Tras crisis del dólar, un "nuevo" Macri: qué cambiará de su gestión y cómo va a combatir la suba de precios
Mauricio Macri decidió tomarse en serio el viejo proverbio chino que afirma que detrás de cada crisis hay una oportunidad.
Al punto que, según su visión, la corrida cambiaria y la vuelta al Fondo Monetario Internacional son dos temas que deben transformarse en un verdadero relanzamiento de su gestión.
Esto implica no sólo la puesta al día de la agenda política, sino también la aplicación de nuevas formas de trabajo en el equipo de Gobierno.
Esto traerá, inevitablemente, cambios en las "cotizaciones" de ministros, funcionarios y aliados.
El Presidente dejó en claro cuál cree que debe ser la conclusión que toda la sociedad debe sacar de la reciente corrida cambiaria: "el mundo" pide más velocidad en el recorte del gasto público.
Es por eso que apeló a un cambio de clima con otros partidos. A un "gran acuerdo" político (así lo definió el mandatario) que garantice el pasaje del gradualismo a medidas de ajuste que aseguren el repago de la cuantiosa deuda que viene colocándose en los mercados desde que asumió, a la que ahora se sumarán los dólares que puedan recibirse del FMI.
"Es hora de que nos hagamos cargo", deslizó durante la conferencia de prensa de 40 minutos, en la que fue muy claro sobre el nuevo rumbo que le va a imprimir a su gestión.
El jefe de Estado dejó en claro que la "turbulencia" quedó atrás, pero cree que sólo la rectificación del rumbo es lo que le va a permitir asegurar un sostenimiento del tipo de cambio y reservas bajo control.
Para Macri, la aceleración del ajuste lo pondrá en ese camino. Entiende que el gradualismo duró lo que duró. Y que para llevar a cabo la tarea de "vivir sin gastar lo que no se tiene" necesitará -sí o sí- de un pacto con los gobernadores peronistas y con el justicialismo en general.
Cómo se gestó la salida
El cambio en su estilo de gestión ya empezó con la resolución de la corrida cambiaria. No fue sólo la destreza financiera de Luis Caputo la que ayudó a doblegar la crisis.
En realidad, el pacto con el fondo de inversión estadounidense Templeton (para que suscribiera Botes e ingresara a la Argentina nada menos que u$s2.250 millones, sobre un total de u$s3.000 M) fue el golpe final de una ofensiva múltiple desplegada por todo el Gobierno.
Se trató de una estrategia a varias puntas, que requirió de la coordinación entre distintos ministerios y que afectó no sólo a los ministros vinculados con la economía sino también al ala política.
La crisis pudo frenarse por el ardid financiero ideado por "Toto" Caputo -es cierto-, pero el primer gran dato que emerge es que empezó a disiparse el escenario es político: Macri busca aprovechar el oxígeno que le da la paz cambiaria para dar un paso al frente.
Esto, tras haber sido criticado por ajenos, pero también puertas adentro de Cambiemos, por la forma de conducirse en medio de la corrida.
El mandatario quiere dar señales claras de que su administración es capaz de hacer cambios y que tiene el dinamismo suficiente como para adaptarse a los nuevos escenarios que se presentan.
No puede hablarse por ahora de un relanzamiento. Eso lo marcará la propia dinámica. Pero sí de un impulso político a partir de la ampliación de la "mesa chica" que, por cierto, venía siendo muy criticada por su creciente hermetismo.
La foto de Macri en la quinta de Olivos junto con Rogelio Frigerio, Ernesto Sánz, Emilio Monzó, Marcos Peña y Gerardo Morales -tomada el mediodía del miércoles- es un resumen del rediseño de la cúspide del poder.
Paso a paso de un salvataje
La decisión de "ir a fondo para adelante" se tomó durante el último fin de semana, después del "viernes negro", que terminó con un dólar a $23,70.
Fueron dos días que transcurrieron en medio de versiones de todo tipo y ante la sugerencia de economistas cercanos a Casa Rosada de que la mejor receta sería habilitar un "overshooting" del tipo de cambio.
¿Qué significa? Que el dólar podría inicialmente dispararse más de la cuenta -por ejemplo a $30- (por la sobrerreacción de los inversores) para luego ceder y acomodarse en un nivel inferior.
Era claro que esa estrategia conllevaba un elevado riesgo, pero que era necesario correr.
Transcurrían horas de histeria en el mercado financiero y de nerviosismo extremo en los despachos oficiales, luego de que el pedido de un salvataje al FMI no había logrado calmar la situación.
Por el contrario, Nicolás Dujovne se encontró en Washington con ánimos caldeados por parte del staff del organismo, que se sintió puenteado por el ministro.
