Dueños de Winery tienen una deuda de $650 millones y buscan evitar la quiebra de la principal cadena de vinotecas
Nacida a comienzos de la década del 2000 de la mano de una parte de la familia fundadora de la casa de indumentaria Chemea, la cadena de vinotecas Winery busca fórmulas para evitar una posible quiebra y desaparición.
Su actual deuda supera los $650 millones, según admiten en el mercado y entre sus principales acreedores.
Entre las razones, se detaca el hecho de haber pretendido expandir sus negocios mas allá de sus ingresos, en un contexto de mala gestión gerencial.
También, se vincula con los cambios de hábito entre los consumidores, más proclives a las compras de vino por Internet, y a las diferencias de precios que existen para una misma marca entre las góndolas de los grandes hipermercados, los súper chinos y los estantes de los locales de Winery.
La situación derivó en un cambio de manos en la principal marca de vinotecas de Buenos Aires, que fue desarrollada por tres de los hermanos Chmea pero que ahora tiene a dos de ellos afuera de la compañía y al otro como nuevo CEO y responsable de negociar ante los acreedores el abultado pasivo.
Se trata de Jaime Chmea, quien heredó parte de las empresas del llamado "Grupo Chemea", originalmente fundado por su padre, David Chmea.
El caso incluso derivó en algunas causas penales cruzadas derivadas por graves conflictos de relación entre sí, pese a los lazos familiares que los une.
Incluso, todos los locales de la cadena de venta de indumentaria "made in China" Chemea cerraron en la década pasada y la sociedad que manejaba este negocio bajo el nombre comercial de Boeing se presentó en quiebra y fue disuelta.
Si bien en el caso de la crisis de Winery se trata de un tema sensible del cual los acreedores y los propios dueños de la cadena no quieren hablar de manera oficial, iProfesional pudo saber que la mayor parte de ese dinero adeudado corresponde a facturas que todavía no han abonado a importantes bodegas locales, como Catena Zapata, Peñaflor, Chandon y La Rural, entre otras.
También a varios bancos, como el Itaú, por una gran cantidad de cheques rechazados.
Desde Winery prefirieron no hacer declaraciones, al igual que en varias de las bodegas nombradas donde el tema se evita para no complicar las negociaciones con Jaime Chmea, actual dueño de la cadena y quien busca reestructurar el pasivo de la cadena de vinotecas.
De hecho, la primera propuesta que les habría hecho llegar a sus acreedores es la de renegociar una a una las deudas durante todo este año, con una fuerte quita y comenzar a pagar recién a partir del año próximo.
Winery fue creada a principios de los 2000, cuando los hijos del fundador de Chemea tomaron la decisión de independizarse de la "cultura" textil familiar para incursionar en el mundo del vino.
La decisión no fue casual ya que los tíos maternos de Jaime, Moisés y Amelia Chmea eran propietarios de las cadenas Ligier y Tonel Privado. Se trata de la familia Dayán, que controla ambas sociedades.
En el caso de los Chmea, abrieron su primer local Winery en la esquina de Avenida del Libertador y Federico Lacroze, en el barrio porteño de Belgrano, con un préstamo hecho por varios de sus familiares. Luego, comenzaron a recurrir a los bancos para apalancar el crecimiento de la cadena.
Esa primera etapa fue compartida por los tres hermanos: Jaime, Moisés y Amelia, y se le dio un fuerte impulso al plan de crecimiento con la apertura de nuevos locales, en especial en los principales shoppings centers del país.
El objetivo no era solamente vender vinos de alta gama, sino el de convertir a cada local de Winery en un lugar de referencia para los amantes de la buena vida y los placeres gourmet.
También, desarrollar el negocio de la regalería. De hecho, el 75% de las ventas de Winery se empaquetan para regalar, más que nada para el mundo corporativo, uno de sus principales negocios.
Winery trabaja con la mayoría de las bodegas top de la Argentina, y tiene acuerdos con los importadores de las principales marcas del mundo.
En la actualidad, de los tres hermanos, solamente Jaime se mantiene en Winery. Es quien intenta equilibrar las cuentas, buscar aire para evitar su definitiva desaparición mediante una complicada renegociación de las deudas acumuladas en estos últimos años.
Sus otros dos hermanos quedaron fuera de la sociedad y, según las fuentes del mercado, con enfrentamientos entre los tres por la supuesta mala gestión y la profunda crisis en la que habrían sumido a Winery tanto por errores de planificación como por no haber percibido los cambios en el consumo de quienes compran vinos.
Y no solamente en base al crecimiento de los súper chinos como canal sino al uso de los portales de comercio electrónico con Mercado Libre a la cabeza donde también los vinos de alta gama se pueden encontrar a precios mucho más baratos que en los locales de la cadena.