristina, el PJ se volcó a apoyarla", analizó.
Otro aspecto novedoso de la estrategia de la ex mandataria es el cierre de campaña, en el que se destaca la falta de un multitudinario acto central.
Más bien, apostó por recorrer distintas localidades bonaerenses y reunirse con grupos que no superen las 60 personas. Lejos quedó la liturgia peronista de otros tiempos.
Así, la expresidenta pretende mostrarse despojada de partidos políticos y cercana a la población: se la pudo ver en un tambo, en una verdulería o en su casa merendando con jóvenes, por citar tres escenarios distintos.
"Interpela a la gente común", aseguró Landau. "Es por eso que no armó una cartelera de dirigentes atractivos, los candidatos son políticos poco conocidos", señaló en referencia, por ejemplo, a la primera postulante a la Cámara de Diputados, la economista Fernanda Vallejos.
En el búnker de Unidad Ciudadana están confiados de cara al domingo. Aseguran que todas las encuestas los dan primeros.
Cambiemos no cambió
La estrategia de campaña del oficialismo nacional, sobre todo en Buenos Aires, tuvo muchos puntos en común con la desplegada en 2015, que tan buenos resultados le dio a la alianza.
En pos de repetir aquel desempeño, bajo las directivas del ecuatoriano Jaime Durán Barba, el macrismo decidió apostar a candidatos PRO puros en la Provincia, como Esteban Bullrich y Gladys González, para competir con Cristina por la senaduría.
En una apuesta fuerte, se decidió que Elisa Carrió -que sonaba para pelear con Cristina- compitiera en la Ciudad.
Con la idea de usufructuar la imagen de la gobernadora María Eugenia Vidal -es la dirigente con mejor imagen de la Provincia-, se presentó a los candidatos como el "equipo de la mandataria".
Se apuntó a polarizar con el kirchnerismo, correr el eje de la economía y remarcar que ese espacio –"corrupto", con las "manos sucias"- representa al "pasado", a la "vieja política".
El aspecto económico es el flanco más débil para el Gobierno. Desempleo, pobreza, dólar e inflación fueron cuatro tópicos difíciles de abordar.
Al tal punto que la recomendación de los asesores fue que los candidatos remarquen -sobre todo en la voz de Vidal y Macri- que "a muchos aún no les llegó el cambio".
Durante el acto de cierre de campaña en la Ciudad, Macri reconoció que al Gobierno le "costó encontrar la salida", aunque luego señaló que en estos diecinueve meses ya logró tener "la meta clara".
Cerró su discurso, a cuatro días de las PASO, apostando al futuro: "Este es el comienzo del camino, no el final". En ese sentido, en los últimos días una serie de variables económicas lograron entusiasmar a más de un integrante del equipo de campaña.
Los sectores sobre los que la Casa Rosada sostiene su optimismo son la construcción, parte de la industria, la venta de autos, la de motos y el aumento de las escrituras en la Ciudad.
Este último rubro fue empujado, entre otras razones, por los créditos hipotecarios que lanzó el Gobierno, otro de sus "caballitos de batalla" electorales.
La coyuntura, como suele ocurrir, se coló en la agenda preelectoral y le dejó al oficialismo un sabor agridulce.
En los últimos días, Cambiemos logró correr de los medios el desalojo de la planta de Pepsico en Florida. El caso fue tomado por la oposición en su conjunto para cuestionar la supuesta vocación represiva y los resultados de la gestión económica.
También, con astucia, pudo imponer en el temario político y mediático el intento de expulsión de Julio De Vido de su banca de diputado. Así, el desalojo y los despidos dejaron su espacio a la situación judicial del exministro kirchnerista, acusado de corrupción.
Con la experiencia positiva del caso De Vido, el oficialismo impulsó una estrategia similar con la crisis en Venezuela, con la que intentó hacer un paralelismo con el destino que habría tenido el país bajo un gobierno K.
Desde el búnker bonaerense de Cambiemos son optimistas. Creen que la elección se gana con 35 puntos porcentuales y consideran que esa es la base del oficialismo en Provincia.
Toman como espejo las elecciones de octubre de 2015. Y apuestan a sus intendentes (69 de 135).
No obstante, son prudentes y hablan de empate técnico, mientras miran de reojo el pronóstico meteorológico, ya que consideran que si llueve habrá baja asistencia de votantes y eso los perjudicará.Massa y la renovación de la ilusiónEn el búnker de 1País repiten una palabra que emerge de los focus group que están realizando: "Desilusión".
"Hay una desilusión con el Gobierno por no lograr el cambio propuesto”, remarcaron desde el entorno massista. Y dejaron en claro que intentarán captar votos tanto de los desencantados con el macrismo como de los que vienen de votar al peronismo K.
Atentos a las encuestas que miden las preocupaciones de los bonaerenses, Massa y Stolbizer decidieron hacer énfasis durante su campaña en dos ejes: la situación económica y la inseguridad. Dos cuesetiones que bien podrían explicar esa "desilusión" que el tigrense registra en sus estudios.
"Hace cuatro meses que el Gobierno no encuentra respuestas económicas y decidió polarizar con Cristina. Como no había espacios en los medios para romper esa ‘grieta’, Sergio decidió salir de escena y recorrer el interior de la Provincia", indicó una fuente que asesora a Massa.
"Volvió a escena hace cinco meses con una propuesta: el plan Bajemos los Precios. Fue la primera iniciativa de un programa económico urgente”, añadió.
El cuanto a la seguridad, llamó la atención la jugada de traer al ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani (1994-2001), un partidario de la "línea dura" que se convirtió en referente mundial del tema.
"Planteamos soluciones, no promesas. Propusimos el ‘Alerta Buenos Aires’, que es la instalación de alarmas en un perímetro de 4 o 5 manzanas que funcionan a través de una app y una red", mencionaron.
Con esa propuesta fueron a hacer campaña a la tercera sección electoral, donde Cristina pisa fuerte en intención de voto.
Desde su búnker massista sostienen que el escenario de tercios está consolidado y son optimistas en que, como mínimo, pelearán palmo a palmo con Cambiemos el segundo lugar.
"Nosotros, haciendo una buena elección, tenemos mucho para crecer", se sinceraron, pensando en el 2019.
En cuestión de horas se revelará qué estrategia de marketing político fue más efectiva: la continuidad de una "meta clara", la "voz de la gente común", la demanda de "seguridad".
Los equipos tomarán nota y ajustarán detalles porque todo es vertiginoso: el lunes, ya habrá comenzado una nueva campaña, la que conduce a las elecciones de octubre.