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El Gobierno se queda sin margen para una "devaluación exitosa" y la economí­a pierde su remedio anticrisis

El Gobierno sube el dólar e inmediatamente este alza se traslada a precios de bienes y servicios, neutralizando así el efecto. La devaluación fue devorada
18/06/2014 - 10:09hs
El Gobierno se queda sin margen para una "devaluación exitosa" y la economí­a pierde su remedio anticrisis

Es una de las convicciones más arraigadas entre los analistas, empresarios y funcionarios: cuando la economía argentina se encuentra en una encrucijada en la que no puede crecer, cuando las arcas estatales se quedan sin dinero y los indicadores muestran inestabilidad, entonces es el momento de una buena devaluación.

En esa visión, que ya ha pasado a formar parte de la cultura y tradiciones nacionales, la depreciación de la moneda local es la forma más fácil, rápida y efectiva de hacer los ajustes.

Si bien tiene un costo político, puede ser inferior al de un ajuste fiscal, que implica un proceso largo y penoso de recortes de gastos. Con el agravante, además, de que difícilmente se llegue al objetivo propuesto, porque hay ciertos rubros -como los salarios- que no pueden ser bajados nominalmente. Y que aunque pudieran recortarse, generarían un duro conflicto político.

La devaluación, en cambio, genera un automático recorte de los precios en términos de dólares, lo cual devuelve en forma automática competitividad a los sectores exportadores.

Implica además, una forma rápida de licuar el gasto público, porque el Estado se financia en buena medida con los impuestos a la exportación: por cada dólar que ingresa se embolsan más pesos para financiar las cuentas públicas.

También la devaluación cambia el sentido del turismo: el país pasa a ser percibido como barato por los extranjeros, mientras que viajar al exterior se vuelve caro para los argentinos. En consecuencia, este rubro deja de sacar divisas del país y pasa a ser un canal de ingreso.

Y, finalmente, aquellas industrias focalizadas en proveer al mercado interno pasan a tener una protección natural frente a la competencia importada, ya que el abaratamiento -en dólares- de la producción local supone un cierre del mercado mucho más eficaz que los cupos de importación y otras medidas proteccionistas.Puede fallar...

Claro que también hay fuertes motivos para oponerse a las devaluaciones. Sobre todo, porque no siempre hay garantía de que tengan un efecto reactivante.

Para explicarlo en palabras de Roberto Lavagna: no todas las devaluaciones son "exitosas".

Esto es así porque -para que tenga sentido esta medida- lo único que tiene que moverse es el del dólar, mientras que el resto de los bienes y servicios deben permanecer con sus valores relativamente estables.

Si, por el contrario, a un movimiento alcista del 30% del billete verde le sigue una suba idéntica de precios y salarios, la situación vuelve a ser la misma del inicio, con el agravante de que el país se torna más caro -en términos de competitividad-, el clima se enrarece y se congelan proyectos de inversión.

Por eso Lavagna se ha jactado siempre de que, durante su gestión como ministro de Economía, se produjo la devaluación más exitosa de la historia económica argentina: a una suba de 200% del dólar, le siguió una inflación de "apenas" un 40%.

En ese contexto, la industria pudo crecer fuertemente, aprovechando la existencia de cuatro situaciones excepcionales:

1. El abrupto encarecimiento de la competencia importada.

2. Su propio abaratamiento, que le abrió mercados de exportación.

3. La existencia de una capacidad instalada ociosa, que permitía incrementar la producción sin tener que realizar grandes inversiones

4. El mantenimiento de los salarios, deprimidos durante varios años, como consecuencia del nivel récord de desempleo que había dejado el colapso de la convertibilidad.

Si la de 2002 fue la devaluación exitosa por excelencia, entonces podría calificarse la realizada en enero pasado por la dupla Kicillof-Fábrega como su perfecto contraejemplo.

La corrección cambiaria del 20% ocurrida en esos días ya quedó prácticamente neutralizada: la inflación acumulada en el año es de un 18% -de acuerdo con el índice del Congreso- y la reacción de los precios, en su mayoría, ocurrió en las semanas inmediatamente posteriores al movimiento alcista del dólar.

En otras palabras, es probable que en junio ya se haya esfumado por completo el efecto reactivante y de recuperación de competitividad, suponiendo que haya existido.

De hecho, un estudio de la fundación FIEL establece que en el primer cuatrimestre la industria cayó un 3,4% en términos reales, con sectores que literalmente se desplomaron, como el automotor, que perdió un 17% y el metalmecánico, que cayó un 7,6%.

"El 75% de la devaluación se fue a precios. Es decir, ha sido bastante inútil para corregir los valores relativos entre los productos nacionales e importados", argumenta Jorge Todesca, titular de la consultora Finsoport, uno de los convencidos de que ya no hay margen para resolver los problemas de competitividad por la vía cambiaria.

Y hasta el propio ministro Kicillof expresó con claridad la frustración por el escaso éxito de su devaluación, cuando en los días siguientes al ajuste se mostró irritado por los fuertes incrementos en varios bienes y servicios.

El ministro argumentó que los aumentos no estaban justificados, porque ocurrían en sectores en los que no había insumos importados o cuya cotización estuviera ligada al dólar.

Eso equivalía a admitir que el objetivo buscado en toda devaluación (que los precios de la economía local caigan en términos de divisa estadounidense) estaba en serio riesgo.

Peor aun, el sector exportador, supuesto beneficiario directo de la depreciación de la moneda local, sigue en problemas.

"Cae a un ritmo del 13% y, lo que es peor, la diferencia entre exportaciones e importaciones está en su nivel más bajo desde 2001. Seguramente este año cerrará en menos de u$s8.000 millones. Esto es demencial", afirma Alfonso Prat Gay, ex titular del Banco Central.

