Tarifas, jubilaciones, empleo y reforma: el "ajuste silencioso" de Macri para ordenar el Estado
"Los ajustes no se anuncian, se hacen", afirma quien trabajó en los últimos detalles de la reforma tributaria.
Esta frase -que el funcionario repite como un mantra-, también circuló entre quienes participaron del viaje relámpago de Mauricio Macri a los Estados Unidos.
Forma parte además del menú de respuestas que el equipo económico despliega cuando los inversores de Wall Street cuestionan la laxitud del programa fiscal 2018, en el marco de un agujero en las cuentas del Estado que los alarma.
Más allá de su pleno convencimiento, Mauricio Macri volvió a tomar nota del carácter prioritario que tiene para estos ejecutivos que haya un avance concreto en pos de ir equilibrando las cuentas nacionales.
Los reportes de los grandes bancos, los análisis de fondos internacionales y calificadoras de riesgo coinciden en un punto fundamental a la hora de describir el momento actual de la Argentina: la dependencia del crédito externo para tapar el bache fiscal.
Es por eso que en la nueva retórica presidencial, alcanzar el equilibrio en las cuentas del Estado pasó a ocupar un lugar central: "No podemos gastar más de lo que recaudamos", recalca el mandatario.
Quienes lo visitan con frecuencia coinciden en un diagnóstico: ven a un Presidente muy determinado en avanzar con aquellas reformas que en los dos primeros años de gestión quedaron de lado.
"Macri está convencido de que luego del triunfo en las elecciones, tiene una ventana de oportunidad, y quiere aprovecharla. Sabe también que se cerrará muy rápido y que debe apurarse para lanzar las medidas", confía a iProfesional uno de esos hombres que lo conoce de cerca.
"Es ahora o nunca. Va a jugar este partido a fondo", agrega la fuente.
Es, en este marco, que los funcionarios del área económica les confían a las misiones empresariales que llegan al país el detalle de lo que viene.
El ajuste silenciosoEl jefe de Estado ya tiene decidido aplicar un plan por demás audaz en lo que hace al recorte del gasto público y de rápida implementación.
En esa tarea ya están trabajando dependencias clave de la administración, desde la Jefatura de Gabinete al Ministerio de Modernización. Algunos funcionarios hasta le pusieron nombre: "El ajuste silencioso".
La elección del nombre tiene su razón de ser: salvo por la parte de la agenda que implica la aprobación de leyes -como las reformas previsional y laboral-, la preferencia de Macri es no hacer anuncios grandilocuentes, sino más bien adoptar una política de "hechos consumados".
Una parte de ese ajuste se terminará de definir en breve. El paper contempla un aumento (más drástico del esperado) en las tarifas de luz, agua y gas, con alzas que rondarán el 40% en la próxima fase.
Como ya anticipó iProfesional, el Palacio de Hacienda impulsa el cambio en la fórmula de actualización de jubilaciones, pensiones y asignaciones sociales.
Este ahorro, en los papeles, es el más significativo de todos: superaría los $100.000 millones anuales e involucra los haberes de 17 millones de personas.
El otro capítulo refiere a los recortes en la plantilla de la administración pública nacional. Es el ítem más sensible de todos, y por eso no habrá un plan global sino revisiones puntuales, pero a la vez periódicas.
El Gobierno también tiene bajo la lupa a los llamados cargos políticos: se están ultimando los detalles sobre las reestructuraciones de secretarías, subsecretarías y direcciones.
Macri quiere dar un claro mensaje y "predicar con el ejemplo" en lo que se refiere a optimizar el gasto del Estado.
En este marco, la jefatura de Gabinete contrató los servicios de una consultora internacional para evaluar la superposición de tareas y el trabajo específico de cada dependencia gubernamental.
La obra pública conforma otro capítulo del plan macrista. El ritmo de expansión y aporte de fondos fue exponencial en la previa electoral, pero ahora la Casa Rosada pisará el freno.
Jubilaciones, preocupación centralSi hay un tema que obsesiona al Gobierno, este es el cambio del régimen previsional, al que los analistas le imputan cerca de dos tercios del gasto público.
Ente los inversores que visitaron la Argentina tras las elecciones, las dudas se centraron en si el Congreso aprobará el cambio en la fórmula utilizada para indexar jubilaciones, pensiones y asignaciones sociales.
