• 23/12/2024

La otra grieta: por mayor exigencia laboral y familiar, las mujeres son más propensas a desarrollar estrés crónico

Un estudio de Universidad Siglo 21 revela que, pese a tener peor calidad de vida, es más difícil que se vuelvan "cínicas" o "apáticas" respecto al trabajo
28/02/2018 - 10:43hs

Existen diversos estudios sobre la brecha existente entre hombres y mujeres en cuanto a salario, oportunidades y condiciones de trabajo. Sin embargo, no es tan frecuente tener cifras certeras respecto de las diferencias en lo que hace a su bienestar en el ambito laboral en la Argentina. 

Atentos a esto, expertos del Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la Universidad Siglo 21 desarrollaron una investigación que concluye que las mujeres presentan un mayor nivel de demanda y exigencia familiar y laboral, a lo cual se suman dificultades para reponerse y desconectarse de esos requerimientos.

"Por esta razón, existe una brecha en cuanto a la calidad de vida", que en términos generales se traduce en que éstas afronten mayores conflictos en la relación familia-trabajo, niveles de estrés más altos que sus pares varones, más dificultad para relajarse y recuperarse luego de una jornada laboral, y en consecuencia, propensión a tener problemas emocionales como ansiedad, depresión y somatizaciones. 

"Donde trabajamos pasamos unas tres cuartas partes de nuestras vidas. Y esa división tan taxativa hasta hace unas décadas entre trabajo y la vida privada, hoy está diluida. Los lí­mites se rompieron de tal manera, ayudados por la tecnologí­a, que para nosotros estudiar la calidad de vida en en este ámbito particular fue un tema de preocupación todo el año pasado", contó Marí­a Belén Mendé, rectora de la Universidad.

"Por otro lado, mirar a las mujeres con sus caracterí­sticas psicológicas, emocionales y biológicas, nos pareció una buena punta para empezar a hilar algunas conclusiones orientadas a polí­ticas", continuó.

En este sentido, la respaldó Leonardo Medrano, Secretario de Investigación de la entidad educativa, quien indicó que a diferencia de lo que ocurre con las diferencias de género a nivel salarial o de participación en la economí­a y los negocios, las que tienen que ver con el bienestar y la salud están más "silenciadas" y no resultan tan fácil de medir, por lo cual no se tení­an hasta el momento datos que permitieran dar cuenta de ella. "Pero es la brecha que creemos que afecta a la mayor cantidad de mujeres en la Argentina", declaró. 

El estudio se realizó a través de técnicas de investigación utilizadas a nivel internacional, mediante entrevistas telefónicas a unas 1050 personas -aproximadamente 50% mujeres y 50% varones- en siete grandes ciudades argentinas (Capital Federal, Córdoba, Rosario, Comodoro Rivadavia, San Miguel de Tucumán, Corrientes y Mendoza). 

El Observatorio realizó este estudio basándose en cuatro ejes principales: el conflicto familia-trabajo; el estrés y su relación con el agotamiento; el ocio y su efecto en la desconexión; y, finalmente, cómo esto se traduce en diversas sintomatologí­as emocionales.

Durante la presentación del informe, a la cual asistió iProfesional, se destacó que el 18,6% de las mujeres señalan que "Siempre o casi siempre" no le queda tiempo para realizar sus hobbies, mientras que en los hombres está cifra es un 4,2% inferior.

Además, el 13,8% de las mujeres señala que le resulta difí­cil concentrarse en su trabajo al estar preocupada por asuntos domésticos, mientras que entre sus pares varones esto no ocurre ni en el 10% de los casos.

En consecuencia, ellas declararon mostrar varios indicadores de agotamiento relacionado exclusivamente al plano laboral, más de lo que expresaron los participantes del sexo opuesto. 

Por caso, el 33,2% señaló que "siempre o casi siempre" se encuentran agotadas después de la jornada laboral, mientras que esta cifra se reduce al 25,8% entre los hombres.

Sumado a ello, el 27,2% de las mujeres comunicó que cada vez se le hace más difí­cil comenzar una nueva jornada laboral. Esta cifra es casi un 10% menor (17,6%) en el caso de los varones.

