¿Reforma histórica o un impuestazo?: el proyecto del Gobierno encendió el debate en el "círculo rojo"
"¿Sabe cuál es el mejor impuesto? El que paga otro".
César Litvin, uno de los tributaristas más reconocidos, apela a este chascarrillo para sintetizar la situación posterior a la presentación del proyecto oficial de reforma tributaria.
Como indica el chiste, todos tienen motivo para quejarse y creer que serán la "variable de ajuste" del nuevo esquema.
Empresarios que sufrirán los aumentos de alícuotas, otros que perderán protección contra las importaciones, sindicatos que temen resignar derechos, gobernadores que no quieren achicar su porción en la torta de la recaudación, economistas que se quejan de lo lento que disminuirá la carga tributaria...la lista de "quejosos" es demasiado larga.
No faltaron quienes se animaron a comparar al actual proyecto oficial con la recordada resolución 125, aquella que en 2008 generó el gran conflicto entre Cristina Kirchner y el campo.
Lo cierto es que todo este ruido dio lugar a acaloradas discusiones entre analistas y politólogos: ¿será esta reforma apenas un capítulo más de la eterna "puja distributiva"? ¿O, como afirma el Gobierno, marcará un antes y un después en la historia económica argentina?
Por encima de esos interrogantes, aparece otro también relevante: ¿se está en presencia de una reforma real, o es un "impuestazo" motivado más por la urgencia fiscal que por la persecución de un cambio estructural?
El debate sobre el gradualismo
Varias fuentes consultadas ya tienen su opinión formada: los impuestos que suben lo harán de inmediato e impactarán en la recaudación, pero los que bajen tomarán el camino gradualista y no le cambiarán la vida a los beneficiarios, al menos en el corto plazo.
Lo cierto es que el verdadero significado de la reforma ya es gran tema de debate, al no estar tan claro cuál será el alcance y los beneficios.
"Se le quitará peso a las empresas, pero eso ocurrirá recién cuando entre en funcionamiento el paquete. Es decir, en cinco años. Y acá la gran pregunta es cómo se financia el déficit fiscal ahora", afirma Ricardo López Murphy en diálogo con iProfesional.
En su visión, hasta que no se achique el agujero en las cuentas públicas, no tiene sentido abordar el problema de la competitividad.
Más aun, considera que ese rojo estatal es de tal magnitud que "hace que la presión tributaria sea tremenda".
Para López Murphy, el alcance real de esta reforma va a depender de la capacidad del Gobierno para manejarse en el nuevo escenario político.
"Macri obtuvo un muy claro respaldo en las urnas. Ahora, la cuestión es si lo va a utilizar o no. En lo discursivo, se desprende que sí, pero al analizar la propuesta fiscal parecería que no", afirma.
Otro experto como Rodolfo Santángelo, director de MacroViews y muy escuchado en la City, tiene una mirada levemente optimista.
"Parémonos dentro de cinco años. Si la reforma se instrumenta ahora, en ese momento diremos que fue un buen paso. Que se hizo lenta, muy gradual, pero que sirvió para atacar los costos laborales y ayudó a la inversión productiva", expresa a iProfesional.
Consultado sobre si la marcha atrás en algunos tributos pone en peligro la esencia de las modificaciones planteadas por el Gobierno, Santángelo afirma: "Para nada. Si no avanza con el gravamen al vino o con algún otro tributo interno, no cambia en absoluto".
"La reforma no se juega ahí. Se premia la reinversión de las ganancias empresarias, en mejorar el perfil del impuesto al cheque, en disminuir los costos laborales", expresa.
"Insisto, se trata de un cambio gradual pero es pro inversión y también pro empleo. Y la propuesta en materia previsional también es clave por el lado fiscal", añade.
En relación a impacto en la economía y nivel de actividad, Santángelo cree que estos cambios tendrán un efecto neutro en 2018.
"La economía dependerá más que nada de la inflación y del nivel de tasas de interés, no de esta iniciativa", dijo.
Los impuestos en el cóctel de la competitividadPara la mayoría de los consultados, la reforma puede ser el inicio de un nuevo proceso económico y la oportunidad de un punto de inflexión en materia impositiva.
El desafío pasa por convencer a empresarios de que serán protagonistas en los próximos años y de que la mejora en la competitividad no se limita al sector agropecuario.
Hay un par de datos que describen claramente el actual momento de la Argentina en materia de competitividad:
- En los últimos cinco años, las exportaciones se desplomaron desde los u$s84.000 millones (2011) a los u$s58.000 millones (2016).
- Es decir, en ese lapso se precipitaron nada menos que un 30% que, en dólares contantes y sonantes, significa la friolera u$s24.000 millones.
Lejos de que se registre un cambio de tendencia, en 2017 las ventas de la Argentina a otros países siguen para abajo.
El derrumbe ratifica un claro síntoma de la situación actual: se perdieron mercados y buena parte se explica por la falta de competitividad.
Además, ese achique le pone un límite al crecimiento: el rojo de la cuenta corriente no puede ser financiada a través del endeudamiento en el largo plazo.
