La reconversión obligada de los puestos de diarios: qué venden ahora por avance de la era digital
La reconversión laboral y la desregulación en el sector de los "canillitas" que trabajaron durante décadas en los puestos de diario de todo el país se produjo de hecho, por los efectos de la cuarta revolución industrial que atraviesa la humanidad y que cambió la manera de circulación de la información que utilizó como insumo principal el diario y las revistas en papel por la información digital y, no tanto, por los cambios que introdujo en las relaciones laborales y sociales la administración de Javier Milei desde su asunción.
A los kioscos de diario, el futuro los alcanzó hace rato y luego de la pandemia de Covid-19, la historia los paso por encima como si se tratara de un huracán.
En el AMBA, la ciudad de Buenos Aires y los partidos del Conurbano, se contabilizaban más de 7.000 puestos de diarios antes de los estragos del virus de Wuhan. Luego, de las extensas cuarentenas sobrevivieron cerca de 2.000 kioscos.
Dos mil paradas que ya la tenían difícil antes de la pandemia por la reconversión tecnológica incipiente y que los políticos supieron tomar nota y por ello, habilitaron a los dueños de los kioscos a comenzar a ofrecer otros productos a sus clientes. Clientes que en zonas concurridas pueden ser habitués o estar de paso pero que, en algunos barrios de la ciudad, se conocen entre el comprador y el vendedor hasta por su segundo nombre.
Los canillitas recorrían las calles de la zona, sabían dónde vivián sus clientes fieles, les dejaban los periódicos y sus revistas preferidas en las puertas de sus casas, un mundo que muchos vivieron y ya desapareció. Y, no hace mucho de esto. Esas relaciones laborales, sociales, humanas, en definitiva, comienzan a ser recuerdos sin embargo muchos kioscos persisten en sus esquinas, en sus cuadras y muchos se preguntan y ¿ahora que hacen, que venden, de que viven sus responsables?
Los nuevos productos que ofrece el canillita
Al escritor uruguayo Florencio Sánchez no se le hubiera ocurrido incluir en su sainete "Canillita", de donde proviene la denominación de los muchachos que vendían diarios voceando las últimas novedades, que en el siglo XXI iban a ofrecer ventas de pasajes o tickets para viajar, bebidas no alcohólicas, loterías, juegos de azar, recuerdos turísticos, juguetes, y, en algunos casos fuera de la normativa permitida, compra y venta de moneda extranjera.
Los puestos de diarios son verdes en la Ciudad de Buenos Aires y, en eso se asemejan con los arbolitos parlantes del microcentro porteño.
Pero, la realidad es que los canillitas o responsables de los kioscos de diarios, están habilitados por un permiso del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y cuentan con una habilitación del Ministerio de Trabajo nacional, hoy con rango de Secretaría dentro del organigrama del ministerio de Capital Humano que conduce Sandra Pettovello.
Y, estos permisos les permiten ofrecer al público, diarios y revistas como lo hacían tradicionalmente aunque las ventas sean significativamente menores que en otros años.
Por ejemplo, en la década del ‘90, se vendían más de cuatro millones de diarios por día en cerca de 7.500 puestos de venta. La desaparición de los diarios vespertinos, Crónica y La Razón, significó un golpe a los ingresos de los canillitas, hasta la caída de ventas de la actualidad por la que se ofrecen cuatro millones, pero por mes, no por día y en 2.000 puestos que resistieron.
¿Cómo sobreviven los kioscos de diarios en la actualidad?
Desde entonces comenzó la posibilidad de ofrecer otros productos desde juguetes, que las propias editoriales ofrecían y lo siguen haciendo junto a sus productos en forma de colecciones de autos, aviones, soldados o personajes de cine, entre otros, hasta CD de música, otro producto barrido por el avance tecnológico, o vinilos que comienzan a venderse nuevamente para coleccionistas.
La famosa definición del economista austríaco Joseph Schumpeter que describió al capitalismo como un "viento perenne de destrucción creativa" que incesantemente revoluciona la estructura económica desde adentro, destruyendo a la antigua y creando una nueva síntesis podría aplicarse al pequeño universo de los kioscos de revistas y su supervivencia.
No sólo ofrecen varios artículos nuevos en sus escaparates donde antes se ofrecían revistas que vendían por miles de ejemplares, desde producciones gráficas de actualidad política, social y deportiva y del noveno arte, la historieta, sino que incluso ofrecen productos gastronómicos.
Lautaro Loguzzo, Gerónimo Messineo y Julián Cerati, se hicieron cargo de un abandonado puesto de diarios de la plaza Houssey, frente a la facultad de Medicina de la UBA y a metros de otras casas de estudio, y lo convirtieron en un espacio para tomar café y leer.
Lautaro Loguzzo, explicó a la prensa que la idea la tomó prestada de Europa. Caminando por el Viejo Continente "...vi un puesto de diario que vendía café. Me voló la cabeza. Yo soy de La Plata, pero al ver ese puesto de diario convertido en un café no entendía por qué en Argentina no había uno igual y me puse a investigar. En ese momento, no se podía vender café en esos kioscos de diarios y revistas aunque algunos que otros lo hacían con la maquinita Nespresso, pero muy agarrado de los pelos" Con la resolución de 1481 del Ministerio de Trabajo todo cambió.
Desde entonces se puede ofrecer los siguientes productos:
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entrega de correspondencia
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Venta de material didáctico y pedagógico
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Venta de artículos de librería
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Venta de artesanías, manualidades, recuerdos turísticos y artículos regionales
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Venta de pasajes y tickets para viajar
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Venta de bebidas no alcohólicas
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Venta de juegos de azar y loterías
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Venta de artículos de higiene personal descartable
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Recolección de pilas, baterías, encendedores y otros materiales
Sin embargo, vender café y bebidas no alcohólicas trae una competencia poco clara con bares y cafés del sector gastronómico.
Perspectivas a futuro
El actual responsable laboral del área nacional, Julio Cordero, promete continuar desregulando los dos sectores para que puedan reconvertirse y seguir con las actividades comerciales.
Hace un mes se reunió con el secretario general del sindicato de canillitas, Omar Plaini, su secretario adjunto, Carlos Vila, y con el presidente de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confitería y Cafés (AHRCC), Daniel Prieto para eliminar aquellas regulaciones que impidan la reconversión de los kioscos de diarios y revistas y que atenten contra la libre competencia en el ámbito gastronómico. En el encuentro se expuso que la caída en las ventas de diarios y revistas, debido al auge de los medios digitales, demanda la necesidad de diversificar la oferta de productos y servicios para el sostenimiento en los puntos de venta sin necesidad de afectar a otros rubros como el de las cafeterías.
Hubo un principio de acuerdo y la solución pasará, invariablemente bajo la gestión Milei, por adaptar las estructuras de los kioscos de revistas con el objetivo de ofrecer mejores servicios a la comunidad a buen precio y bajo costo, fortaleciendo la competitividad .
"Esta iniciativa busca revitalizar la actividad de los kioscos, adaptándola a las nuevas demandas del mercado con el objetivo de brindar más y mejores servicios a la comunidad, fortalecer la competitividad en el ámbito gastronómico y mejorar las condiciones de trabajo", explicaron a iProfesional en sede laboral.
El "canillita", con el tiempo, pasará a ser un arquetipo urbano. Acaso como el compadrito, el afilador, el hielero, el lechero o tantos otros que perviven en el recuerdo. Pero, también, se convertirá en el antepasado más cercano de un nuevo tipo de expendedor de servicios que tienen a los pibes de la Plaza Houssay como sus máximos exponentes.