Crónica de una salida anunciada: entre el desgaste político y la dura negociación con las petroleras, Aranguren se quedó sin margen
El cambio de nombres se veía venir. La designación de Javier Iguacel al frente del Ministerio de Energía no fue una sorpresa.
En el sector fue leída como una consecuencia lógica de las continuas tensiones en el seno del Gobierno por la política tarifaria y por la estrategia de mayor intervencionismo que intentó aplicar el Gobierno.
Respecto del primer punto, está claro que Aranguren fue quien sufrió un mayor desgaste por la actualización de las tarifas.
El salto en los valores que comenazaron a recibir en sus boletas los usuarios de luz y gas lo hicieron blanco de fuertes críticas. Incluso de aliados como Elisa Carrió, quien en abril pasado reclamó cambios en el sistema de subas de tarifas de los servicios públicos.
Cabe recordar que la líder de la Coalición Cívica llegó a asegurar que un funcionario como Aranguren no seguiría si ella fuese la presidenta. Esta dura declaración surgió luego de Aranguren reconociera que no tenía el dinero en el país por la falta de confianza.
A este cuadro se suma la tensión que se generó por la estrategia del macrismo en el negocio de las naftas.
A principios de mayo, el ahora ex ministro, por pedido de los equipos que secundan a Marcos Peña, se sentó frente a la plana mayor de las petroleras YPF, Shell y Axion, para establecer un congelamiento de precios vigente por dos meses.
En ese momento, un integrante del círculo íntimo de Aranguren y con funciones claves en CECHA, la confederación que aglutina a los expendedores de combustibles en la Argentina, aseguró ante iProfesional que el ex Shell había cumplido con la directiva de Jefatura de Gabinete con enorme disgusto.
"Juan José está totalmente en desacuerdo con el control de precios. Fue el principal impulsor de la liberación del mercado el año pasado y una medida así va en contra de su postura ideológica. Para él fue un retroceso. Se lo pidieron y lo hizo, pero en ese momento le dejó en claro a Peña que lo hacía estando en desacuerdo", contó la fuente.
El malestar de Aranguren también estuvo vinculado con algunas decisiones tomadas por la Jefatura de Gabinete a sus espaldas. Una de ellas fue cuando, entre abril y mayo, Peña activó una línea directa con Miguel íngel Gutiérrez, titular de YPF, con el fin de contener la tendencia alcista en los precios de la nafta motorizada por la estatal.
"Peña considera que Energía debe tener poca participación en las tratativas con YPF. Y que el contexto general es más importante que la situación técnica o financiera de la petrolera. De ahí su intervención directa", aseguró a este medio el representante de unas de las principales cámaras de vendedores de naftas.
Dicha intervención directa implicó, desde ese momento, el apartamiento de Aranguren de cualquier conversación definitoria con Gutiérrez. El rol del ahora ex ministro había quedado totalmente desdibujado ante este "puenteo".
En el círculo íntimo de quien fuera el hombre fuerte de Shell interpretaron esa actitud como una muestra de que el Gobierno ya lo consideraba "poco efectivo" a la hora de marcarle el paso a la estatal.
íšltimo disparador
La última medida que terminó por confirmar que el Gobierno dejó de apostar por el modelo de producción y comercialización de combustibles que promovió Aranguren desde su arribo a la función pública tuvo lugar a principios de este mes.
Durante la primera semana de junio, Cambiemos acercó a las petroleras un programa que establece una serie de pautas para el sector. En concreto, el plan macrista determinó un precio fijo para el crudo que se comercialice dentro del país. Esto representa, ni más ni menos, que el retorno del "barril criollo".
Cabe recordar que durante el anterior gobierno, Cristina Kirchner impuso este sistema con un "precio sostén" de 50 dólares por barril. En ese entonces, este valor estaba por arriba de la cotización internacional, con el objetivo de que las empresas se vieran tentadas a invertir en Vaca Muerta.
En simultáneo, el macrismo también expuso un cronograma de incrementos de los precios de régimen mensual con un porcentaje fijo de cara a los próximos meses. En definitiva, toda una batería de medidas totalmente contrapuestas a las políticas diseñadas por Aranguren.
En resumen, un cambio total a la idea de mercado abierto, 100% desregulado, a la que el ahora ex funcionario adhiere casi como a una religión desde sus tiempos en la petrolera Shell.
En contra de la intervención
"Nadie podrá decir que la gestión de Juan José fue un fracaso, que falló en su trabajo. Muy por el contrario, fue honesto y puso todo su conocimiento en desarticular un esquema que alejó inversiones durante la gestión anterior. Su pecado, quizás, fue el de no entender que por lo general la política se ubica por encima de cualquier dogma personal", comentó a iProfesional un asesor de Energía vinculado a YPF.
"Juan José consideraba que las estaciones de servicio debían aplicar todos los aumentos que resulten necesarios para acomodar sus números. Y que si el dólar subía y aumentaba el precio del barril de crudo, entonces eso debía verse reflejado en el precio del litro. Estaba totalmente en desacuerdo con cualquier intervención estatal", confió a iProfesional un empresario del expendio que trata con el ahora ex ministro desde hace años.
Desde el entorno de Aranguren, en tanto, explicaron a este medio que "en mayo, accedió a regañadientes al pedido que le hizo Peña de que negocie con las petroleras un freno de dos meses. Es un hombre de mercado que detesta cualquier intromisión del Estado. Le pidieron que ponga la cara con las empresas y lo aceptó sólo porque es un soldado. Pero ya entonces dejó en claro que no iba a volver a repetirlo porque eso no coincidía con su ideología, con su postura histórica".
La disparada del dólar de estos últimos días, con la consiguiente presión que esto implica para la producción de naftas, sumada a la intención del macrismo de negociar cualquier futuro aumento de precios -tras la suba acordada de junio y julio- colocó al ex Shell frente a una puerta de salida cada vez más ancha.
"Juan José no es un hombre que cambiará de ideología por conveniencia política. Y eso es lo que Aranguren comenzó a notar en las últimas semanas. Todo lo logrado en términos de señales de apertura económica se perdió por cuidar la "˜quintita' electoral. Aranguren jamás avalaría algo así", confió la voz cercana al ex funcionario.
En este contexto, la figura del hombre que más bregó por un escenario desregulado empezó a estar de más. Iguacel, reemplazante de Aranguren, aparece como un experto sólido y con "timming" para ajustarse al requerimiento político del momento.
La intransigencia ideológica del ex Shell, tantas veces celebrada por el macrismo, ahora es una de las razones por las que queda afuera del Gabinete y de un puesto que hoy requiere de mucha cintura política.