¿Puede flotar el dólar en la Argentina?: la inquietante coincidencia de economistas consultados por el Gobierno
Primero fue Federico Sturzenegger convocando a los economistas millennials.
Luego, a los pocos días, Nicolás Dujovne reunió a un grupo de figuras "noventistas", que conocen los pasillos del poder y que, sobre todo, tienen vasta experiencia en el funcionamiento del Fondo Monetario Internacional.
El cambio de estrategia del Gobierno es muy visible. Y su despliegue tiene que ver con la preocupación que comparten los funcionarios por lo que viene.
La corrida cambiaria ha dejado una economía distinta. Y, principalmente, peores expectativas generalizadas.
La Casa Rosada, luego de dar por finalizadas las turbulencias financieras, con un Banco Central fijando un tope del dólar en $25, lanzó una ofensiva a varias puntas para regenerar esas expectativas.
Desde importantes empresarios, pasando por políticos y economistas, todos desfilaron por los despachos oficiales.
El primer mandato que el Gobierno quiere cumplir es que, de ahora en más, haya certidumbre con el dólar. Por eso el BCRA se "plantó" en una cotización mayorista de $25 para la divisa estadounidense.
El tema estuvo presente en la cumbre de Dujovne con los economistas. "La cuestión cambiaria fue el único punto en el que todos estuvimos de acuerdo: ninguno está a favor de una flotación pura", reveló a iProfesional uno de los convocados a la reunión.
Este convencimiento -siempre relevante en la Argentina- adquiere especial interés en medio de las negociaciones con el FMI.
Es sabido que el Fondo suele condicionar su auxilio financiero a que el país receptor tenga un tipo de cambio de equilibrio determinado por el mercado (oferta y demanda)
Es decir, que no haya intervención gubernamental alguna que aprecie la moneda, de manera que el préstamo no se esfume en medio de una corrida y salida de capitales.
Seguramente, el próximo acuerdo stand by con el organismo contemple una meta mínima de reservas netas, con lo cual quedará claro que no financiará la fuga de divisas ni los viajes de argentinos al exterior.
El consenso entre los "gurúes" que visitaron a Dujovne en su despacho -Miguel Bein, Miguel Kiguel, Miguel íngel Broda, Ricardo Arriazu y Pablo Guidotti- es que, bajo el actual contexto, lo peor que podría hacer el Gobierno es dejar al tipo de cambio bajo una flotación pura.
Ninguno tiene a mano un panorama claro sobre la cotización a la que podría subir la moneda estadounidense si se la liberara totalmente.
"Esto es Argentina. Sería una locura. No podemos quedarnos de brazos cruzados en un momento como el actual, con problemas internos y una incertidumbre muy grande que se traslada al exterior", asegura otro de los economistas que dialogó sobre este tema con el ministro.
Efecto contagio
La unanimidad en torno del dólar revela un mismo diagnóstico: el alto contagio a los precios (pass through) derivado de las devaluaciones.
El hecho pone de manifiesto una especie de autocrítica de varios funcionarios y analistas quienes, hasta ahora, venían argumentando que ese traslado en Argentina se acomodaba a las circunstancias, como sucede en otros territorios, como Brasil.
En ese país, por ejemplo, el dólar puede subir sin que el salto a los demás precios sea ni inmediato ni de igual proporción. Tal es así que se apreció 17% en los últimos cuatro meses y la inflación interanual prácticamente no se movió: está en 2,76%.
Es una dimensión muy lejana a la que existe en Argentina. De esto dan fe las últimas devaluaciones, sin importar el gobierno de turno: desde las experiencias de 2014, con Axel Kicillof como ministro o la de 2015, con Alfonso Prat Gay.
El contexto tampoco ayuda. La corrida se gatilló justo en el peor año de producción sojera por culpa de la sequía: se perdió casi 40% de la cosecha, nada menos que 34 millones de toneladas.
Este quebranto, en medio de la caída del consumo por la incertidumbre y la mayor inflación, se traducirá en un cimbronazo para la actividad económica.
De hecho, los consultores de la City, como también los que pasaron por el Banco Central a ver a Sturzenegger y quienes tuvieron cita con Dujovne recalcularon sus pronósticos para este año.
El último que lo hizo fue, justamente, el estudio Eco Go (ex Bein): la expansión del 2,2% del PBI prevista hasta hace poco la redujo a tan sólo 0,9%.
En los hechos, expresa un estancamiento en relación al año pasado, ya que ese repunte sería apenas producto de un arrastre estadístico.
Hay quienes ven un panorama más sombrío. Como la directora de la consultora, Marina Dal Poggetto, quien considera que la actividad no se va a recuperar desde el pozo esperado para el segundo trimestre. Y que para el año que viene habrá un arrastre negativo de 3 décimas.
La inflación prevista por Eco Go también se recalentó: del 21,8% la elevó al 28,2%. Hasta el momento, es la firma que maneja el peor escenario.
En un marco de claro enfriamiento del nivel de actividad, los economistas creen que buena parte de lo que termine sucediendo en 2018 dependerá de la carrera entre precios y salarios.
Es decir, de lo que vaya a suceder con las reaperturas de paritarias, ahora que se han violentado las perspectivas económicas más estables que se venían pronosticando.