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Axel Kicillof ahora se entusiasma con ser "el Pibe 30", pero abundan las amenazas contra su plan

En el Gobierno apuntan a que salarios, inflación y dólar estén alineados en una variación del 30% anual. Y que las reservas del BCRA se recuperen
06/05/2014 - 07:11hs
Axel Kicillof ahora se entusiasma con ser "el Pibe 30", pero abundan las amenazas contra su plan

El siempre recordado Guillermo Moreno, en sus primeros tiempos como secretario de Comercio, reclamaba el apodo de "Pibe Nueve", porque su aporte como funcionario había llevado a que el país tuviera un 9% de crecimiento económico, un 9% de inflación y un 9% de desempleo, todos números brillantes para el contexto del año 2006.

Los tiempos han cambiado para el "modelo K" y el nivel de selectividad ha caído estrepitosamente, de manera que hoy el ministro Axel Kicillof se contenta con ser "el Pibe 30".

En su plan para este año, según ha trascendido de los debates internos en el ministerio de Economía, se cuenta la consecución de una inflación estabilizada en un 30% y salarios que no excedan nominalmente aumentos del 30% en paritarias.

Además, se aspira a que las reservas del Banco Central sigan su tendencia recuperatoria para terminar el año en torno de los u$s30.000 millones.

El cuadro será completado, en los planes oficiales, por una suba del dólar suave, para que este haga nuevamente las veces de ancla de los precios.

La idea es un mantenimiento de la paridad en $8 durante el primer semestre y luego un regreso a la "flotación administrada", pero sin el componente de "tablita" que se había aplicado en las semanas previas a la devaluación de enero pasado.

El Gobierno no ha hecho explícito un objetivo de cotización, aunque economistas influyentes como Miguel Bein creen que debería ubicarse en torno de los $9,10 para fin de año, de manera que la economía no vuelva a perder competitividad.

Este valor, precisamente, implicaría una suba aproximada del 30% respecto del precio que tenía el billete verde el 22 de enero, es decir, en el momento previo a la devaluación de ese mes.

Por ahora, en el equipo de Kicillof se festeja la consecución de una temporaria estabilidad, incluyendo otro dato que también lleva el número 30: se trata de la brecha entre el dólar blue y el oficial.

Luego de haber orillado el 100% y haberse transformado en un preocupante termómetro del humor social, el billete verde ahora es un motivo de satisfacción: el Gobierno ya no lo "ningunea" sino que destaca cómo ha podido ser "domado" y se ubica incluso por debajo del dólar turista, el precio que se suponía su "piso" natural.Objetivo salario, logrado

¿Cuánto durará la calma de Kicillof y sus técnicos? Es la gran pregunta, y la mayoría de los analistas han deslizado respuestas escépticas respecto de la consecución de los objetivos del "plan 30".

Acaso el punto en el cual los resultados han salido mejor de lo que se esperaba sean los vinculados con el salario.

Contrariando las expectativas que se habían generado a comienzos de año -y particularmente por las cinco semanas de huelga docente-, las negociaciones no se han "desmadrado" ni se ha generalizado un clima de conflictividad.

La estrategia del "techo Caló", por la cual se apuraron los cierres de paritarias con gremios afines al kirchnerismo para mostrar "acuerdos modelo" parece haber surtido efecto. Hasta ahora, la mayoría de las negociaciones ha respetado el esquema de aumentos escalonados en dos cuotas, con incrementos que, en total, no pasan del 30% anual.

Claro que esto no necesariamente implica que la situación sea para celebrar. Primero porque la relativa calma sindical en el sector privado es un indicador del empeoramiento en el plano del empleo.

La propia Cristina Kirchner lo insinuó al anunciar el plan para rebajar aportes patronales, con el declarado objetivo de fomentar la formalización de trabajadores "en negro".El otro motivo por el cual la "paz de las paritarias" no necesariamente es festejable, es porque confirma que este año habrá pérdida de poder adquisitivo y, en consecuencia, el consumo no empujará la economía.La necesidad de una inflación alta

El desafío más difícil para el Gobierno es el de la inflación. Aun cuando ha aceptado pagar el costo político de medidas antipáticas -como la suba de tarifas y de las tasas de interés-, entre los economistas reina el escepticismo.

Para algunos, hay una imposibilidad de que salarios y precios puedan evolucionar al mismo ritmo. Simplemente porque el Gobierno se ha quedado sin herramientas y necesita que los sueldos funcionen como "ancla".

Así lo analiza el economista Enrique Szewach: "Como el Gobierno generó una aceleración de los precios justo antes de las paritarias, éstas cerraron en valores cercanos a la inflación pasada. Pero la economía necesita que el salario real, que subió artificialmente en el fragor del populismo pro consumo -de manera incompatible con la falta de inversión y la baja productividad de nuestra economía- se acomode a la nueva realidad".

Su conclusión es que el Gobierno está en una trampa: si la inflación cae, entonces el costo salarial se hace insostenible; si sube, se puede ir a un escenario de desestabilización; si queda estable, la economía puede caer en el estancamiento productivo.

La suba de precios, además, constituye un factor de recaudación impositiva importante, justo en momentos en los que las arcas fiscales se deterioran.

