Celular, TV, notebook: por menos impuestos y entrada de importados, la electrónica se abarató 25%
En pleno debate sobre esa pesada mochila llamada "costo argentino" y en momentos en que el problema de la presión inflacionaria complica a la gestión macrista, hay un sector que está pudiendo salir bastante airoso: el de la electrónica.
Durante años, adquirir un celular, un televisor o una computadora en el mercado interno era considerado, a ojo de economistas y expertos en consumo, un "mal negocio".
Sucede que la Argentina lideraba cómodamente y con mucha holgura los rankings de precios a nivel mundial para los dispositivos electrónicos, con brechas incluso superiores al 100% respecto de países con economías mucho más abiertas, como Estados Unidos o Chile.
La fuerte carga impositiva, sumada a la ineficiencia estructural que venía arrastrando el sistema de transporte marítimo y terrestre, sumado a las engorrosas trabas para importar productos terminados e, incluso, insumos –como sucedió especialmente en el último tramo del kirchnerismo- conformaban un cóctel que ayudó a posicionar a la electrónica nacional entre las más caras en todo el mundo.
Era, vale aclararlo, un mal que no era potestad únicamente del sector tecnológico. En rubros como indumentaria, calzado, autos y hasta alimentos, la Argentina supo estar en el podio de los rankings de los países más caros en dólares, un "privilegio" que incluso hoy sigue estando vigente para varios rubros.
Sin embargo, la electrónica ha comenzado a recorrer un camino en sentido contrario.
De hecho, artículos electrónicos como notebooks, celulares y televisores experimentaron una baja nominal de precios en los comercios de hasta el 5% en doce meses.
Lo importante es que dicha contracción llega a ser del 25% en términos reales, si el comparativo se realiza en función de cómo han evolucionado los salarios este último año.
En diálogo con iProfesional, Federico Hellemeyer, titular de AFARTE, cámara que agrupa a las compañías instaladas en el polo fueguino, destaca que el abaratamiento de los productos es en parte "consecuencia del plan de competitividad que encaró el sector".
Dicho plan se pudo firmar a fines de 2017, luego de meses de negociaciones. El pacto de competitividad, que bien podría ser rebautizado como el "Vaca Muerta fueguino", estableció la suspensión de paritarias por el término de 24 meses a partir de junio de 2018.
Además, trazó una agenda de trabajo para avanzar con mejoras en temas como ausentismo, procesos logísticos y simplificación aduanera.
Al congelamiento de las paritarias por dos años se le sumó la quita del impuesto interno que impactaba en los productos locales (pasó del 6,5% al 0%). A esto hay que agregar que las firmas del sector no enfrentan el pago de Ganancias e IVA, lo que les sigue dando un "hándicap" a los dispositivos nacionales.
Como contrapartida, el macrismo le dio impulso a la importación cuando avanzó con la quita gradual de aranceles. Así, un celular que llegaba del exterior, de tributar un 17% pasó a enfrentar una alícuota del 10,5% a partir de este año.
Dicha tasa, además, irá descendiendo de a dos puntos anuales hasta llegar a un 0% en 2024.
En paralelo, dispuso hace unos meses la liberación total de las operaciones aduaneras al incluir a los dispositivos electrónicos en el régimen de licencias automáticas. Es decir, que no requieren de permiso previo para su ingreso.
Cae el consumo masivo pero no el de bienes durablesCabe destacar que, según estimaciones de la consultora Ecolatina, el poder adquisitivo se redujo 1,1% considerando el promedio de 2017 versus el de 2015.
La tendencia de este deterioro de los ingresos se profundizó en lo que va del año: según datos del Ministerio de Trabajo, entre diciembre y febrero últimos, los salarios en blanco registraron un incremento del 4,8%, mientras la inflación en esos tres meses fue del 7,5%.
Esto implicó que el poder adquisitivo se redujo en 2,7 puntos en dicho período, principalmente por el mayor impacto de las tarifas.
Así las cosas, de la mano de una nueva configuración de precios relativos frente al incremento de los servicios públicos, el ingreso disponible para el consumo masivo se achicó, según Ecolatina.
Sin embargo, otro dinamismo están mostrando los bienes durables, cuyos valores de venta al público han venido corriendo por debajo de la inflación.
Un caso paradigmático es el de los autos: en el primer trimestre se patentaron más de 274.000 vehículos, lo que implicó un salto del 18%, alcanzando así el mejor trimestre de la historia.
Algo similar sucedió con el mercado de las motos, que anotó una suba interanual de casi 14%.
Y la electrónica no fue la excepción. En este contexto, desde Ecolatina resaltan que "los menores aranceles a los productos tecnológicos, que dejaron de ser considerados bienes de consumo para ser clasificados como bienes de capital, atenuaron las subas de precios en este sector, incrementando las ventas locales, especialmente en el segmento de celulares".
Según datos de la consultora GfK, en el primer trimestre la venta de artículos electrónicos creció un 23% en unidades respecto del mismo mes del 2017. Al desagregar se observa que:
-El rubro informática, que incluye computadoras y notebooks, experimentó una suba fue del 15% para período.
