Consumo, la mancha del "broteverdismo": venta de agosto también dará mal y ya se habla de un nuevo paradigma
El Gobierno sigue con una piedra en el zapato: en medio de la euforia por los "brotes verdes", por el repunte de la actividad económica y la mejora general de los indicadores, los números del consumo masivo siguen en terreno negativo.
A esta altura, ya empieza a ser tema de debate si las nuevas modalidades de compra de los argentinos responden, exclusivamente, a una reacción natural y temporal ante la caída del ingreso o si, más allá de eso, hay otras cuestiones de fondo y duraderas, vinculadas con un cambio de paradigma.
El mapa por sectores es bien claro a la hora de mostrar qué sucede en Argentina:
- De un lado, los "brotes verdes" -algunos ya crecidos- que se visualizan en varias ramas de actividad industrial (como la producción de vehículos) y en la construcción, gracias al empuje de la obra pública, las inversiones privadas y al boom de créditos hipotecarios.
- En la otra vereda, marcando un claro contraste, aparecen rubros más emparentados con el consumo de corto plazo -como el textil- que siguen de capa caída. Incluso si la comparación se efectúa con respecto a un año atrás, cuando parecía que ya habían tocado un piso en su caída.
Las ventas en supermercados tampoco han logrado recuperarse. De esto da cuenta el propio INDEC, a través de sus informes. Los resultados de julio -últimos relevados- fueron tan malos como los del mes anterior, con un retroceso de 2,1% en la facturación de las grandes superficies.
Las primeras señales indican que agosto no será mejor. Al menos, así lo advierten varias consultoras privadas que, en forma mensual, testean la evolución del consumo masivo.
Algunas de esas compañías ya les han reportado a sus clientes un nuevo bajón en las ventas de agosto.
Esos informes -mantenidos en estricta reserva para evitar polémicas en medio de la campaña electoral- dan cuenta de que el descenso superó los dos puntos medido en cantidades, en relación con el mismo mes del año pasado.
A diferencia del instituto oficial, estas consultoras privadas no se limitan a analizar lo sucedido en las grandes cadenas de retail, sino que amplían la muestra a los almacenes de barrio, supermercados de cercanía y a los autoservicios de origen chino.
Los rubros que siguen mostrando los peores registros son:
- Bebidas sin alcohol
- Higiene
- Limpieza de ropa y hogar
- Alimentos congelados
En todos estos casos, el bajón supera el promedio y se ubica entre 4,4% y el 5,6%.
En contraste, se observa cierta reacción en las ventas de alimentos. Sobre todo en los más básicos, como leche y aceites.
También, en galletitas, uno de los rubros "estrella" en los supermercados (la Argentina se encuentra entre los países latinoamericanos con mayor consumo por habitante).
Por ahora, confirman las consultoras, al rubro que mejor le va es al que incluye "bebidas con alcohol": mejoró entre 3% y 4% en agosto.
La paradoja del IVA en alzaLa caída en el consumo masivo llamó la atención de una gran mayoría de economistas.
En particular, a los que destacaron la recuperación en la recaudación tributaria del IVA, indicador que suele ser interpretado como presunto síntoma de la mejora en los niveles de consumo.
La consultora LCG -fundada por el ex ministro Martín Lousteau- recordó que el mes pasado había crecido 12% en términos reales. No obstante, asoció este repunte al mayor dinamismo en las ventas de autos (+16%) y motos (+68%) de agosto.
Frente a estos datos, la posibilidad más plausible es que existe una franja de la población con chances de gastar más, frente a otra -socialmente postergada- que está consumiendo menos que el año pasado.
Esto estaría evidenciando que la suba en la recaudación impositiva no necesariamente está asociada a una mejora sustancial en términos de volumen físico.
Sobre este punto, un informe de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav) resulta revelador: el poder adquisitivo sigue en declive, pese a la desaceleración inflacionaria.
"Indagando en la paritarias de los 22 principales gremios (que explican aproximadamente un 90% del total de los trabajadores registrados), se encuentra un ajuste salarial promedio del 23,3% para año actual", indica el documento.
Agrega que como la inflación esperada punta a punta (enero a diciembre 2017) "puede trepar al 25%", entonces el poder adquisitivo tendría un retroceso por segundo año consecutivo.
