Autos, dólares y déficit récord: para bancar la importación, automotrices ya aspiran u$s24 millones cada 24 horas
El buen momento entre el sector automotor y el Gobierno está a la vista. Hay buen feeling y se palpa en cada uno de los comentarios vertidos por los referentes del sector.
Como los de Cristiano Rattazzi, presidente de Fiat Chrysler Argentina (FCA), quien recientemente afirmó sobre la administración de Mauricio Macri que "sabe lo que hay que hacer".
El propio jefe de Estado, en su última participación en el Coloquio de IDEA de Mar del Plata, puso a esta rama de actividad como uno de los grandes ejemplos que debían seguir otras industrias en materia de acuerdos de productividad.
En la previa a las elecciones del domingo pasado, este sector estratégico también le dio buenas noticias a Cambiemos, de la mano de una seguidilla de anuncios de inversión y de nuevos lanzamientos.
Y cuando los anuncios vienen con varios ceros debajo del brazo, esto cotiza mucho en la recta final de cualquier comicio, tal como ocurrió con las legislativas.
Pero todavía hay una cuenta pendiente que, si bien no amenaza con romper la "primavera" entre el Gobierno y este sector clave de la economía, sí viene generando bastante ruido. Y es el creciente déficit comercial, que está alcanzando un récord histórico.
Tras un período de trabas a las importaciones y al giro de divisas, que se extendió durante el último período de la gestión de Cristina Kirchner (entre 2014 y 2015), las automotrices pudieron volver a operar sin restricciones durante los primeros dos años con Macri en el poder.
Así, luego de los problemas de stocks, hubo una importante puesta al día, que se tradujo en una verdadera avalancha importadora.
Si bien Brasil no es el único proveedor de la Argentina, sí es el principal, dado que explica más del 90% del comercio sectorial, en volúmenes.
Esto generó un nivel creciente de importaciones que, por la crisis que viene atravesando la economía brasileña, no estuvo acompañado por un mayor nivel de exportaciones.
El resultado es que nunca antes en la historia, la Argentina tuvo un déficit tan elevado en su complejo automotor. Según datos oficiales, entre enero y septiembre la industria registró un giro de divisas neto de u$s6.266 millones.
En otras palabras, esto significa un rojo 22% superior respecto a igual lapso del 2016 y de casi 130% en relación con un período marcado por las restricciones, como fue 2015.
Para comprender la magnitud de este déficit, las terminales están "aspirando" de la economía casi u$s24 millones cada 24 horas para costear la compra de vehículos terminados y de componentes, descontados los ingresos de divisas por exportaciones.
De mantenerse el desfasaje entre el volumen de unidades que ingresa y el que se exporta, en el sector ya anticipan un rojo sectorial –también récord- de más de u$s7.500 millones.
El comercio con Brasil, en la mira"El Gobierno está muy atento. Ve que la balanza comercial no marcha bien y el objetivo es tratar de que se equilibre lo más posible", apunta Julio Cordero, vicepresidente de Grupo PROA una de las dos grandes cámaras autopartistas de la Argentina.
Ya pasados los comicios y ahora enfocados nuevamente en la agenda económica, cuando los referentes del sector vuelvan a sentarse con las autoridades para analizar la evolución del Plan 1 millón –con el que se busca promover la producción local y alcanzar inversiones por más de u$s5.000 millones-, se volverá a tocar a fondo el tema del incumplimiento del acuerdo de intercambio comercial con Brasil.
Este país es, hoy por hoy, el principal causante del "megadéficit" que acumula la industria nacional.
Dicho acuerdo, conocido como "flex", establece que una automotriz, por cada dólar que le exporta a esa nación en concepto de 0Km o de piezas, puede importar hasta u$s1,5 sin pagar aranceles.
El problema es que, según datos del Ministerio de Desarrollo del país que comanda Temer, durante los nueve primeros meses del año, las terminales brasileñas despacharon hacia la Argentina vehículos y componentes por un total de u$s5.622 millones.
Como contrapartida, el complejo automotor nacional envió al país vecino mercadería por u$s2.552 millones.
Esto genera que el coeficiente del flex, que debería ser de 1,5, hoy arroje una relación de 2,2.
Según datos de ANFAVEA, entidad que nuclea a las terminales del país vecino, en los últimos doce meses, Brasil exportó a la Argentina 395.000 vehículos, a razón de más de 1.000 unidades cada 24 horas en promedio, durante 365 días.