En Buenos Aires, un encendido Carlos Melconian daba un diagnóstico que sonaba apocalíptico en la conferencia "A Todo Trigo" realizada por los acopiadores de cereales.
Los 52 minutos del evento fueron transmitidos en directo en el sitio web de los organizadores. Pero su audiencia explotó un día después cuando su alocución fue "colgada" en YouTube.
En medio del peor momento de la administración Cambiemos, en el primer piso de Casa Rosada tomaron esa exposición de Melconian como una afrenta.
Como muchas veces sucede con los equipos de fútbol que se sienten agredidos desde afuera y se juran una reacción en conjunto, acá también existió la necesidad de jugar fuerte para enfrentar la situación.
La ofensiva fue a varias puntas: desde lo económico y financiero -cuya principal carta (el FMI) ya estaba jugada- y también desde la política.
Las respuestas fueron al límite, "a lo kirchnerista", como semblanteó un funcionario del equipo económico en diálogo con iProfesional.
Faltaban apenas 72 horas para el vencimiento de Lebac. Ese sábado, Sturzenegger reunió a los principales banqueros para pedirles que renueven estos títulos. También, "algo más": que subieran un 20% su exposición aprovechando los elevados rendimientos.
Hubo también una firme convocatoria a empresas exportadoras de soja, que venían reteniendo en los silobolsas a la espera de un dólar más alto.
La clave para que todos ellos-banqueros y sojeros- jugaran a favor del Gobierno fue la estrategia desplegada a partir del lunes: primero con la convalidación de un dólar a $25; luego, con la entrada de u$s2.250 M de Templeton.
Este movimiento, coordinado desde lo financiero, tuvo su correlato en el plano político. Básicamente, con un Macri que tomó la decisión de ampliar la "mesa chica" en medio de la corrida.
Marcos Peña, jefe de Gabinete, aparece ahora como el gran "perdedor" de las turbulencias.
Los economistas de la City y bancos de inversión internacionales lo señalan como el principal responsable de fogonear la tensión en los mercados, luego haber flexibilizado la meta de inflación el recordado 28 de diciembre.
Hasta el propio Presidente admitió, en forma de autocrítica, que el 28 D "hubo problemas de coordinación" entre el Gabinete económico y el BCRA.
Es más: reafirmó que Sturzenegger va a ser el encargado de darle pelea a la inflación. "Hay que respetar la independencia del Banco Central", afirmó a manera de autocrítica solapada.
Por el contrario, el trío conformado por Emilio Monzó, Rogelio Frigerio y Ernesto Sanz aparecen como los "ganadores".
Sin cambios en el Gabinete nacional (el ala económica fue ratificada por el propio Macri), el jefe de Estado logró una oxigenación del núcleo político.
No es poco: Sanz se había alejado del centro de decisiones hace rato. Justamente, por las desavenencias con Marcos Peña.
Monzó, venía de anunciar su retiro como jefe de la cámara de Diputados, tras sentirse relegado de las principales decisiones políticas.
La convocatoria a Frigerio tiene más que ver con lo que viene: la dura y necesaria negociación con los gobernadores justicialistas.
El ministro del Interior ha logrado éxitos en esas conversaciones cada vez que Macri necesitó de los distritos del interior para la aprobación de leyes.
En los últimos días, el propio Macri envió señales al peronismo: "La Argentina no se divide entre Cambiemos y peronismo, se divide entre los que queremos construir futuro y los que quieren destruir futuro".
"La verdad construye futuro, la mentira lo destruye. La mala política lo destruye", manifestó el mismo día que el Gobierno lograba estabilizar al dólar.Ahora, la inflación
En las próximas semanas, el traslado a los precios de la devaluación se va a instalar en la agenda pública.
Por lo pronto, Sturzenegger avisó que -pese a ello- "la inflación de mayo estará bastante por debajo" del 2,7% de abril.
Al ser consultado, Macri admitió que el alza de precios es el tema que más le preocupa. Avisó que la flamante ley de Defensa de la Competencia será utilizada para evitar abusos.
El jefe de Estado no lo dijo, pero los funcionarios creen que el freno de la actividad que se viene le pondrá un límite a ese pass through (traslado de la devaluación a los precios de los bienes y servicios).
Este tema estuvo sobre la mesa en las conversaciones que mantuvo en el comienzo de la semana con distintas cámaras empresarias.
El Gobierno (cuyos funcionarios no creen en la eficacia de la intervención estatal para la formación de los precios) sabe que buena parte del éxito de la devaluación radica en que ese pass through sea el menor y más suave posible.
Macri conoce a la perfección -porque él mismo ya lo atravesó al comienzo de la gestión- que esa es la próxima estación de la crisis.