Hablando en números, ya hay economistas que pronostican que la inflación pueda alcanzar el 40%. Es decir, muy lejos del plan del Gobierno, que es promediar el 30% anual y llegar a fin de año con un nivel mensual que implique un índice anualizado del 20%.

Para Juan Luis Bour, economista jefe de la fundación FIEL, aun cuando la administración K logre que en los próximos meses la tasa descienda respecto de la de comienzos de año, ello no impedirá un "piso" elevado."En el mejor escenario con una tasa del 2,1% mensual para abril-septiembre -es decir apenas dos décimas por sobre el registro del mismo período de 2013 (1,9% mensual)-, la inflación del semestre estaría en un 39,4%", afirma.

También Aldo Pignanelli, el influyente ex titular del Banco Central, cree que el objetivo inflacionario del Gobierno se verá ampliamente superado: "Vamos a terminar el año con un índice del 40%, mucho más alto que el del año pasado y la tendencia es a la suba", pronostica.

El riesgo de abusar de la aspiradora

El motivo central por el cual hay cierto descrédito sobre el éxito del plan económico es, naturalmente, la constatación de que el gasto público sigue demandando emisión de dinero por parte del Banco Central.

"Suben por ascensor y la recaudación por escalera", grafica el consultor Salvador Di Stefano, parafraseando la famosa máxima del general Perón.

Su visión es que hay una política opuesta entre el BCRA, que busca retirar dinero del mercado, y el ministerio de Economía, que no deja de pedir billetes.

"En los primeros dos meses del año, los recursos crecieron al 39% y los gastos al 47% anual. Esto da un resultado fiscal en rojo de $11.855 millones. Y si se adicionan los giros extraordinarios de Anses y Banco Central, el déficit sumó $15.460 millones", analiza Di Stefano.

En la misma línea, la consultora Elypsis, dirigida por Eduardo Levy Yeyati, destaca que el sector público acentuó su dependencia del BCRA. Las transferencias del primer trimestre fueron de $15.700 millones, frente a los $2.700 millones de hace un año.

"Pese a la importante asistencia al Tesoro, la base monetaria se expande a tasas moderadas gracias a una activa política del Banco Central. En el mismo período, registra una expansión promedio de tan solo 20,5% anual", afirma Elypsis.

Y explica que la diferencia entre la elevada asistencia financiera al Gobierno y la relativamente baja expansión monetaria se explica por cómo Juan Carlos Fábrega pasa la aspiradora para retirar pesos de la economía.

Esto -"esterilización monetaria", en la jerga- se realiza mediante la colocación de títulos, por una suma que ya asciende a la friolera de $53.900 millones.

Es un tema que empieza a preocupar, porque este mecanismo -muy usado en otras épocas- genera el fenómeno conocido como "déficit cuasi fiscal", que tiene un potencial de estallido inflacionario.Dólar: equilibrio inestable

Es aquí donde entra en juego el "otro 30%": el del dólar. Porque la inflación y el enfriamiento de la economía pueden poner más presión para un nuevo salto devaluatorio.

Desde la consultora Ledesma señalan que para hacer que estabilicen las expectativas del público, el Gobierno ha recurrido a fijar el dólar en $8, con lo cual se corre el riesgo de volver al atraso cambiario.

Las dudas apuntan hacia si este esquema será sostenible. En el corto plazo, todo indica que sí, por la fuerza con la que los "sojadólares" están ingresando. Prueba de ello es la recuperación de las reservas del Central, que después de su nivel mínimo de u$s26.700 millones, vienen en recuperación y ya superaron los u$s28.000 millones.

Sin embargo, los economistas advierten sobre el riesgo de cantar victoria antes de tiempo. "La emisión para financiar el exceso de gasto es el nudo del problema que subyace detrás de la crisis cambiaria", advierte Economía & Regiones, una de las consultoras más influyentes del mercado.

En tanto, el economista Tomás Bulat señala que el Gobierno está cayendo en la tentación de "relajarse", lo cual se evidencia en la fijación del dólar en un nivel virtualmente fijo de $8 y, además, en una baja de la tasa de interés en pesos.

En su visión, el resultado de esta marcha atrás traerá un resultado inevitable: "El valor del billete verde, a medida que pasa el tiempo, cada vez se hace más barato y las expectativas de devaluación crecen. Una vez más, los exportadores son tentados a demorar sus liquidaciones y los importadores a adelantar sus compras".

Además, agrega, la caída en las tasas de interés hará que decaiga el atractivo de los plazos fijos y que, por el contrario, crezca la demanda sobre el blue.

De manera que la brecha cambiaria puede ser el primer "30%" que desaparezca en los planes de Kicillof.

Por otra parte, si bien el precio de la soja ayuda, no todo está resuelto en términos de reservas del Banco Central, ya que en el segundo semestre vuelven a aparecer obligaciones financieras, como el pago de u$s6.000 millones por vencimientos de bonos.

En definitiva, las amenazas a la actual estabilidad y al éxito del "plan 30%" acechan. Y, para colmo de ironías, hay otro 30% desagradable que aparece bien sólido: el del índice de pobreza que miden las entidades privadas.