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La persona y el personaje: Guillermo Moreno y el por qué los analistas hablan de la "paradoja" de su eficacia

La persona y el personaje: Guillermo Moreno y el por qué los analistas hablan de la "paradoja" de su eficacia
27/01/2012 - 13:02hs
La persona y el personaje: Guillermo Moreno y el por qué los analistas hablan de la "paradoja" de su eficacia

Como los rockeros que, para su propia vergüenza, se sorprenden tarareando un tema de Ricky Martin, o como los intelectuales, que no pueden evitar que el zapping los estacione en el programa de Marcelo Tinelli, los economistas argentinos tienen también su "lado culposo": la admiración que les causa la gestión de Guillermo Moreno.

Una aclaración: esta admiración no significa necesariamente la aprobación de sus métodos, ni mucho menos que estén de acuerdo con su ideología o forma de pensar la economía del país.

Pero sí por su capacidad como funcionario para cargarse una infinidad de "mochilas" que arrastra la economía, en áreas tan diversas que van desde el mercado financiero, la industria, el sector exportador e importador y hasta las distintas actividades vinculadas con los servicios, como por ejemplo la medicina prepaga.

Sus métodos podrán ser criticados hasta el hartazgo. Pero no hay quien deje de admitir que -contra todos los pronósticos- ha logrado frenar la fuga de capitales, llevar el mercado del "blue" a un tamaño ínfimo, pesificar algunos mercados que funcionan en dólares, revertir la tendencia alcista de las tasas de interés, frenar la caída en picada del superávit comercial y acentuar el proceso de sustitución de importaciones en la industria.

Ningún analista se muestra sorprendido, entonces, de que la Presidenta le haya encomendado mayores responsabilidades, encaramándolo en un virtual cargo de "ministro de la Sintonía Fina".

Así -mientras el anecdotario de Moreno se incrementaba con nuevos "aprietes" a banqueros, cambistas, importadores y ejecutivos de petroleras- hasta sus más acérrimos críticos terminaron por admitir que sus métodos rendían resultado, al menos en el corto plazo.

"Será un chapucero para los economistas pero, al mismo tiempo, su valor radica en que combina prepotencia y eficacia en dosis semejantes", apunta el analista Agustín Monteverde.

Y define que, para el modelo K que se impone hoy en día, resulta ser "el hombre indicado en el lugar adecuado", habida cuenta de que combina "intervencionismo discrecional con un industrialismo fatto in casa".

En tanto, el economista Tomás Bulat lo describe así: "Es muy trabajador y honesto. Es un líder capaz de generar militantes comprometidos que trabajan con y para él y, finalmente, hace uso de una franqueza absoluta en sus declaraciones".

Como muchos de sus colegas, Bulat cree que las políticas que aplica son equivocadas y que por eso -aunque parezca paradójico- cuanto mayor sea su eficacia, peores serán los problemas a futuro.

Para el analista, su confianza en las aptitudes de Moreno son también la medida de su escepticismo: "Cuenta con la sencillez de tener objetivos cuantificables y muy simples. Por lo cual en general sus decisiones son de implementación rápida y no se detiene a evaluar posibles daños colaterales".

La actuación del "superfuncionario" que más impresionó fue la capacidad de frenar la corrida cambiaria de fin de año, al punto tal que el Banco Central pasó de vender más de u$s3.000 millones mensuales a convertirse en comprador neto de divisas.

"La corrida sólo comenzó a ceder cuando, hacia diciembre, Moreno irrumpió en la plaza con sus muy convincentes técnicas de persuasión y trabó la fuga de capitales", afirma el consultor Federico Muñoz.

Y agrega: "Con el freno a la sangría y la repatriación forzada de dólares, el Banco Central logró recomponer rápidamente sus reservas y recuperó u$s1.700 millones en menos de un mes".

Y hasta hay quienes se sorprenden de cómo, contra los pronósticos, la restricción en el mercado cambiario no ha afectado las típicas actividades dolarizadas -como el turismo y los negocios inmobiliarios- que comenzaron a pesificar sus operaciones.

El gran objetivo

Por estas horas, Moreno está recibiendo los primeros elogios referidos a la balanza entre exportaciones e importaciones.

Ocurre que, revirtiendo una tendencia al desplome del superávit comercial, sobre fin de año hubo un repunte que ubicó el resultado anual en unos u$s10.000 millones, incluso por encima del objetivo oficial.

Por cierto que esta reversión no se logró mediante un boom exportador, sino producto de los oficios de Moreno en "rebotar" contenedores en los puertos.

Claro que los analistas creen que esa no es, precisamente, una situación para festejar.

Al respecto, el influyente Miguel Bein analiza que la creciente escasez de dólares "requiere un freno a las importaciones que, más allá del evidente ‘éxito' de los últimos meses a costa de faltantes y sustitución forzosa, no es sostenible si no opera al mismo tiempo una desaceleración del crecimiento".

Muy alejado las críticas a su persona, Moreno no sólo no se preocupa por la caída de importaciones sino que cree que es el objetivo a seguir para que "el modelo" siga su curso y se pueda sostener la fuerte demanda interna.

A juzgar por las expresiones de preocupación que hizo la mismísima Unión Industrial Argentina (en gran parte beneficiada por la sustitución de importaciones), la creencia de que se viene un fuerte cierre comercial está bastante extendida.