Otra diferencia importante fue que el 31,6% de las encuestadas dijo que le resulta difí­cil relajarse después de un dí­a de trabajo, mientras que

este porcentaje disminuye a un 23% para los participantes masculinos.

De acuerdo a la Universidad, una de las principales razones del agotamiento es el "cinismo", es decir, un estadio psicológico caracterizado por la falta de interés e identificación por el trabajo. Así­, frente a elevados niveles de agotamiento, el individuo se vuelve menos sensible a bajar su productividad laboral o hasta a mantener un bajo desempeño.

"El cinismo es cuando el agotamiento no te permite continuar con la tarea laboral. Es un concepto asociado particularmente al trabajo", dijo Medrano.

Sin embargo, se observó que las empleadas, a pesar de presentar mayores niveles de agotamiento, no exhiben medias superiores de cinismo. La correlación entre ambos factores es mayor en hombres (r=41) que en mujeres (r=37).

Esto contribuye a mantener los niveles de estrés a largo plazo. Por el contrario, ellas son más propensas a desarrollar anhedonia, que implica una apatí­a no solo ante los temas laborales sino incluso para actividades placenteras, que son las que colaboran en la recuperación. 

Cantidad vs. calidadSegun Medrano, el agotamiento y el estrés no se resuelve simplemente teniendo más tiempo de ocio, sino que de lo que se trata es de lograr una verdedera desconexión de las exigencias -tanto familiares como laborales- durante ese perí­odo. En este punto es en donde las encuestadas demostraron tener mayor dificultad en relación a sus pares varones.

El Secretario de Investigación de la Universidad describió el estrés como una tensión que se provoca cuando los recursos no son suficientes para satisfacer a las demandas. Entonces esa tensión, tanto a nivel fí­sico (liberación de cortisol en el organismo) como psicológico, permiten que los individuos desarrollen un "extra de energí­a" para afrontar dichas situaciones.

Se trata de una fase transitoria que debe ser acompañada de una "fase de recuperación" (descanso y liberación de melatonina) que permite al organismo restablecer sus energí­as.

Lo que ocurre precisamente es que, de acuerdo a este relevamiento, ese "recovery" no resulta tan sencillo de alcanzar y la tensión es más extendida, generando en las participantes femeninas una mayor propensión a desarrollar estrés crónico. 

Por ejemplo, la encuesta relevó que el 14% de las mujeres nunca se toma tiempo para descansar luego de la jornada laboral y el 27% no puede olvidarse del mismo cuando finaliza; mientras que solamente el 10% de los hombres no procura tiempo de descanso, y un 25% no deja de pensar en el trabajo.

En consecuencia, no es sorprendente que el doble de mujeres (23%) que de hombres (10%) sientan tensión, dolor muscular, mayores niveles de fatiga, ansiedad, problemas de concentración y decaimiento.

Muchas de las trabajadoras encuestadas declararon sentirse, además, decaí­das, deprimidas o desesperanzadas. Presentan problemas de concentración, cansancio y fatiga, se sienten inquietas y les cuesta permanecer sentadas.

Además, confirman que se sienten fracasadas, consideran que han decepcionado a su familia y están nerviosas, ansiosas y con los nervios "de punta".

Todo esto redunda, según describió Medrano, en un cí­rculo vicioso en el que mayores demandas y dificultad para desconextarse de ellas, no permiten la adecuada recuperación, lo que deviene en un mayor agotamiento que deja al individuo con menos recursos para responder a nuevas demandas. 

Cuando este ciclo se repite, los sí­ntomas crónicos de tensión (caracterizados por sentirse nervioso, ansioso o inquieto), comienzan a generar cansancio, fatiga y sensación de decaimiento, además de dolor muscular, fallas en la concentración y problemas de sueño, entre otros factores.

"En los casos más crónicos, puede llevar a un estado de anhedonia, caracterizado por la pérdida generalizada de interés, la falta de energí­a

para hacer actividades (incluso placenteras) y la desesperanza", concluye el reporte.