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Mientras Chile y Uruguay avanzan, Argentina se estanca: qué frena el desarrollo de emprendedores

La Argentina ocupa el puesto 39 en el Índice de Emprendimiento Dinámico. Financiamiento y políticas públicas son las claves para mejorar su posición
NEGOCIOS - 12 de Enero, 2025

A pesar de contar con recursos y un talento destacado, el desarrollo emprendedor en la Argentina presenta luces y sombras, según el reciente Informe del Índice de Dinámica Emprendedora (IDE) 2024. Con un modesto puesto 39 en el ranking global, el país se encuentra rezagado respecto a otros países de la región, como Chile y Uruguay, que ocupan las posiciones 30 y 31 respectivamente. Este panorama refleja problemas estructurales y contextuales que afectan la capacidad del ecosistema local para generar empresas dinámicas y sostenibles.

Hugo Kantis, director de Prodem y una voz clave en el análisis del IDE, destaca que los puntos más débiles de Argentina son la falta de financiamiento y de las políticas públicas. "La principal barrera es la falta de una oferta escalonada de financiamiento que incluya capital semilla público, inversión privada en distintas etapas de las startups y préstamos en condiciones apropiadas para las empresas jóvenes. Además, el gobierno no actúa de manera proactiva para fomentar el emprendimiento y la innovación", señaló.

Trabas al desarrollo emprendedor argentino

La falta de regulaciones y de políticas públicas proactivas colocan a Argentina en desventaja frente a países de la región como Chile y Uruguay. La brecha en esta dimensión es notable: según Kantis, "Chile y Uruguay tienen políticas públicas que fomentan el emprendimiento y la innovación, con un valor del índice en esta dimensión tres veces superior al de Argentina". Estos países cuentan con capital semilla público, instrumentos para fortalecer organizaciones de apoyo y, en el caso chileno, iniciativas recientes para la creación de empresas de base científico-tecnológica. "Israel es un ejemplo reconocido en este campo, pero incluso los ecosistemas más dinámicos, como el de Estados Unidos, tienen huellas claras de políticas públicas", agrega Kantis.

En el caso argentino, la inestabilidad macroeconómica añade otra capa de dificultad. "La macro argentina asemeja a una montaña rusa: alterna períodos de volatilidad de precios con otros de recesión. Esto dificulta los cálculos que todo emprendedor necesita realizar", afirma Kantis. Esto afecta tanto a los emprendedores como a los inversores, quienes buscan contextos más estables para desarrollar sus proyectos.

Oportunidades y modelos a seguir

A pesar de las debilidades señaladas, Argentina también cuenta con activos que podrían transformar su ecosistema emprendedor si se gestionan adecuadamente. Entre ellos, Kantis subraya la persistente existencia de una clase media y una cultura abierta del país, factores que facilitan la aparición de nuevos emprendedores. "El germen del emprendimiento dinámico está en la clase media. En países donde este segmento está más reducido, como sucede en otros países de América Latina, las oportunidades quedan limitadas a una élite muy pequeña", explica.

Un ámbito donde la Argentina muestra un potencial destacado es el de las tecnologías emergentes y el deep tech, es decir emprendimientos basados en tecnología avanzada como la inteligencia artificial, la biotecnología o la robótica y que requieren investigación y desarrollo intensivos para resolver problemas complejos y generar soluciones disruptivas. 

La inversión pública en ciencia y tecnología, aunque limitada en comparación con países como Israel o Corea del Sur, permitió al país posicionarse como líder en este sector dentro de la región. "Por ello, es fundamental no discontinuar la inversión pública en investigación y desarrollo, sino que orientarla hacia proyectos con potencial de comercialización e impulsar ambientes universitarios más proclives a la creación de nuevas empresas basadas en ciencia y tecnología", señala Kantis.

En este contexto, el rol de las universidades públicas resulta crucial. Durante las últimas tres décadas, una buena porción de emprendedores argentinos pasó por estas instituciones. Por lo que desfinanciar a las universidades, advierte Kantis, "no es buena idea y traerá costos importantes para el ecosistema emprendedor". Aunque los efectos puedan no ser inmediatos, las consecuencias a mediano y largo plazo serán inevitables: "Hoy vivimos del talento formado en años previos, pero si no se invierte en talento, las perspectivas futuras no serán promisorias".

En términos internacionales, el IDE 2024 también resalta el potencial del emprendimiento verde como una oportunidad de desarrollo y en Argentina, iniciativas como Kilimo o Beeflow son claros ejemplos de emprendimientos que aprovechan la diversidad ambiental del país para desarrollar soluciones sostenibles. "El emprendimiento verde puede beneficiarse de la amplia diversidad ambiental que tiene Argentina y de una creciente conciencia ambiental entre las generaciones jóvenes", señaka Kantis.

Para cerrar la brecha con países como Chile o Uruguay, y aún más con líderes globales como Suecia o Finlandia, Kantis enfatiza la necesidad de políticas públicas activas y una colaboración estrecha entre el sector privado, las universidades y el gobierno. "El talento se desarrolla en contextos que fomenten el desarrollo emprendedor, la innovación y el emprendimiento. Esto no se logra de un día para otro, sino a través de un fuerte compromiso de largo plazo con políticas sistémicas sostenidas", concluye.

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