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Macri presenta al FMI como garante del gradualismo: por qué el mercado descree y percibe fuerte ajuste

Macri presenta al FMI como garante del gradualismo: por qué el mercado descree y advierte un fuerte "olor" a ajuste
09/05/2018 - 04:54hs
Macri presenta al FMI como garante del gradualismo: por qué el mercado descree y percibe fuerte ajuste

Era la medida que siempre se quiso evitar. Ya desde los primeros dí­as de la gestión de Cambiemos, los funcionarios admití­an que el costo financiero de pedirle dinero prestado al FMI era el más bajo, pero que se trataba de una opción totalmente vedada por su "costo polí­tico".

Por eso, el gran desafí­o que tiene por delante Macri -además, claro está, de estabilizar al tipo de cambio- es ser lo suficientemente persuasivo respecto de que el organismo será el "garante" de que continúe el plan gradualista y no -como muchos sospechan-, el guionista del ajuste.

Cualquier argentino que tenga la edad suficiente para recordar las épocas de los acuerdos "stand by" sabe que el FMI no da dinero sin poner condiciones

Además, en los últimos reportes sobre el paí­s ya comenzaron a deslizarse advertencias sobre las dificultades fiscales y el riesgo de su dependencia del endeudamiento externo.

También ha machacado en la necesidad de reformas estructurales en áreas como la legislación laboral y el sistema jubilatorio, uno de los más caros del mundo, con un costo del orden del 12% del PBI.

La oposición polí­tica tomó nota inmediatamente de esa situación y por eso ya empezó su campaña para hacer aparecer el pedido al Fondo como un fracaso de la polí­tica económica macrista.

Desde el otro extremo del arco ideológico, los economistas ortodoxos que critican la falta de decisión para hacer un recorte fiscal más profundo esbozaron una leve esperanza

Creen que, ante la constatación de que la sociedad argentina -y por consiguiente, su clase polí­tica- es reticente a asumir ajustes, tal vez recurrir a un "tutor" como el FMI sea la única forma de encuadrar las cuentas públicas.

"Me queda un sabor amargo porque la Argentina no tiene capacidad de autolimitarse en su gasto. Toda esta destrucción de valor se podrí­a evitar con una reestructuración fiscal que conduzca a limitar el gasto", señala Guillermo Nielsen, uno de los economistas que renegoció la deuda hace una década.

"Es lo que deberí­a haber hecho el equipo ya que, a todas luces, el ajuste de 3.200 millones de dólares anunciado el viernes es insuficiente para salir del problema", añade.

Para Nielsen, por más que el Gobierno intente "zafar sin ajustar", el organismo no permitirá "seguir con esta fiesta del gasto".

Aunque contó con el inestimable aval polí­tico de Elisa Carrió, Macri ya está constatando que la vuelta al FMI será un producto difí­cil de vender incluso en la propia interna de Cambiemos. 

Conocida la noticia, Ricardo Alfonsí­n, referente de la Unión Cí­vica Radical, manifestó su preocupación: "El remedio puede ser peor que la enfermedad".

Una medida de última instancia

En la memoria colectiva de los argentinos, el nombre del Fondo Monetario Internacional está asociado a los peores momentos sociales del paí­s, a las crisis financieras, a las imposiciones de medidas de ajuste

En consecuencia, cada polí­tico que pudo enfrentarse al organismo sabí­a que eso le traerí­a rédito polí­tico.

Eso fue lo que en 2005 explicó que el entonces presidente Néstor Kirchner hubiera destinado u$s9.800 millones -casi un tercio de las reservas del Banco Central- para cancelar de un plumazo la deuda pendiente.

Lo ocurrido en las últimas horas es la contracara de aquel momento de "vacas gordas" en los que, gracias a los precios récord de la soja y las exportaciones agrí­colas, Argentina podí­a darse el lujo de financiar el gasto público sin pedir prestado en el exterior. 

Ahora, en cambio, ante una reversión del flujo de fondos, no sólo hay que depender de la deuda sino que debe recurrirse a la institución más "demonizada" por la clase polí­tica argentina.

Macri, al asumir ese costo polí­tico en su mensaje televisado, admitió tácitamente que no le quedaba otra opción frente a la agudización de la crisis financiera. 

El mercado, tras varios intentos de normalización por parte de los funcionarios, estaba demostrando que las medidas anunciadas no eran suficientes y que se necesitaba una señal polí­tica fuerte.

Sobre las 10 de la mañana del martes, el dólar estaba encima de los $24. Luego, los rumores que empezaron a circular por la City sobre el acuerdo para una lí­nea contingente con el Fondo Monetario lograron el primer cometido buscado por el Ejecutivo: devolver calma al mercado financiero. Así­, en pocos minutos, pasó a ubicarse por debajo de los $23.

