El mercado dio su diagnóstico: acuerdo con el FMI no alcanza y se requiere cambio de equipo
Los tiempos se aceleraron de una manera imprevista. El mismísimo día que se dio a conocer la carta de entendimiento que le envió el Gobierno al FMI, uno de los firmantes de la misiva dejó de ser funcionario.
Esto lleva a pensar que, por la mañana, el propio Mauricio Macri tenía pensado que Federico Sturzenegger continuaría al frente del Banco Central, aun a pesar de la volatilidad que dominó al mercado cambiario.
Pero la corrida que llevó al dólar minorista a $28,43 y el desplome de bonos soberanos y acciones de empresas argentinas en Wall Street fueron elocuentes de por sí: el mercado le estaba comunicando al Ejecutivo que no habría más margen.
El 20 de junio, día previsto para el ingreso de la primera cuota de u$s15.000 millones del FMI, parecía largo plazo. Había que hacer algo de inmediato para recuperar la credibilidad perdida.
Sturzenegger probablemente haya sido el más sorprendido: ya había sacado el pasaja Basilea, donde pensaba viajar el fin de semana para entrevistarse con funcionarios del Banco Central chino y renegociar el swaps de monedas.
Cuesta creerlo, pero fue apenas una semana atrás que, sonriente y con indisimulable sensación de triunfo, el ahora ex titular del BCRA anunciaba, junto al ministro Nicolás Dujovne, el acuerdo por u$s50.000 millones.
Ese día, ambos destacaron el respaldo internacional y credibilidad que el mundo financiero estaba dejando en evidencia, al autorizar un monto 1.100% superior a la cuota del país en el FMI.
Impregnado de ese clima triunfalista, Sturzenegger anunciaba que al día siguiente se levantaría el techo de $25 que le había impuesto al dólar, porque las condiciones habían cambiado. Y que, en adelante, se ingresaría en un sistema de libre flotación.
La respuesta del mercado fue contundente: el acuerdo con el organismo no había eliminado la incertidumbre sobre los problemas de fondo de la economía.
Y, en consecuencia, había una única pregunta que operadores y banqueros se hacían todos los días: ¿cuál sería el nivel de tipo de cambio capaz de corregir los desequilibrios?
Dólar, ¿hasta cuándo y hasta dónde puede llegar?
En la City, ninguna de las dos preguntas referidas al tipo de cambio tiene respuesta. Reina la incertidumbre entre los financistas.
Algunos hablan de crisis de confianza. De que no hay motivos que, desde la racionalidad, expliquen un billete que escaló sin parar desde $25,50 a $28,44 desde que se anunció el acuerdo con el FMI, hace apenas una semana.
En otras palabras, nadie quería vender dólares a $25, ni a $26 ni a los $28,44 del cierre de ayer. Y nadie se anima a decir cuál sería el precio al que quienes tienen divisas se sentirían impulsados a vender. Y, lo peor, la incertidumbre es de tal magnitud que nadie se atreve a pronosticar ni siquiera las 24 horas siguientes.
Quedará en el inconsciente de los operadores: la jornada de inicio del Mundial Rusia 2018 fue uno de las peores en el "mercado" de la administración Macri. Y no sólo por la suba de la cotización. Hubo un castigo muy fuerte a los activos financieros argentinos:
Producto del derrape de los títulos de deuda, de hasta 3,6%, el riesgo país avanzó 6,7% -a 541 puntos-, mientras que las acciones argentinas en Wall Street perdieron hasta 12,8% (Supervielle).
El mercado cambiario, aun con un volumen escaso, de u$s366 millones, la mitad de un día considerado ""normal, terminó "tomador", lo que en la jerga significa que los compradores eran más que los vendedores.
En un tono cada vez más imperativo, los financistas responsabilizan al Banco Central por la incesante trepada del billete verde.
Durante esta misma semana pasó:
- De no intervenir a vender la friolera de u$s700 millones (argumentando de que había una "dinámica disruptiva"), a probar con sólo u$s100 millones de venta y a volver a mantenerse al margen de la operatoria.
El vértigo cambiario, con un billete que picó más allá de los $28 pasado el mediodía, llegó junto a una ola de rumores sobre el futuro del directorio del Banco Central.
La versión más firme daba cuenta de un inminente reemplazo de al menos tres directores. Hasta esa hora todavía parecía poco verosímil que el propio Sturzenegger -con su firma todavía fresca en la carta a Christine Lagarde- pudiera ser reemplazado.
Pero ya muchos empezaban a hablar de que el ministro de Finanzas, Luis Caputo -quien durante la crisis cambiaria había aportado un salvavidas con la emisión de bonos para grandes fondos de inversión- podría pasar a ocupar un rol más protagónico.
Llamadas nerviosas desde Wall Street
En Wall Street, al menos un par de bancos de inversión con fuertes posiciones de bonos argentinos en sus carteras, organizaron conferencias telefónicas con sus clientes más importantes para darles sus puntos de vista sobre lo que está ocurriendo en el país.