"Hay un flujo constante de vehículos que llegan desde Brasil, que para las automotrices son fundamentales para mantener abastecida su demanda", plantea Cordero.
Esto se debe a que, en el último año y medio, la industria vecina reenfocó su producción hacia la categoría donde es más competitiva: la fabricación de autos chicos, que son los que explican los mayores volúmenes de venta en la Argentina.
Desde el VW Gol, hasta el Fiat Mobi, pasando por el Ford Ka y el Toyota Etios, estos modelos con sello brasileño hoy ocupan un espacio clave en la demanda; lugar en el que antes competían variantes nacionales, hoy discontinuadas, como el Chevrolet Classic y Agile o el Renault Clio Mio.
Esto está impulsando a que la participación de los vehículos importados hoy alcance proporciones récord en el país.
Según datos de ADEFA, al haber salido de las líneas de producción tantos modelos nacionales y tener que complementarlos con vehículos provenientes mayormente de la nación vecina, el share de estos últimos creció a paso firme:
"¢ Entre enero y septiembre de 2013, el 62% de todas las unidades que las terminales despacharon a la red de concesionarios provenían del exterior.
"¢ Luego de un par de años con trabas a las importaciones, la participación de los autos de Brasil, así como también de México, Asia y Europa, se fue recuperando.
"¢ Para 2016 ya trepaba al 60% y, para este año, el nivel está superando el techo del 70% (ver cuadro).
Con el actual ritmo, son varios los que reconocen incluso en la propia industria que en los menos de tres años que quedan para que finalice el acuerdo, será cada vez más difícil que las empresas compensen sus balanzas a tiempo y cumplan con los niveles fijados por el flex.
Frente al temor de que no se respete el acuerdo, a fines de julio el Gobierno les impuso a las terminales la obligación de constituir seguros de caución a modo de garantía.
"Los funcionarios buscaron una manera de tener un reaseguro ante el incumplimiento. La terminal que se pase y no se rija por el flex, entonces deberá pagar una multa por el 35% de arancel no tributado, en el caso de los autos, y de poco más del 18% si se importaron componentes", señala Cordero, quien asegura que para muchas empresas comenzó una carrera contrarreloj.
"Las automotrices más complicadas confían en que Brasil repunte y que en los próximos meses esto termine empujando hacia arriba a las exportaciones. Sólo así se correjiría todo el desfasaje acumulado", amplía el directivo.
Por lo pronto, Cordero afirma que la preocupación está en que, ante la presión por cumplir el flex, parte de la demanda de importaciones se traslade a otro proveedor: México.
"Estamos detectando un incremento de las importaciones procedentes desde ese país, opraciones que tampoco pagan aranceles. Nuestro miedo es que estén desviando comercio con una nación con la que el Gobierno justo ahora está avanzando en la ampliación del acuerdo de complementación económica", apunta.
El temor de los industriales autopartistas es la alta productividad que tiene la industria mexicana.
Según un informe elaborado para ADEFA, cada operario produce en ese territorio, en promedio, unos 40 autos, más del doble que uno en la Argentina. Además, el costo de fabricación local se estima es un 65% más elevado que en México.
"Vamos a tener un encuentro con las autoridades para plantear esto, de cara a la reunión que se hará entre los técnicos de ambos países en noviembre en Buenos Aires", afirma Cordero.
Varias luces al final del túnelPor lo pronto, septiembre viene de traer buenas noticias en el país vecino para la Argentina.
Las ventas de autos crecieron casi 25% a nivel interanual en ese mercado y las proyecciones de Fenabrave (entidad que nuclea a los concesionarios brasileños) es que el año finalizará con un alza del 10%.
En concreto, el mercado vecino llegaría a las 2,5 millones de unidades. Si bien es positivo el despegue, después de cinco años consecutivos de caídas, todavía se estaría muy lejos del récord de 3,6 millones de 0Km comercializados, marca que se alcanzó en 2012.
Sin embargo, en el plano local, esta leve reactivación –sumada a la mayor demanda de mercados no tradicionales, como Centroamérica, Perú o Australia- se celebra, porque está ayudando a que, por primera vez en el acumulado anual, la producción nacional muestre crecimiento.
"No estaremos errados al afirmar que podremos concluir el año en positivo luego de tres períodos de contracción en producción y exportación", destacó Joachim Maier, presidente de ADEFA.