Dólar, tasas e inflación: los inversores ya se preparan para una baja del costo del dinero y tipo de cambio más volátil
Más que un anuncio, fue un sinceramiento.
Los miembros del equipo económico demostraron reflejos, algo tardíos, pero reflejos al fin, para evitar el mal mayor: que sus proyecciones económicas cayeran en la irrelevancia y fueran ignoradas por la sociedad en medio de las negociaciones paritarias e indexaciones de contratos.
La realidad es que ya nadie tomaba como un número creíble el 10% más dos puntos de margen que el Banco Central había fijado como meta inflacionaria para 2018.
Ni el mismísimo ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, lo hacía. Al punto que insinuó que no le disgustaría que la pauta para los próximos acuerdos salariales tomase como referencia el pronóstico del sector privado.
"Las expectativas del sector privado que releva el Banco Central están en 16,6% para el 2018. Entonces, uno debiera esperar que las paritarias cierren en ese número", decía el funcionario hace dos semanas.
Y, de hecho, esa cifra estaba en sintonía con la partida para los jubilados y pensionados que el propio Palacio de Hacienda suscribió en el proyecto de Presupuesto 2018.
Por otra parte, las primeras paritarias que se van cerrando, en sectores como bancarios o aeronáuticos, apuntan a números en torno del 20%.
Llamativamente, la cifra que todo el mercado espera como inflación para 2018 es la misma que Federico Sturzenegger había prometido... pero para 2017.
Más aun, este año que termina cerrará con un 23%. Es decir, el número que Alfonso Prat Gay había estimado... pero para 2016.
En definitiva, lo que el equipo económico hizo fue reconocer que entre sus proyecciones y la realidad existía un "delay" de un año.
Todas las metas inflacionarias se vienen cumpliendo con retraso, y lo mismo ocurriría con la inicialmente propuesta para 2018. Es decir, el ya extinto pronóstico de 10% quedará vigente...pero para 2019.
En este proceso de sinceramiento hubo claros ganadores y perdedores.Sturzenegger, el gran perdedorEl gran perdedor, naturalmente, es Sturzenegger.
Su incomodidad fue evidente en la conferencia de prensa cada vez que los periodistas le recordaban la vehemencia con la que defendía sus metas de inflación, su política de altas tasas de interés y su ya famosa frase "revisar metas es lo mismo que no tener metas".
El titular del BCRA fue la imagen de la derrota. Para empezar, ya no se refirió a las metas de inflación como metas "del Banco Central" sino del Poder Ejecutivo.
Puede parecer un detalle sutil, pero esa frase es toda una definición: implica que ya no jugará un rol protagónico en la lucha contra el índice de precios sino que será un mero ejecutor de una política más amplia, diseñada en el ámbito político.
Y, en un gesto elocuente, quien anunció el "recalibramiento" de las metas inflacionarias fue Dujovne.
En otras palabras, que el Banco Central perderá margen de maniobra y algo de su preciada independencia, justo en un momento en el que, tanto desde fuera como desde dentro del propio Gobierno, había protestas y reclamos.
Nadie expresó el malestar con tanta claridad como el senador peronista Miguel Angel Pichetto quien, en el debate sobre el Presupuesto 2018, criticó la política de altas tasas.
"No cierra en Argentina que el Banco Central se maneje con autonomía como si fuera el Bundesbank. Esto permite un tipo de cambio bajo que no le sirve a nadie. Ni a la Pampa Húmeda, que volvió a guardar los cereales en los silos", enfatizó.
Dujovne hizo una desganada defensa de su colega, pero en el fondo todos sabían que opina parecido a Pichetto. De hecho, tal como anticipara iProfesional, los miembros del equipo económico ya mostraban su temor de que se volviera a estancar la economía en 2018.
Lo cierto es que Sturzenegger vivió en las últimas semanas un embate desde todos los frentes. Economistas influyentes como Domingo Cavallo, Ricardo López Murphy, Guillermo Calvo y Miguel íngel Broda habían dejado en claro su escepticismo.Cavallo advirtió que el Banco Central fracasaría en su intento por dominar la inflación vía altas tasas, y que únicamente lo que iba a conseguir era enfriar la economía y planchar al dólar en un nivel difícil de sostener.
El ex ministro sugería que debía bajar los tipos de interés y dejar subir al tipo de cambio para encontrar un nuevo punto de estabilidad.
Al "Sturze" se lo había visto nervioso y algo ofuscado en los últimos días. Días atrás iProfesional también reveló el diálogo del funcionario con un influyente consultor de la City:
- "Te están criticando mucho, Fede, cada día más. ¿No te estás quedando solo en esta pelea?"
- "Y, en parte es lógico. Entiendo que no guste mi obstinación o que tome una postura tan rígida. Pero yo estoy convencido de lo que hago".
Esa frase coincidía con el perfil "duro" que supo ganar en sus dos años al frente del Central: un funcionario obsesionado con la baja del índice de precios, apegado a la línea ortodoxa y dispuesto a torcerle el brazo a quien se le opusiera.