"Este Gobierno necesita los dólares"

Pero para conocer lo que piensa y hará Moreno, nada mejor que analizar sus propias palabras.

"Las cosas son muy claras. Hay que prepararse para un mundo en crisis. Si el superávit comercial este año es entre u$s10.000 y u$s12.000 millones, el show puede continuar. Si estamos debajo de u$s10.000 millones vamos a estar complicados. Y si llegamos a estar debajo de los u$s6.000 millones, olvídense", señaló el funcionario en una charla con militantes, que trascendió en los medios.

La definición política de Moreno es bien elocuente: "Este Gobierno necesita dólares. Necesitamos el superávit en la balanza comercial para cubrir la balanza de servicios. Y esos dólares sólo se fabrican en un país."

¿Está lejos de alcanzar ese objetivo? Según las proyecciones de los analistas no le será tan fácil llegar a esa cifra.

Por ejemplo, Ramiro Castiñeira, analista de Econométrica, prevé que rondará apenas los u$s8.000 millones. Y que si no es mayor, será por un motivo que no es para festejar: "El freno en el nivel de la actividad económica, que será evidente en el segundo semestre".

En tanto Jorge Vasconcelos, del Ieral, lo cifra en u$s5.000 millones. Es decir, dentro de lo que Moreno define como la temible zona de "olvídense".

La argumentación es que habrá tres puntos que marcarán la menor "caja" de dólares disponibles.

  • Una menor exportación de granos y derivados (-8%), por la caída de precios y un rinde más bajo de la cosecha.
  • Las menores ventas a Brasil, mercado al que se dirige el 21% de las exportaciones argentinas.
  • El tener que comprar más energía fuera del país, que hará que el déficit se amplíe a u$s5.000 millones.

La paradoja del cierre comercial

Ante esta situación, la pregunta es si volverá a aparecer la ponderada eficacia de Moreno para sacar al Gobierno de varios focos de crisis, aparentemente insuperables.

Y es ahí donde aparece la mayor paradoja: cuanta mayor es la confianza hacia su persona -sustentada en su capacidad para "inflar" el superávit comercial- mayor es el temor por los "daños colaterales" que podría infringirle a la Argentina a futuro.

"Pensar un país que quiera producir sin poder importar resulta imposible. Muchos de los bienes que vendemos al mundo tienen componentes traídos de afuera. El actual esquema induce a errores, como que el sector industrial demore la entrega de un producto terminado por la falta de un pequeño repuesto", argumenta Abel Viglione, economista de la Fundación FIEL.

En este contexto, esa es la mayor limitación que los analistas le ven en la política de la "mano dura".

Es decir, por más que Moreno les exija a los empresarios que intensifiquen sus inversiones -como moneda de "pago" por la protección que les brinda el Gobierno ante lo importado- hay siempre una parte de esa inversión que supone más importaciones.

Y dicha parte no es menor: los bienes de capital y las piezas de maquinarias representaron un 40% de las compras al mundo en 2011. En cambio, los bienes de consumo final apenas representan un 11 por ciento.

En otras palabras, aun si Moreno se propusiera un cierre completo de las fronteras para estos artículos de consumo, el resultado sobre el saldo sería apenas marginal.

Cabe, en los planes del Gobierno, otra posibilidad: que se fabriquen dentro del país las maquinarias y bienes de capital que hoy se importan. Pero hay amplio escepticismo en el sentido de que la habilidad de Moreno llegue tan lejos.

Martín Rapetti, economista del CEDES, admite que en algunos sectores, como autopartes, "hay cierto margen" para sustituir importaciones por producción local. "Pero hay cosas, como los chips, que son imposibles de reemplazar".

Por su parte, Milagros Gismondi, economista jefe del Estudio Ferreres, aporta cifras elocuentes: "En los vehículos y en los instrumentos ópticos, las partes importadas llegan al 70%. Además, suponiendo que sí pudieran fabricarse localmente, resultarían más caras que las importadas e impactarían en la inflación".

Una escalada represiva

En conclusión, se entiende la "sensación vergonzante" que despierta la admiración por Moreno. Los economistas saben que esa eficiencia tiene una cara oculta: la falta de una política sostenible.

"Ningún empresario serio, nacional o extranjero, invierte en una empresa que se beneficia por trabas a las importaciones que no responden a una estrategia coherente y de largo plazo. Simplemente, porque no tiene ninguna garantía de que esa restricción no sea levantada cuando desaparezca la emergencia cambiaria", argumenta Javier González Fraga, en su doble condición de economista y ex empresario del rubro lácteo.

En la misma línea, desde el sector financiero, Claudio Maulhardt, administrador de los fondos de inversión Galileo hace un sombrío pronóstico: "Se ha dotado de poderes plenos al experto en 'aprietes' Guillermo Moreno, cuya aparente eficacia en las batallas de corto plazo preludian una ominosa derrota en la guerra".

Pero eso no es lo peor: hay quienes anticipan que la "Moreno-dependencia" se hará mayor, obligando a controles cada vez más duros y diseminados a muchos más sectores de actividad.

Así lo resume Muñoz: "El Gobierno se está internando en un callejón sin salida en el que, para mantener el equilibrio de las cuentas externas, se verá forzado a redoblar permanentemente sus apuestas represivas. Nos encaminamos a una escalada de tensión que llegará tan alto como Moreno quiera y la sociedad tolere".