¿Cómo se debe escribir un "paper"?: los errores más recurrentes y "reglas de oro" de la redacción académica
El saber popular indica que "aquel al que no le aprueban un paper, escribe un libro". La frase alude a la cantidad de investigaciones científicas que, al tener algún intento fallido de salida a la luz por la vía académica, se vuelcan a la industria editorial donde el trabajo es sometido, en teoría, a menor cantidad de evaluaciones.
Lo cierto es que el paper se volvió en las últimas décadas algo así como el "formato de moda", tanto para dar a conocer un hallazgo o teoría como para evaluar a los profesionales al final de un ciclo académico (seminario, maestría, posgrado, etc.)
"A partir de la segunda mitad del siglo XX, en el mundo occidental se empieza a dar un apoyo más sistemático a la ciencia. Se vuelve necesario por un lado, difundir la investigación, y por el otro lado tener la posibilidad de evaluarla, en la medida en que ingresan los subsidios", explicó Silvia Ramírez Gelbes, directora de la carrera de Comunicación de la Universidad de San Andrés.
En ese marco, surgió la consigna 'publish or perish' (publica o perece), continuó la docente, "tanto así que para un investigador parece cada vez más imprescindible publicar, y en lo posible, publicar mucho".
Si bien la academia local llegó un poco más tarde a este fenómeno que los países anglosajones, éste se sigue dando en medio de una cierta contradicción: "Con más frecuencia los estudiantes universitarios son evaluados a partir de la producción de un documento escrito, ensayo o paper. Al mismo tiempo, son menos los que han tenido la experiencia de escribir aunque sea pequeñas monografías al ingresar a la universidad", planteó Esteban Tapella, docente de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), en una guía acerca de la redacción de ese tipo de trabajos publicada bajo su autoría en 2004.
"La escribí pensando en mis alumnos de tercer año y en nuestro contexto. Porque en 2002 cuando comencé a evaluar a través de esta metodología, mi gran sorpresa fue que los primeros trabajos fueron lamentables. El argumento de la mayoría de los estudiantes fue que era la primera vez que les pedían que escribieran algo", declaró el docente de Planificación y Evaluación en la carrera de Trabajo Social.
Esta guía práctica que se inició como documento de cátedra se extendió a otras carreras de la misma casa de estudios, y más tarde a programas de maestría de la UBA y la Universidad Nacional San Martín, así como un doctorado de la Universidad Nacional de Cordoba. "Este año, por primera vez, vamos a dar un curso libre sobre lecto-escritura universitaria, para la cual había pensado en cupo de 20 y se inscribieron 170 interesados", dijo el profesor de UNSJ.
Estas experiencias demuestran la problemática que les suele generar tanto a investigadores como alumnos esta forma de evaluación para la cual no se sienten preparados. El paper parece provocar el mismo temor que una tesis. El miedo a reprobar, a la evaluación, a la crítica posterior a la publicación, detalló Ramírez Gelbes.
En dificultades
En las investigaciones entregadas suelen repetirse equivocaciones recurrentes. Algunos de ellos, son derivados de una formación inadecuada. "Los estudiantes no se animan a escribir porque no saben cómo hacerlo. Siento que estamos frente a una crisis de lenguaje. No sólo a nivel de grado, sino también de maestrías. Tienen serias dificultades primero porque no leen y segundo porque no leen con la intención de comprender y aprehender", opinó al respecto Tapella.
"Hay errores de escritura general, como cambios de tiempos verbales o de persona sin razón aparente, que pueden desconcertar al lector", agregó la docente de San Andrés, quien además es autora del reciente libro "Cómo redactar un paper", (Noveduc, 2014).
A los problemas para escribir se suman los obstáculos para estructurar párrafos, apartados, ideas con un hilo conductor. Y el peligro es que esta falta de cohesión a la hora de redactar puede opacar un buen trabajo investigativo, advirtió la catedrática.
De acuerdo a esta profesora, los autores de papers sufren muchas veces de "desorden en los párrafos. No es infrecuente ver que se empieza un tema, se va hacia otro, y se retoma el tema original. No se entienden esas digresiones".
La ausencia de criterios de cohesión se refleja también en el conflicto a la hora de diseñar la estructuración del trabajo. "La introducción no introduce al tema, y la conclusión no concluye", criticó el profesor de la UNSJ, y remarcó que en el ámbito profesional, "si uno no es bueno en destacar qué puede aportar el trabajo, de alguna manera ‘venderlo', nadie lo va a leer".
