El síndrome SanCor: de Verónica a Ilolay, más iconos lácteos entran en crisis y salen a buscar inversores
El estado crítico que atraviesa la industria láctea nacional sigue sumando nombres que exponen cuán complejo es el actual escenario.
En paralelo a la falta de definiciones sobre el destino que finalmente tendrá SanCor -auténtico "peso pesado" del sector y fiel exponente de las dificultades financieras que atraviesan las productoras de leche en general-, en las últimas semanas se agravaron los problemas para otros jugadores que también pisan fuerte en el ramo.
En todos los casos, destacan distintos analistas y directivos consultados por iProfesional, los factores que se combinan son diversos:
-Productividad en caída por variables como la continua suba de costos y el clima adverso.
-Excesiva capacidad ociosa en las plantas por contar con grandes estructuras para hacer frente a los actuales niveles de producción actual.
-Menor rentabilidad por baja en el consumo de lácteos en el mercado interno y pérdida de participación en plazas internacionales.
A estas variables se suma, en muchas de las compañías, un alarmante nivel de endeudamiento y que las pone directamente al borde de la quiebra.
Desde la Asociación de Productores de Leche (APL), aseguraron a este medio que hoy ninguna de las empresas locales más importantes figura siquiera en el top 20 de las principales productoras a nivel mundial.
Cabe destacar que, hasta los años 90, la Argentina tenía dos compañías en este competitivo ranking global.
"El grueso de las firmas posee una capacidad ociosa que asciende a casi el 50%", especificó una fuente.
Sólo en el último bienio, la Argentina registró su peor caída en términos de producción en casi medio siglo.
Según datos del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), las exportaciones de productos como la leche en polvo cayeron un 25% durante 2017.
"En general, en términos de valor, el país generó u$s659 millones con sus exportaciones de lácteos en los primeros 11 meses de 2017, casi 10% menos que los u$s729 millones en el mismo período de 2016", destaca un informe de la organización.
"El descenso en las exportaciones de lácteos argentinos se puede atribuir principalmente a una fuerte caída en los envíos a tres compradores tradicionalmente grandes: Brasil, Rusia y Venezuela", detalla el documento.
"Los despachos a Brasil cayeron más de 23.000 toneladas. Los envíos a Venezuela bajaron en casi 16.000 toneladas a 2.864 toneladas y las exportaciones a Rusia se contrajeron en unas 11.000 toneladas", añaden desde OCLA.
La incidencia de otras variables claves, como el valor del dólar en un contexto de sostenida inflación, llevó a que en 2017 se profundizara la falta de competitividad.
La Suipachense, en concurso
La crisis que golpea al sector está lejos de afectar sólo a SanCor.
De hecho, la firma Lácteos Conosur de Suipacha, controlante de la marca La Suipachense, entró en concurso de acreedores a principios de año y hoy mantiene negociaciones para tratar de achicar un pasivo del orden de los $250 millones.
A raíz de de esta compleja situación financiera, peligra el funcionamiento de una planta de procesamiento en la que hoy desempeñan funciones alrededor de 135 personas.
"Tiene un problema típico de la lechería en la Argentina: un sobredimensionamiento como empresa para la cantidad de leche que procesa por día. Está pasada de empleados y, a partir de sus dificultades para mantener la estructura, empezó a demorar los pagos. Esto derivó en faltante de leche para producir y se terminó formando una bola de nieve", aseguró a iProfesional un experto que conoce en profundidad el caso de La Suipachense.
El declive de la compañía empezó a quedar de manifiesto hace casi un año, cuando rebotaron los primeros cheques entregados a los que hoy son sus acreedores. Luego, llegó la avanzada de la AFIP y la agencia bonaerense ARBA, con las que la firma mantiene en la actualidad una deuda de $150 millones.
Hoy por hoy, los titulares de La Suipachense, los venezolanos Alfredo y Carlos Fernández, se debaten entre ajustar la estrategia para negociar la deuda o, directamente, salir a buscar un comprador.
"Se llega a esto tras un sinfín de complicaciones que ya venía mostrando la empresa. Empezaron a aparecer cheques sin cubrir, problemas con los bancos, y luego sus dueños se encontraron en una situación difícil de revertir", afirmó a iProfesional Daniel Villulla, gerente de Caprolecoba, la cámara que nuclea a los productores de leche de la cuenca oeste bonaerense.
