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¿Fantasí­a o enfermedad?: así­ es la vida de los adictos al sexo

Una investigación australiana ahondó sobre este tema. El estrés y la depresión pueden ser los síntomas más comunes de esta patología
27/12/2017 - 17:12hs

A partir de una encuesta que realizaron en la Universidad de Nueva Inglaterra en Australia, en la que sondearon a más de 1.500 personas como parte de un estudio en colaboración con el Centro de Adicción y Salud Mental de Toronto; hallaron el extraño caso de Jason, un hombre, padre de familia y separado, que tiene más de 50 orgasmos por dí­a.

"El porno es como la cocaí­na. Soy un adicto y no puedo parar", reconoce Jordan. La patologí­a comenzó a ser tratada por especialistas a base de medicamentos para la depresión, para lograr evitar que el hombre repita los 50 orgasmos al dí­a que dice experimentar.

En la encuesta también se revelaron otros casos como el de Aeron, quien tiene 42 años, es padre de familia, separado y asegura que dos o tres veces a la semana visita a sus parejas, y tienen sexo en espacios públicos.

Por otro lado, Jesii, (nombre ficticio), de 30 años, tiene trabajo y pareja estables, pero también un secreto: busca sexo casual en las aplicaciones del móvil, se masturba tres veces al dí­a y fantasea, casi de forma constante, sobre relaciones sexuales con otros hombres. Ella admitió que lleva así­ desde los 14 y que incluso le ha transmitido enfermedades de transmisión sexual (ETS) a su marido.

"Tengo problemas para controlarme", y agregó que sus impulsos solí­an ser "intermitentes", pero que tení­an un "impacto serio" en su bienestar y el de su familiares y amigos.

"A menudo siento vergí¼enza", declara. La mujer, a la que le diagnosticaron ansiedad y le recetaron antidepresivos, asegura a los investigadores que "no tiene ni idea" de qué hacer al respecto.

No obstante, pese a la presión de algunos terapeutas, quienes aludieron a las consecuencias devastadoras de la adicción al sexo para quienes la sufren y sus parejas, el trastorno todaví­a no ha sido reconocido.

Cuando The New York Times le preguntó sobre las razones a Charles O'Brien, profesor de psiquiatrí­a de la Universidad de Pensilvania involucrado en la última actualización del manual, este aseguró que no existen pruebas cientí­ficas rigurosas de que este comportamiento sexual afecte al cerebro de la misma manera que se ha demostrado con la adicción a las drogas o al alcohol.

Por lo que los pacientes que padecen esta adicción pretenden que se reconozca como enfermedad, para poder tratarse y vivir una vida normal.

"La adicción sexual tiene tres caracterí­sticas: es compulsiva, persistente y recurrente", dice el sexólogo León Gindí­n al diario Clarí­n. Y explica: "Compulsiva porque no se puede parar, hay que cumplir sí­ o sí­ con esa exigencia que impone la cabeza. Persistente porque hay que hacerlo a cada rato, todo el tiempo. Y recurrente porque siempre se acude a los mismos recursos".

Imposible saber si en la Argentina esta adicción golpea a muchos. No hay estadí­sticas. Lo que sí­ se sabe, a partir de la experiencia de los principales especialistas del paí­s, es que nueve de cada diez adictos al sexo son hombres. "Se podrí­a pensar en algo genético: el embrión es naturalmente femenino y en la octava semana del embarazo puede pasar a ser masculino. Y es en ese proceso cuando puede haber una alteración. También en algo hormonal: que haya una exagerada secreción de testosterona", asegura el especialista.

En los Estados Unidos, donde se calcula que este problema afecta al 6% de la población, existen clí­nicas especializadas y muchí­simos estudios médicos publicados. Según el especialista Allan Bruckheim, uno de cada 16 adultos puede ser adicto al sexo, aunque los que piden ayuda son pocos. Entre los que buscan "curarse", la mitad está casada y dos tercios tienen el secundario completo.

Para el sexólogo Juan Carlos Kusnetzof, el adicto sexual "siente que la única manera de superar la angustia es teniendo sexo. Y eso se convierte en un hábito".