Y agrega un dato tan contundente como preocupante: "Cuando asumió Néstor Kirchner, el superávit comercial era 8 puntos del PBI. Un número que, traducido a valores de hoy, debería ser de u$s50.000 millones". "Efecto buitres": dólar más alto para fin de año

Es así que hoy emerge una certeza inquietante: se terminó el margen para hacer "devaluaciones exitosas".

Resulta notorio esto cuando se hace la comparación con otros momentos de la historia económica. Y no es necesario retroceder a la ya lejana mega devaluación de 2002, sino que el problema salta a la vista cuando se recuerda la corrección cambiaria de 2009.

En ese año recesivo y con crisis financiera internacional, el peso se depreció un 30%, mientras la inflación se ubicó en la mitad. De manera que esa corrección tuvo un efecto positivo para morigerar la depresión de la economía. No fue hasta un año y medio después que volvió a hablarse de un dólar barato.

La comparación con la última devaluación de enero de 2014 es bien elocuente. Antes de que hubieran pasado tres meses ya se había generado un consenso entre los economistas respecto de que, otra vez, el país era víctima del atraso cambiario.

Según una estimación del analista Federico Muñoz, en diciembre pasado, el poder de compra real del dólar en la Argentina había caído a niveles tan bajos como los de 2001.

"La devaluación permitió algún desahogo, pero la inflación desde entonces está erosionando rápidamente esa ganancia de competitividad", apunta Muñoz.

El economista sostiene que hay algo aun peor: la evidencia de que una nueva devaluación tendría un efecto casi nulo.

Su afirmación es inquietante, porque abundan los diagnósticos respecto de que el dólar debería cotizar bien por encima de su nivel actual.

De hecho, tras la sentencia adversa que tuviera el país en su litigio con los fondos buitres, el tipo de cambio para diciembre en el mercado de futuros ya se ubica en los casi $9,50, aun con intervención del Banco Central para moderar la suba. 

Y surge allí la pregunta del millón: ¿cómo hace para subir el precio del billete verde un país que ya no tiene margen para "devaluaciones exitosas"? ¿Acaso está condenado a sufrir los efectos del atraso cambiario sin poder hacer nada?Rojo fiscal "mata" devaluación exitosa

Los economistas apuntan a que el error consiste en buscar una solución cambiaria a un problema cuyo origen está en otro lado. Y apuntan sus miradas al rojo fiscal.

Todos los planes económicos del último medio siglo terminaron en crisis, y todos están estrechamente asociados con la necesidad de tener que financiar al fisco.

Y la razón por la cual es difícil que una devaluación sea exitosa es porque cada vez hay menos crédito al que el Estado pueda recurrir. Y esta situación tiende a complicarse tras la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos. 

"Como la base monetaria es menor respecto de la economía, entonces el efecto de una devaluación desaparece más rápido", argumenta el economista José Luis Espert.

Ese diagnóstico es compartido por Tomás Bulat, quien afirma que si en 2009 fue posible devaluar sin que la inflación reaccionara de inmediato fue, precisamente, porque la situación fiscal era más robusta que la actual.

"En aquel momento había superávit, mientras que hoy el sector público necesita un financiamiento permanente. Por eso todos los meses se observa un crecimiento de la base monetaria en los primeros días, cuando se realizan los pagos, para luego bajar", sostiene el economista.

Y agrega que el corrimiento nominal de la divisa estadounidense es una solución errónea: "Acá el dólar es la fiebre y no la enfermedad de base, el verdadero problema es la inflación, es el financiamiento del déficit fiscal recurriendo a emitir dinero".

En tanto, otros economistas destacan la existencia de otro inconveniente clásico de la economía argentina: la mayor rotación del dinero, ya que los argentinos intentan sacarse los pesos rápidamente de encima, por temor a su desvalorización.

Cuando llega esta situación, la inflación puede acelerarse aun cuando el Banco Central no abuse de la maquinita de imprimir billetes, y entonces se achica el margen para hacer subir al dólar sin que los precios reaccionen.

"Hoy se han levantado las anclas inflacionarias, las variables nominales han perdido referencia y ahí es más difícil poder controlarlas. La economía argentina ya tiene un problema de aumento de la velocidad de circulación del dinero", afirma Muñoz.

Este escenario amenaza con tornarse más agudo tras la sentencia adversa contra el país, que lo obliga a depender más de la emisión parafinanciar el gasto. Un diagnóstico inquietante

Hay, finalmente, otra mala noticia que se deriva de estos diagnósticos.

Varios analistas creen que se sobreestima la importancia del ingreso de dólares del exterior. Y, por lo tanto, se muestran escépticos respecto de que un eventual regreso de la Argentina al mercado internacional de crédito -ahora más lejano tras el fallo de la Corte de Estados Unidos- pueda resolver el problema de fondo. 

Así lo describe en un artículo el economista Luis Secco: "Pueden venir todos los dólares, pero si no se cierra la brecha fiscal en pesos seguirán la inflación y devaluación".

Y completa: "Esos dólares serán cada vez más escasos, en términos relativos, mientras que la brecha (fiscal) será mayor y la necesidad de devaluar, cada vez más alta".

El análisis, en definitiva, no deja mucho espacio para el optimismo: sin posibilidad de recurrir al remedio clásico de una devaluación, el peligro es que el ajuste adopte la forma de una recesión profunda.

Además hay otro dato no menor: aun cuando sí se pudiera devaluar en términos reales, hay quienes argumentan que eso podría traer más problemas que soluciones, por la fuerte dependencia que hoy tiene el país respecto de las importaciones de energía.

No hay dudas de que los tiempos cambian. Y que devaluaciones, lo que se dice devaluaciones, eran las de antes.