En este marco, iProfesional consultó a Jorge Vasconcelos -de la Fundación Mediterránea- sobre si el paquete de reformas impulsado por el Gobierno, tal como está planteado, mejora el perfil competitivo del país.
"Es una contribución moderada al objetivo de aumentar exportaciones. Mucho de su éxito dependerá de que los empresarios crean que, de aquí a cinco años, mejorará el perfil competitivo y sus costos serán inferiores, para así competir mejor", asegura.
En relación a los sectores que más se verán favorecidos, afirma: "Serán las Pymes. Les significará un cambio muy significativo a mediano plazo. Por ejemplo, las ayudara la rebaja de las contribuciones patronales".
"¿Cree, tal como piensan varios de sus colegas, que Macri pudo ser más agresivo en el plan?", consultó iProfesional. Vasconcelos entiende que "se trató de hacer lo máximo posible dentro de las restricciones políticas existentes".
El "TEG" entre Nación y las provinciasQueda claro que el margen político del Macri post-electoral será decisivo en la puesta en marcha del nuevo programa.
En ese sentido, el Presidente ya tiene trazado el camino a seguir. Por un lado, están las negociaciones a "varias bandas": gremialismo, fuerzas de la oposición no kirchneristas en el Congreso, gobernadores y varios sectores afectados, entre otros.
Pero, además, también pondrá a jugar a su "alfil" María Eugenia Vidal, quien tendrá como misión liderar "El Cambio".
¿De qué manera? Ya lo puso sobre la mesa: la provincia de Buenos Aires anunció la rebaja de Ingresos Brutos e impuesto a los Sellos a empresas. Los gobernadores, que compiten con ella por las inversiones, tomaron nota de su operativo seducción.
"María Eugenia busca dar un efecto demostración al resto. El que no baje los costos, corre el riesgo de perder inversiones", admite el vocero de uno de los distritos más importantes.
Por otro lado, es clave el rol que jueguen las provincias más ricas, como Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos y Córdoba.
Horacio Rodríguez Larreta (como en la campaña) juega al lado de Vidal.
Ambos propusieron quitarle un peso de encima a las compañías y, como contrapartida, recargarles la "mochila" a los contribuyentes individuales, vía el ABL y el Inmobiliario.
"Hay que tomar nota de la historia reciente. Muchos pensaron que el ciclo de la súper-soja, iniciado en 2003, iba a servir para financiar al resto para siempre y no fue así. Hay que trabajar", asegura Vasconcelos.
Gustavo Marangoni, por su experiencia, le aporta una visión económica y política al debate. Por un lado, corre un velo: "Los aumentos impositivos suben rápido y las desgravaciones a empresas irán llegando en la medida en que transcurra el tiempo".
"Más allá de lo que diga el Gobierno, la reforma tributaria, a corto plazo, significará un ajuste", afirma el ex hombre fuerte del Banco Provincia en época de Scioli.
Desde lo político, Marangoni cree que lo que viene será una amplia y muy áspera negociación entre la Nación y las provincias.
"De fondo tenemos una típica tensión política, las habituales cuando nace un Gobierno. Desde Alfonsín para acá, las experiencias han sido similares. Cuando se discute la pelusa, se acabaron las amistades y se negocia a cara de perro", completa.
¿Una historia cíclica?Luis Palma Cané tiene una mirada similar sobre la puja que se desató con la reforma.
"Hay una pelea Nación-provincias por los recursos. Esto es lo que está de fondo. Y, como dice el Presidente, acá todos tienen que ceder algo", alega el economista en diálogo con iProfesional.
Palma Cané, como varios de sus colegas, se enoja al recordar la involución de Argentina en las últimas décadas: "Pasamos de ser la octava economía del mundo, en los años "˜30, al puesto 70".
La diferencia con algunos de sus colegas es que culpa del retroceso a los empresarios: "Ellos también son responsables. Vivieron de reclamarle protección y negocios al Estado. Es parte de nuestro drama: falta una dirigencia seria".
Para entender el lugar que hoy ocupa el país, López Murphy aporta un dato: "En los "˜90, recibíamos el 25% de las inversiones extranjeras que llegaban a América Latina. Ahora, apenas el 3%".
"Nuestro problema no se llama Cristina. Se llama déficit y viabilidad fiscal. Los empresarios quieren ver la película de acá a cinco años. Por eso es relevante esta reforma, para seguir el camino que en algún momento de su historia decidieron Portugal, Irlanda o España", indica López Murphy.
Aun con grandes diferencias en el planteo fiscal de la Casa Rosada, el exministro se muestra muy optimista: "Tenemos por delante una oportunidad inmensa".
"El mundo nos plantea tasas de interés bajas y buenos precios de los commodities. Con un programa serio a cinco años podremos hacer la diferencia", completa.
¿Será tan así? El Ejecutivo cree que cuenta con tres o cuatro meses para darle fuerte impulso a su plan de reformas, aprovechando esta nueva "luna de miel" que le dieron las urnas.
Ahora es tiempo de negociaciones. Ya habrá tiempo para juzgar.