De hecho, se había hecho fama de invencible en la pelea interna del Gobierno: debieron alejarse Alfonso Prat Gay y Carlos Melconian, dos "peso-pesados" que habían manifestado su desacuerdo con la línea del Central.
Pero todo eso parece parte de un capítulo terminado.La "mesa chica" impuso su visión políticaEl propio diseño de la conferencia fue bastante simbólico sobre la nueva situación. Nunca habían hablado en conjunto los dos ministros del área económica junto con el presidente del Central.
Esta vez sí lo hicieron, en parte para dar imagen de unidad y coherencia, pero también hubo quienes interpretaron un mensaje de sumisión de lo económico a la política. No por nada, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, fue quien presidió la reunión.
Ninguno de los ministros ratificó sus metas para el año próximo. Dujovne se jactó de haber sobre-cumplido su objetivo fiscal. Luis "Toto" Caputo cuantificó en u$s30.000 millones la emisión de deuda para 2018 y rechazó las acusaciones de insostenibilidad.Sturzenegger intentó una defensa de su gestión, pero entrelíneas admitió que en algún momento aflojará su rígida política monetaria y bajará las tasas. El mercado lo interpretó inmediatamente, por lo que el dólar mayorista se disparó 80 centavos.
Incluso, alejándose de su discurso de "no intervención" en el mercado cambiario, el propio Central indujo esa suba, por la vía de convalidar una reducción de los tipos de interés en el mercado secundario de las Lebac.
Los operadores de la City lo interpretaron como una señal de que la célebre "bicicleta financiera" dejará de ser negocio y que habrá que rearmar los portafolios de inversión ahora con una mayor porción de divisas estadounidenses.
En la conferencia, Sturzenegger no quiso dar mayores precisiones sobre qué ocurrirá con la tasa (posiblemente porque, tal como están hoy las cosas ni siquiera la nueva meta de 15% luce cumplible), pero quedó en evidencia que el contexto había cambiado.
La contracara del presidente del Central fue el "ala política" del macrismo, representada por Marcos Peña y por otros funcionarios ausentes en los anuncios pero con llegada a la "mesa chica", como Mario Quintana y Gustavo Lopetegui.
Precisamente ellos son los grandes ganadores de la interna. Impusieron su punto de vista y, sobre todo, lograron persuadir al presidente Macri, que hasta ahora siempre había "bancado" políticamente a Sturzenegger.
El primer síntoma de que el contexto político estaba cambiando se observó en agosto pasado, cuando Sturzenegger tuvo que abandonar su preciada neutralidad cambiaria e intervenir de modo directo para ponerle un techo de $18 a un dólar que se escapaba en plena campaña electoral.
"Federico, hay que sacar al dólar de los principales títulos de los medios de comunicación", había sido la lacónica frase de Dujovne con el aval presidencial.
Ahora, con un Banco Central más supeditado a objetivos políticos, esta facción del macrismo gana posiciones y podrá -como se intentó exhibir en el anuncio oficial- diseñar una política coordinada y libre de la sospecha de contradicciones internas.Los ojos en el dólar y el contagio a preciosLos efectos del anuncio oficial son bastante previsibles. Todas las miradas estarán sobre el tipo de cambio y el desafío consistirá en determinar cuál es el nuevo valor de equilibrio ahora que el "factor tasa de interés" será menos influyente.
Pero, sobre todo, la gran duda es cuál será el impacto de la devaluación sobre los precios de la economía. Es un punto en el que el Gobierno intenta llevar calma, por ahora con poco éxito.
Sturzenegger puso como ejemplo la reciente escapada pre-electoral del dólar, cuando el contagio a precios fue casi nulo. Pero, de la misma manera, muchos recuerdan el error de cálculo del Gobierno al momento de desarmar el "cepo".
Esa discusión está lejos de ser un tema académico entre economistas: por el contrario, será la que domine las paritarias que arrancarán en los primeros meses del 2018. Según cuáles sean las expectativas que se impongan, quedará en claro si la nueva meta del 15% luce realista o también quedará superada.
Mientras tanto, será inevitable convivir con rumores sobre la estabilidad en el cargo del presidente del Banco Central.
Algunos de los economistas que lo apoyaron hasta ahora empezaron a insinuar que debería renunciar ante lo que interpretan como una pérdida de autonomía.
Por caso, Diego Giacomini, director de Economía & Regiones y uno de los principales defensores de Sturzenegger, consideró: "La política se llevó puesto al Banco Central".
"Lo obligaron a cambiar sus metas y no sé si nos mienten o nos toman por bobos. Ahora van a tolerar más inflación durante tres años seguidos, cuando su objetivo primordial era combatirla", sentenció.
De momento, la conclusión es que la facción del "gradualismo" ganó otra partida y está más vigente que nunca.
Impuso su visión sobre que esto es Argentina y que aquí los cambios no son fáciles de imponer, como ya le terminó de quedar claro a Macri con los violentos incidentes callejeros en medio del debate parlamentario.
En otro fin de año caliente, ganaron las palomas y perdieron los halcones.