La psicóloga y sexóloga Diana Resnicoff coincide: "La compulsión calma una tremenda angustia que proviene de un vací­o interior. Pero nada los llena porque el ví­nculo placer-amor está roto. El adicto sexual es un carenciado, un bebé hambriento de amor".

Para Adrián Sapetti, presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana, "lo que caracteriza la conducta del adicto son los rituales. Debe satisfacerse siempre de la misma manera, con la misma secuencia, porque así­ cree que neutraliza su angustia. Pero el ritual no ataca la raí­z del problema, el cual, necesariamente, reaparece".

Patrick Carnes, el primer terapeuta en definir la adicción sexual, hizo una encuesta entre mil pacientes con esta patologí­a y encontró que el 42% también era adicto a las drogas o al alcohol, que el 38% tení­a algún desorden alimentario y que el 28% sufrí­a de compulsión al trabajo. Además, dos de cada tres habí­an sido ví­ctimas de abuso fí­sico, emocional o sexual durante la infancia. Gindí­n, por su parte, encuentra que los adictos al sexo son, en general, "personas que en la niñez vivieron un modelo de amor alejado de los cánones más normales".

En general, el adicto al sexo tarda en buscar ayuda. "Recién hace una consulta cuando su comportamiento le genera demasiados problemas con su pareja, con la sociedad, con el trabajo o, incluso, con la policí­a", dice Sapetti.

Para Kusnetzof, los tratamientos para superar la adicción demoran meses: "Y la mejorí­a siempre es frágil. Se vuelve a reincidir porque los instintos se renuevan constantemente". Es que a diferencia de las drogas o el alcohol, la "sustancia" que daña está en el organismo.

"El tratamiento es doble: medicación (antidepresivos para bajar lo compulsivo) y psicoterapia. Se busca que el adicto haga un reaprendizaje social. ¿De qué manera? Se le dan tareas como llevar registros de los momentos de mayor angustia, se le proponen otras actividades, como un deporte, y se intenta conectarlos con el placer", explica Resnicoff.

Los especialistas recomiendan las terapias de grupo, porque hablar con otros disminuye el sentimiento de soledad y vergí¼enza. El objetivo de estos grupos es lograr un despertar espiritual y llevar ese mensaje a otros adictos.

Dónde buscar ayuda¿Cómo combatir esta adicción? En la Secretarí­a de Salud de la Ciudad afirman que los hospitales públicos porteños todaví­a no tienen programas especí­ficos para los adictos al sexo. Pero en Buenos Aires ya existen cuatro grupos de autoayuda gratuitos, que plantean tratamientos similares a los de Alcohólicos Anónimos. Cultores del bajo perfil, hablan de ellos como "la comunidad", y son muy celosos de su funcionamiento.

"A diferencia de Alcohólicos Anónimos (AA) o Narcóticos Anónimos (NA), la adicción sexual tiene una connotación negativa, porque se la vincula directamente a casos de abuso. Pero muchos no saben que hay adictos sexuales que no tienen sexo. Es como con la comida, donde hay quienes se dan atracones y quienes no comen", explican desde Sexo Adictos Anónimos (SAA), una comunidad que en el paí­s existe hace más de veinte años, donde quienes sienten que el sexo controla de forma negativa su vida se encuentran de forma anónima y trabajan en grupos de 8 o 10 personas, hombres y mujeres, de todas las edades y profesiones. También hay reuniones por Skype para quienes no pueden asistir.

"Un gran número de adictos sexuales dice que el uso malsano del sexo ha sido un proceso progresivo. Puede que haya empezado con la adicción a la masturbación, la utilización de pornografí­a, o con una relación pero con los años fue progresando hacia conductas cada vez más peligrosas", explica la comunidad en su web, donde se describen los 12 pasos (que van desde admitir el problema hasta encontrar las herramientas para controlarlo), y las 12 tradiciones base del programa.

Lo que se busca, en definitiva, es trabajar la compulsión sexual, para poder conectarse con el sexo desde un lado sano. Y usan la misma dinámica que AA o NA, con reuniones de dos horas (diarias, semanales, mensuales), y un sistema de acompañamiento de los coordinadores de las reuniones -ex adictos-, como de padrinos.