Si, como dijo el Gobierno, esa modificación recalará en el Parlamento, las probabilidades de que el justicialismo no kirchnerista le dé luz verde son escasas, suponen los financistas.
En este contexto, varios representantes de fondos de inversión visitaron a Miguel íngel Pichetto, hoy día principal referente del PJ no kirchnerista.
"La reforma previsional es muy sensible", les dijo. Una especie de aviso de que el debate será muy áspero y con final abierto. Además, condicionó la aprobación final a un previo acuerdo entre Casa Rosada, gobernadores y los "popes" sindicales.
"Ustedes saben, en la Argentina a la gente no les gusta que les bajen las jubilaciones. Implica un costo político muy grande", sintetizó.
Los inversores se muestran convencidos de que la reforma del sistema jubilatorio es clave para ordenar las cuentas públicas, y es por eso que se retiraron del despacho con preocupación.
Ahora, están a la espera de que Macri lidere algún tipo de acuerdo.
El doble timónPara tener una idea cabal del plan que la Casa Rosada encarará, vale tener presente lo que viene realizando el Banco Central.
Sturzenegger aplicó mano dura apenas se terminaron de contar los votos de las elecciones: en apenas dos semanas, elevó la tasa de referencia dos puntos y medio, al 28,75% anual.
Lo hizo para domar a una inflación que no da tregua, y es el propio funcionario el que admite (por ahora en privado) que aún no están dadas las condiciones para bajar el costo del dinero de manera apreciable.
Importantes ejecutivos de fondos de inversión del exterior que pasaron por Buenos Aires se llevaron la impresión de que la tasa de corto plazo podría elevarse entre 5 y 6 puntos adicionales en los próximos meses, si el índice de precios no afloja hasta los niveles pretendidos por el BCRA.
De ser así, la tasa ascendería a un impactante 35% anual. Tras reunirse con funcionarios de la autoridad monetaria, trabajan bajo el supuesto de que se mantendrá la "mano dura" hasta que la inflación núcleo no se desmorone al 1,1% mensual (ahora, en el 1,6%).
Por lo pronto, el Central prefiere no discriminar los aumentos tarifarios de sus proyecciones inflacionarias, postura que lo obliga a exagerar la suba de las tasas de interés.
La estrategia de la Casa Rosada pasa por ayudar a Sturzenegger en su pelea contra los precios, ya que consideran que sin ese respaldo desde lo fiscal, un costo del dinero tan alto pone en riesgo el crecimiento.
En privado, en los despachos oficiales empiezan a admitir que costará sostener la actividad en los actuales niveles de expansión.
Entre el apretón monetario y el ajuste en las cuentas públicas, algunos empiezan a pensar que será difícil cumplir con la meta de repunte del PBI del 3,5% prevista para el próximo año.
En este contexto, el Gobierno trabaja bajo un escenario de incrementos salariales que no superen, en promedio, el 15%.
Por eso mismo, ni en los bancos ni en los despachos oficiales creen que el consumo podrá traccionar la actividad durante 2018.
"La última elección sin economía"Los dichos de Marcos Peña a sus colaboradores revelan en gran medida los planes oficiales.
"Esta fue la primera elección donde la economía no fue un factor decisivo en el resultado. Pero fue la última. En la próxima, la de 2019, la marcha económica resultará clave si queremos volver a ganar", afirma.
¿Cómo pueden interpretarse estas palabras? Sencillamente, que están en línea con el "ajuste silencioso" pergeñado por la Rosada.
La idea es aprovechar el respaldo político que acaba de obtener el Ejecutivo para impulsar un ordenamiento ahora, con vistas a una mejora sensible hacia el segundo semestre del año que viene.
En ese esquema, la obra pública y la llegada de inversiones (que ahora sí el Gobierno espera convencido) permitirán un crecimiento más fuerte a partir de la segunda parte de 2018.
En el medio, el Gobierno se aseguraría distintos ajustes estructurales (gasto público indexado y contratos laborales en el Estado) y, a cambio, podría expandir el gasto discrecional cuando lo necesite (infraestructura).
Si se cumple este diagrama, lo más probable es que el ritmo de la economía del primer semestre de 2018 sea peor al esperado.
La apuesta sería a una remontada a partir de la segunda parte del año, otra vez con la obra pública como motor del resto.