En la era del equilibrio entre la vida personal y la laboral, ¿se puede hablar de felicidad en el trabajo?
Si miramos la etimología de la palabra "trabajar", encontramos que viene del latin tripalium, los tres palos con los que sostenían a los esclavos para torturarlos.
A su vez, "laburar" viene del lunfardo, asociada a la jerga carcelaria: cuando un preso mandaba a otro a robar y está relacionada a "laburo", tomado de la palabra italiana "laboro", que significa colgar.
Más aun, en hebreo "avodá" viene de "avadim": esclavos. Y "negocio" es, ni más ni menos que la negación del ocio.
En síntesis, el trabajo está concebido y relacionado, desde el principio de los tiempos, al sufrimiento.
Si lo pensamos bien, resulta terrible pasar entre ocho y diez horas por día (11 o 12 si sumamos transporte) sufriendo. Lo cierto es que ese paradigma que vincula el trabajo al sudor y el sufrimiento se ha modificado radicalmente, de la mano de las nuevas generaciones.
Los nuevos paradigmas son:
- la personalización: no puedo comunicar lo mismo a todos y de la misma manera
- la transformación digital: empresas como Uber o Airbnb valen millones sin tener un solo auto o casa propia
- la transparencia: obliga a cuidar más lo que hacemos que lo que decimos
- la ubicuidad: ahora se trabaja todo el tiempo, por ejemplo al responder un mail a las 4 AM
- la inmediatez: en una milésima de segundo Google arroja 1 millón de resultados
- la interconexión: antes tener la información daba poder, hoy la da el compartirla
- el bienestar: a través de la multiplicación de la oferta de entretenimiento
Frente a este nuevo panorama, el trabajo ya no es lo que era. Los jóvenes buscan pasarla bien allí y si eso no es posible, sencillamente se van. Ya no atraen de la misma manera la estabilidad y el dinero. ¿Quién dice hoy con orgullo que lleva varias décadas en una empresa?
Hoy prima la felicidad en los lugares de trabajo y eso se convirtió en un slogan estratégico para atraer talentos a las empresas y retenerlos.
La felicidad está, en el trabajo, íntimamente relacionada a la satisfacción. Es la diferencia entre la realidad y las expectativas. Pero ya no hablamos de la realidad objetiva sino la realidad de cada uno.
En las encuestas sobre los principales motivos de permanencia de los colaboradores en una empresa, suelen aparecer arriba de todo el desarrollo y el "work-life balance".
Pero lo cierto es que cada vez resulta más difuso diferenciar "work" de "life". Hoy en día respondemos emails a cualquier hora y encontramos soluciones o nuevas ideas en los momentos menos pensados.
Por eso, más que hablar de la felicidad en el trabajo habría que hablar de la felicidad en términos integrales. Y esa integralidad hay que pensarla teniendo en consideración lo personal y lo laboral.
¿Qué te hace sentir bien a nivel personal? Estar bien físicamente, mentalmente, a nivel espiritual y social. En lo laboral, ese bienestar se logra a través de la capacitación, el reconocimiento, el desarrollo, los beneficios y el clima organizacional.
Un programa planificado de actividades que hagan foco en aquellos nueve puntos, integrando la vida personal y laboral, ayudará a lograr personas felices en el día a día.
Dentro de las empresas hay muchas acciones concretas que se pueden desarrollar: desayunos de trabajo con integrantes de diferentes áreas, encuentros after office, eventos deportivos, visitas de la familia a las oficinas, equipos de running, fiestas, actividades con fines solidarios y tantos otros.
Volviendo al principio, el trabajo ya no está asociado al sufrimiento, y las nuevas generaciones buscan cada vez más encontrar bienestar en él.
El entender esa necesidad y comprender al colaborador como un ser integral, permitirá lograr trabajadores contentos, disminuyendo la rotación y mejorando la calidad de sus servicios. Porque, sin lugar a dudas, "las personas felices construyen equipos exitosos".