-La venta de televisores a través del retail aumentó un 19%, también en volúmenes, con un salto del 34% en el mes de marzo.
-En tanto que en teléfonos celulares el crecimiento fue del 5%.
Electro más accesiblesCabe destacar que el salario registrado medio a fines de abril era de $17.700 mensuales, según las estadísticas del ministerio de Trabajo. Considerando una suba del 20%, el nivel actual se ubicaría en el orden de los $21.250.
En paralelo, según un relevamiento de la consultora Market Research & Technology, una "canasta" de telefónos de gama media y baja de marcas líderes como Huawei, LG y Samsung promediaba los $5.332 el año pasado, cifra que equivalía a 0,3 remuneraciones.
En base al ajuste del 20% esperado en general para los sueldos y de la caída nominal del 5% (promedio) que experimentaron los celulares en ese lapso, se obtiene que ahora se requiere el equivalente de 0,23 mensualidades para acceder al mismo equipo.
Esto implica que estos dispositivos electrónicos se abarataron casi 25% en términos de salarios.
En el caso de los televisores, la consultora MRT registró una suba nominal del 4% en los últimos 12 meses para un grupo de modelos de marcas líderes y que van de las 32 a las 55 pulgadas. Esta variación estuvo muy por debajo de la evolución del IPC.
En base a las mismas cifras, el año pasado se requería del equivalente a 0,82 remuneraciones para adquirir un televisor de valor promedio ($14.660). Como contrapartida, ese valor hoy se ubica en niveles cercanos a los $15.200.
De modo que, tras el ajuste salarial estimado en un 20%, la porción del sueldo necesaria para comprar este tipo de dispositivos pasó a ser de 0,71.
Esto significa que los equipos se abarataron cerca de un 13,5% en los últimos doce meses, siempre en términos reales.
En lo que respecta a las notebooks, desde abril del año pasado a esta parte experimentaron una suba mínima, de casi 2%. En este caso, la mejora del poder de compra en términos reales fue del 15%.
Sin embargo, cabe destacar que estos productos ya habían experimentado una fuerte baja de precios previamente, en el primer trimestre de 2017, cuando el Gobierno adelantó que iba a avanzar con una fuerte reducción de aranceles.
De hecho, según el Ministerio de Producción, este tipo de dispositivos acumuló una reducción del 18% a lo largo de todo el año pasado.
Según MRT, en el caso de la categoría "línea blanca", no se registraron bajas nominales. Las heladeras y lavarropas, por ejemplo, se encarecieron el último año un 15%.
En este caso, la evolución de los valores de venta al público fue mayor que en el caso de la electrónica. La razón es que no hubo quita de impuestos ni aranceles, como sí sucedió con celulares, televisores y notebooks.
Sin embargo, siempre en términos de salarios, los artículos del hogar se terminaron abaratando cerca de un 3%.
El hecho de que los precios de heladeras y televisores se hayan movido por debajo de la inflación y de las remuneraciones, señalan a iProfesional desde una de las principales cadenas de electro, obedeció principalmente al mayor flujo de importaciones, especialmente desde Brasil, Turquía y China.
En el caso de las heladeras, en 2017 ingresaron al país más de 300.000 unidades, un 150% por encima de los niveles de 2015, cuando regían trabas al comercio exterior.
En lo que respecta a lavarropas, el año pasado entraron 122.700 equipos, casi cinco veces más que el último año del kirchnerismo en el poder.
Chile, menos atractivo para hacer "shopping" Los últimos veranos, el país trasandino se había consolidado como la "nueva Miami" para los turistas argentinos.
Sucede que artículos como televisores, tablets, teléfonos y computadoras portátiles podían costar, cómodamente, entre un 100% y un 150% más en un comercio de la Ciudad de Buenos Aires que en un local de Santiago.
Sin embargo, este verano que pasó confirmó un punto de inflexión, un cambio de tendencia: Chile demostró que sigue siendo un imán para el turismo, pero que cada vez pesa menos como destino para la compra de tecnología.
Esto se debe a que el gran gap que mostraban los precios de la electrónica a un lado y otro de la cordillera se achicó con fuerza en los últimos meses, en especial, luego de que el Gobierno de Macri avanzara con una reducción de impuestos y aranceles.
Esto, sumado al marcado aumento en el nivel de oferta de marcas y modelos importados -que barrió, por ejemplo, con la producción local de notebooks- llevó a que cada vez más dispositivos hoy estén casi "empatados" con los valores que rigen en el mercado chileno, una vez pagados los tributos correspondientes.
Así las cosas, según datos de la Cámara Nacional de Comercio de Chile, el gasto de argentinos con tarjetas de crédito o débito se desplomó un 30% en el primer trimestre del año.
Desde Fundación Ideal remarcan que hubo dos factores que desalentaron el consumo en ese país: en primer lugar, el abaratamiento relativo de algunos productos electrónicos por quita de aranceles y, en segundo lugar, el encarecimiento que sufrió el país vecino por la evolución de su tipo de cambio.