"Para arreglar este agujero financiero se requiere de una inyección de capital que los dueños de La Suipachense no parecen dispuestos a convalidar", agregó.
Aunque los productos de la marca todavía dicen presente en cadenas como Walmart, lo cierto es que el portafolio de la firma se ha ido achicando por efecto de la merma en la entrega de leche que vienen llevando a cabo los tamberos proveedores de la firma.
Verónica, futuro complejo
Otra de las compañías que integra el grupo de las lácteas en problemas es Verónica, cuyo nivel de ingresos no alcanza para cubrir sus gastos de estructura.
De acuerdo con fuentes del sector, en las tres plantas que la firma mantiene operativas en Santa Fe la masa laboral supera ampliamente los 800 empleados.
"Se trata de un número desproporcionado para la cantidad de leche que recibe y los productos que desarrolla. Tranquilamente podría funcionar de forma eficiente con algo más de la mitad de los operarios que posee", comentó a iProfesional una fuente cercana a la compañía.
Consultado respecto de la situación de Verónica, Villulla sostuvo que las dificultades por las que atraviesa la firma son conocidas por todos en el ámbito de los lácteos.
"La empresa pertenece a una familia con experiencia en el rubro, es muy tradicional, y llega a estas complicaciones por los factores que hoy aquejan a la mayoría de los actores del rubro. Enfrenta problemas de competitividad en un escenario donde se siguen cerrando tambos y el precio de la leche no mejora a nivel internacional", expresó.
Puertas hacia adentro, los directivos de Verónica hoy evalúan desde habilitar el ingreso de un socio del exterior, hasta buscar un comprador.
Así las cosas, y más allá de la diferencia de matices, las opciones que hay sobre la mesa no se diferencian demasiado de lo que le toca atravesar a La Suipachense.
"En el sector se sabe que Verónica está a la venta. Le ocurre lo mismo que a muchas otras firmas, porque es parte de un sector que está muy debilitado. Es una de las empresas a las que exportar se la ha hecho cuesta arriba porque dejó de ser competitiva", señaló Manuel Ocampo, referente de APL.
"Las lácteas hoy enfrentan cargas impositivas elevadas, costos laborales en ascenso, tarifas energéticas en alza y todo esto deben resolverlo con una fuerte capacidad ociosa. El sector en su totalidad, salvo raras excepciones, está en igual situación", dijo a iProfesional. Cierre en Ilolay
La tercera compañía que inició 2018 con números en rojo es Williner, la controlante de la reconocida marca Ilolay.
En la primera parte de enero, la firma comunicó su decisión de cerrar su fábrica en la ciudad santafesina de Suardi.
La novedad fue ratificada por Roberto Tión, secretario de Lechería de dicha provincia. Del lado de Williner lo primero que se buscó aclarar es la continuidad de los 70 puestos de trabajo que están afectados a la planta que será desactivada.
Además de Suardi, la firma también administra instalaciones lecheras en Bella Italia, El Trébol y Arrufó. Todo indica que, en el corto plazo, Williner planea concentrar su capacidad de procesamiento en las plantas de mayor tamaño con las que cuenta hoy.
"Buscan achicar costos para ser más competitivos en el mercado nacional e internacional. Estamos dialogando para que la empresa no cierre la planta. Hoy están dando retiros voluntarios", declaró Hugo Boscarol, intendente de Suardi.
Desde APL, Ocampo sostuvo que Willimer lleva "mucho tiempo" tratando de desprenderse de su negocio aunque, aclaró, "no termina de encontrar comprador porque pide demasiado" por las plantas.
Villulla, en tanto, recordó que esto se inscribe en el proceso que enfrentan prácticamente todas las lácteas: costos cada vez más pesados, precios bajos para la leche a nivel interno y mercados internacionales todavía cerrados.
"Si no resolvemos la cuestión de la competitividad, los nombres complicados se seguirán sumando. Hoy casi todas las empresas están haciendo malabares con los bancos. El componente financiero es uno de los obstáculos básicos a resolver para garantizar la supervivencia de la actividad. Los costos se han vuelto una curva ascendente y, como contracara, el precio está una meseta. Así se hace imposible pensar una mejoría", concluyó.