Si bien esa estimación puede ser refutada por la realidad (no hay en la City ninguna consultora que avale esa expectativa inflacionaria), lo cierto es que la mejora salarial de los empleados en blanco está "pari passu" con la inflación.
Además, si se tiene en cuenta que el resto de los asalariados habría tenido un ajuste remunerativo inferior, entonces puede asignársele altas chances a que la caída del consumo esté emparentada a esa cuestión.
En la misma línea, la flamante consultora Bacanal -comandada por la ex CCR, Patricia Sosa- indaga sobre la pérdida de poder de compra de los consumidores.
En este caso, se entrevistó a unas 1.500 personas para que den cuenta sobre cómo cree que evolucionó su poder adquisitivo respecto al de hace un año:
- Un 64% percibe que es "bastante o mucho menor"
- Un 28% considera que sigue igual
- Apenas el 8% señaló que mejoró
¿Tendrá que ver esta percepción con la cautela del público a la hora de sacar la tarjeta o el efectivo para comprar?
Más allá de los números, entre los analistas se empieza a dar otro debate. El hecho de que:
- Se disparen las ventas financiadas de 0km, las de motos, que haya récord de créditos hipotecarios y de personas comprando dólares "colchón"
- Y, al mismo tiempo, que se contraiga la comercialización de ropa, de algunas líneas de alimentos y de rubros vinculados con el esparcimiento
Lleva a muchos analistas a pensar que se está ante la presencia de un "cambio de paradigma".
Algunos creen que se está comenzando a priorizar el largo plazo en detrimento del corto, tendencia que puede potenciarse con una economía en progreso y con la baja de la inflación.
En otras palabras, señalan que muchos argentinos ahora están pagando la cuota de un bien durable (vivienda, auto) y que ese pedacito del salario lo han resignado para darse algún "gustito".
Otros, en cambio, lo asocian a una cuestión emparentada con la mayor desigualdad social. Es decir, una parte de la sociedad viene mejorando su poder adquisitivo y otra va quedando rezagada y con menor capacidad de consumo.
Por lo pronto, afirma que este "nuevo paradigma" obligaría a tomar a este 2017 como un "año base", que sirva para comparar la evolución de los próximos años.
El optimismo de la visión oficial
En el Gobierno son más benévolos con el análisis. Suponen que, en promedio, existe una mejora (pequeña, pero mejora al fin) en el poder de compra de los asalariados.
Y creen que de esto da cuenta precisamente el anticipo de los indicadores sociales que miden en el Palacio de Hacienda para evaluar la situación económica.
La posición de los funcionarios es que ninguna consultora, por sofisticada que sean sus mediciones, termina de auscultar la realidad. Esto, ya sea porque no consideran el consumo en cadenas mayoristas o la magnitud de las compras de miles de argentinos por Internet.
Esa observación es válida, salvo por un par de cuestiones.
Una, es que los mayoristas (aun con todo su crecimiento de los últimos tiempos) absorben tan sólo una pequeña porción del consumo masivo: 10% del total, según la consultora Kantar WorldPanel.
Lo mismo vale para las compras "online" por Mercado Libre. Y más aún si solamente se consideran las de alimentos, que es lo básico que venden las cadenas minoristas.
Lo que queda muy en claro es que para ver las mejoras habrá que seguir esperando. ¿Cuánto? Poco tiempo, supone la consultora LCG.
"Las prestaciones de ANSES tuvieron un alza del 13% en septiembre, lo que implica una suba real del 4% interanual. Asimismo, la recuperación de la confianza (11%, según el índice Di Tella) podría también dar otro indicio de mejora del consumo", resaltan en la compañía.
Mientras tanto, los niveles de demanda siguen deprimidos. Sea porque los aumentos tarifarios les quitan poder de fuego a los salarios o porque -tal como creen en Hacienda- ahora hay un traslado desde el consumo al ahorro.
Lo cierto es que, a poco de expirar este 2017, lo único que queda es jugarse a un 2018 mejor.
El desafío del Gobierno será entonces conjugar el objetivo de ajuste fiscal con la mejora de la actividad económica en general y del nivel de compras en particular.