La premura se comprende: se trata de financistas que aplaudieron el acuerdo del Gobierno con el FMI. Lo observaron como el camino hacia un disciplinamiento fiscal, que corregiría parte de las distorsiones de la economía.
Ese escenario, que se combinó con un potente respaldo político internacional hacia la Casa Rosada, pareció desmoronarse a medida que transcurrió la semana. Y parte de esas posiciones en bonos locales empezaron a desarmarse al ritmo de escalada del tipo de cambio.
El término que comenzó a escucharse en esas "conference call" refiere a la "crisis de confianza". Y a la incertidumbre política de aquí hacia adelante.
Lo que debía traducirse en un marco de estabilidad no sirvió. Y un acercamiento con el FMI -que fue vendido como "preventivo" por el Gobierno- no sirvió ni siquiera para estabilizar el mercado. Al contrario, aceleró el proceso de crisis.
Esa es la novedad: en las últimas horas, los mismos operadores que sacaban cuentas sobre la sustentabilidad de la economía ahora empiezan a preguntarse sobre el futuro escenario político.
Se sabe: en Argentina, las devaluaciones suelen contagiarse rápidamente a los precios. Con el agravante de que, esta vez, esa presión inflacionaria convivirá con un proceso de ajuste de las cuentas públicas.
Por caso, por el acuerdo con el FMI, el Gobierno se comprometió a seguir reduciendo la partida de subsidios en las tarifas de los servicios públicos.
Esa corrección, que implicará necesariamente aumentos adicionales en las boletas de luz y gas, debería ser mayor que la pronosticada por el Palacio de Hacienda.
¿El motivo? Muy sencillo: un dólar más caro implica mayores subsidios por los costos energéticos dolarizados.
Y si, en ese escenario de energía más cara, el Gobierno se compromete a reducir los aportes del Estado, no queda otro camino que endurecer los precios a los consumidores.
Lo mismo sucede con los combustibles, un mercado que la casa Rosada liberó a fines del año pasado y que debería ajustar con la suba del dólar. Este mismo mes ya lo hizo un 5%, y el propio Ejecutivo ya dijo que habrá una alza adicional del 3% en julio.
Son anuncios que se formularon con el dólar a $25. Ahora que ese tipo de cambio se elevó un 12%, el aumento en los surtidores debería acompañar.
Rehaciendo las cuentas
Por último: cada suba del dólar se traduce también en más erogaciones por la deuda en esa moneda.
La carga de intereses sube al mismo ritmo que el tipo de cambio, lo que incrementa necesariamente el esfuerzo del Tesoro.
En este contexto, lo que el "mercado" empieza a tener en cuenta es que el vértigo financiero se traducirá -más temprano que tarde- en un escenario de elevada inflación con parate de la actividad económica.
Aunque nadie se atreve ni siquiera a sacar cuentas -a la espera de que se estabilice el dólar- lo que sí parece seguro es que el Gobierno enfrentará en los próximos meses un escenario político y social más complicado.
Enfrentará más demandas por recomposiciones salariales y aumentos tarifarios, todo en medio de una recesión.
Uno de los economistas que ahora está afuera del Gobierno pero que suele ser consultado desde el Ejecutivo brindó a iProfesional un diagnóstico sobre la actual situación, a condición de resguardar su identidad.
1.- "El mercado cambiario se encuentra totalmente desbalanceado. Tanto el flujo como el stock de dólares dan negativos. Por eso la cotización del dólar ajusta".
2.- "No importa que ahora haya respaldo del Fondo. A lo sumo hará que la suba del billete sea menos violenta. Pero el tipo de cambio debía ir hacia arriba".
3.- "La cuenta es sencilla: todos los meses se van de la Argentina u$s3.000 millones netos. Una parte por ahorro de inversores y otra por turismo. Hasta que esa ecuación no cambie, no hay motivos para el optimismo".
4.- "No podría asegurar hasta dónde subirá el billete, pero a mis amigos les recuerdo una cosa: el dólar paralelo de 2015, traído a la actualidad, me da $32. Si los argentinos en otra época comprábamos a ese precio, ¿por qué no lo haríamos ahora? En esa respuesta está la explicación de las tensiones que se ven hoy día".
5. "Hay dos maneras que el mercado ajusta este desbalance: un tipo de cambio más alto y una recesión. Ocurrirán ambas cosas".
Por lo pronto, parte de la licuación de activos vía devaluación ya se produjo. Y queda la interrogante -que nadie se anima a responder- de cuánto más avanzará.
La reacción inicial de los economistas ante el nombramiento de Caputo al frente del Central fue de una moderada esperanza de normalización. Creen que tiene el perfil adecuado para dominar este momento de incertidumbre.
Claro, ahora falta que hable el mercado.