Si bien los expertos consultados reconocen que la estructura "introducción-metodología-resultados- conclusión", no es universal, utilizarla tiene cierto sentido. "En la escritura académica, es muy fuerte la necesidad de este respeto porque el lector busca sectorizadamente la información", indicó Ramírez Gelbes.
Por otra parte, algunos trabajos bordean el plagio por la forma en la que se omiten los trabajos consultados. "Existe una resistencia terrible a citar las fuentes. Con el afán de impresionar, copian y pegan, tratan de poner conectores como para que suene propio. Es un tema recurrente", apuntó Tapella.
De la misma forma, consideró que las citas bibliográficas, saber cómo y cuándo usarlas, les cuesta mucho a los alumnos: "Como leen poco, aprender poco de esta mecánica, y no lo hacen en los trabajos propios"
Para evitar ese tipo de situaciones, los expertos tienen una serie de consejos que, al mejorar la escritura del informe, potencian las chances de su aceptación por la vía académica.
Reglas de oro
En una entidad académica dada, uno de estos trabajos enfrenta al menos la revisión de dos o tres profesores. En una publicación, puede ser supervisado por un panel de expertos en la materia, o sobrellevar entre dos y seis referatos, por ejemplo.
Los estándares de evaluación suelen versar sobre la solidez de los antecedentes presentados, criterios de innovación en la elección del tema o metodología de investigación, la cohesión sobre la fundamentación y articulación de ideas, extensión, estructuración del documento, particularidades acerca de las citas y bibliografía, entre otros.
Según Ramírez Gelbes, los parámetros de validación son distintos de acuerdo al área de estudio, y hay disciplinas en las que los criterios están más estandarizados que en otras. Pero más allá de estas reglas escritas, existen algunos preceptos tácitos que hacen a lo que cualquier miembro de la comunidad científica podría calificar como "un buen paper".
"En términos generales, un paper es rechazado por la investigación que conlleva, y no por el estilo o por las características del género. Pero también es cierto que las dificultades en la comunicación escrita pueden conducir a que el trabajo sea incomprendido", indicó la docente de San Andrés, quien también participó de la cátedra de Corrección de Estilo de la carrera de Edición en la Universidad de Buenos Aires.
En la misma línea, Diego Golombek, profesor en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), señala en "Demoliendo papers" (Siglo XXI, 2005), que cada uno de estos trabajos, "casi por definición, está escrito en 'difícil', una curiosa lengua técnica de acceso a unos pocos iniciados".
Es por eso que la primera "regla de oro" para la redacción es la simpleza "La escritura debe ser transparente, para que el lector pueda interpretar la investigación de manera acabada. Si el texto es oscuro, es difícil que entienda cuál es la empírea que lo sostiene. Puede causar que no se entienda y no se apruebe la publicación", remarcó al respecto Ramírez Gelbes en diálogo con este medio.
Llegar a esa escritura llana, por supuesto, requiere práctica. La buena noticia es que ésta se logra no sólo redactando sino "sobre todo leyendo y prestando atención al contenido pero también a las formas", indicó la titular de la Carrera de Comunicación en UdeSA.
Otro consejo que suele sugerir Ramírez Gelbes es darle el documento a otra persona para leer. "El texto tiene que hablar por sí mismo, tiene que ser autónomo", aseguró, y compartirlo es una buena forma de identificar segmentos que no se lleguen a comprender.
Asimismo, una buena metodología para lograr eso es, de acuerdo a la docente, "escribir y dejar dormir, para retomar con cierta distancia lo que uno mismo ha escrito".
Por último, los académicos remarcaron la necesidad de corregir estas dificultades frecuentes, no sólo por los propios alumnos e investigadores, sino también por la salud de la ciencia. "Si no aprenden en esta instancia la escritura académica, luego es mucho más difícil. En todos los trabajos existe algún tipo de reporte o comunicación escrita como prerrequisito. Si no lo aprenden no podrán sobrevivir en el mundo profesional", aseguró Tapella.
Por su parte, Ramírez Gelbes subrayó la importancia de difundir la ciencia hispanoparlante. "No está mal que los investigadores de habla hispana, sin dejar de publicar en inglés, apoyemos las publicaciones en español. Con medios más robustos, apoyamos la ciencia en nuestros países, difundiendo la investigación que se está haciendo. Así, el próximo parte de más arriba".