Esto no significa que la crisis esté controlada. Aún la incertidumbre es muy alta y se está entrando en esa fase tan temida por todos los gobiernos: la dolarización.

Este proceso, que se fue profundizando a partir del accionar de grandes "traders" del mercado financiero y fondos de inversión del exterior, ahora se ha ido trasladando también a los pequeños ahorristas.

El objetivo número uno, entonces, sigue siendo buscar la estabilización del tipo de cambio. Para eso, el Banco Central ya ensayó una variada baterí­a de medidas. 

- Al principio, vendió reservas (lleva gastados casi u$s8.000 millones con poco éxito).

-  Luego subió drásticamente las tasas de interés al 40% anual (estaban en 26% a fines de abril).

- Limitó el porcentaje del patrimonio que los bancos pueden retener en dólares (para forzarlos a vender).

- Finalmente, concretó la última de las medidas: intervino en el mercado de futuros (para influir sobre las expectativas de devaluación).

La hora de negociarDujovne ya está en Washington. Tiene como principal misión cerrar un acuerdo urgente por una cifra cercana a los u$s30.000 millones.

El monto de ese crédito contingente es curiosamente el mismo que el Gobierno habí­a planteado como plan de financiación para todo el 2018.

También coincide con el mega vencimiento de $674.000 millones de Lebac del próximo martes.

Por lo pronto, la tarea más ardua y compleja que tendrá el Gobierno en los próximos dí­as es devolver la confianza perdida, y eso implica todo un desafí­o de comunicación polí­tica. 

El Presidente dio a entender que acudir al Fondo Monetario es la única forma de mantener el camino gradualista y que, de no hacerlo, podrí­a sobrevenir una "gran crisis".

El ministro de Hacienda enfatizó en que el acuerdo no supondrá un mayor endeudamiento, sino la sustitución de deuda cara (préstamos de bancos de inversión internacional) por otra más barata (la de las lí­neas de crédito del organismo).

En números:

- Se estima que hoy un crédito del FMI implicarí­a una tasa de interés del 4%, la mitad de lo que hoy deberí­a pagar Argentina si saliera a pedir dinero al mercado. 

- La escalada del riesgo paí­s de los últimos meses (120 puntos básicos en cuatro meses), sumada al nuevo contexto financiero global, hace pensar que hoy el Gobierno no conseguirí­a fondos por menos del 8%.

Tanto Macri como Dujovne recargaron todas las culpas de la crisis financiera al cambio de contexto internacional y no a eventuales errores propios en la gestión macrista.

¿Preludio del ajuste?

A juzgar por la reacción del mercado, donde se desinfló violentamente la cotización del dólar cuando empezaron a correr los rumores sobre "la vuelta al Fondo", lo que los operadores están pensando es más bien lo contrario a lo que sostuvo el Presidente. Es decir, que esto es el preludio de un ajuste mucho mayor.

Un tema que todos los economistas señalan con alarma es el déficit de 5 puntos en la cuenta corriente, un nivel muy difí­cil de financiar mientras los argentinos mantienen una demanda de unos u$s3.000 millones mensuales para ahorrar o hacer turismo en el exterior. 

En ese contexto, ya nadie se anima a decir cuál es el valor de equilibrio para el dólar.

En definitiva, la vuelta al Fondo Monetario, algo que Macri realizó con evidente disgusto, es planteada como una solución de última instancia. Pero solución al fin y al cabo. 

En la conferencia de prensa, Dujovne destacó que "el FMI de hoy no es el mismo de hace 20 años" y que, luego de haber reexaminado sus polí­ticas y criterios, ahora adoptaba una actitud de apoyo a los paí­ses que querí­an hacer polí­ticas "contra-cí­clicas" para moderar los costos de los ajustes.

Se trata de una carrera contra el tiempo, ya que lo que el Gobierno intenta con este golpe de impacto es la recuperación de la credibilidad y evitar que el mercado entre en pánico. 

Una tarea difí­cil para este momento del paí­s: este martes se supo que los proveedores de los supermercados habí­an suspendido sus listas de precios y congelado la reposición de mercaderí­a. 

Para peor, los pronósticos de inflación de 22% están empezando a quedar desactualizados, al tiempo que los sindicatos avisaron que quieren reabrir las negociaciones salariales en el segundo semestre. 

Por su parte, la oposición polí­tica da señales de que exprimirá al máximo el flanco que ofrece Macri con su vuelta al Fondo. Es algo que ya se verá en el debate legislativo por la marcha atrás del tarifazo.

Mientras tanto, todas las miradas estarán sobre el dólar, que marcará la temperatura exacta del humor social. Como siempre.