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Cuánto sale comer un asado en la parrilla a puertas cerradas de Paternal de la que todos hablan

Luciano Pacello convirtió su hogar en La Paternal en una parrilla a puertas cerradas y ofrece asado de larga cocción y sobremesas que duran horas. Precios
20/12/2024 - 19:41hs
El Patio de Mabel, parrilla a puerta cerradas en La Paternal

En el corazón de La Paternal, escondido tras una puerta y un patio lleno de plantas, se encuentra El Patio de Mabel, una experiencia gastronómica que conquistó primero a los vecinos y luego a curiosos de toda la ciudad. Fundado en 2018 por Luciano Pacello, este restaurante a puertas cerradas no solo es una parrilla; es un homenaje a su madre, Mabel, y a los tradicionales asados que cimentaron la historia de su familia y la de muchos argentinos.

Luciano creció en la casa centenaria que hoy alberga el restaurante. Allí, entre las risas de los domingos familiares y el humo del asado, se forjó su amor por la cocina. Sus padres, Cacho y Mabel, fueron desde siempre gastronómicos: durante las temporadas de verano, gestionaban un restaurante en Punta Mogotes (Mar del Plata), y en Buenos Aires administraban buffets de clubes de fútbol, entre ellos Argentino Juniors. "La gastronomía siempre fue parte de nuestra vida; yo crecí adentro de un restaurante viendo a mi viejo en una cocina o una parrilla y a mi vieja en la comanda llevando adelante el negocio.", recuerda Luciano.

Sin embargo, su camino inicial fue otro. Durante 14 años, trabajó en un banco, alejado de las brasas y las charlas entre comensales. Pero cuando se puso de moda de que los chefs abrieran las puertas de sus casas para ir a comer, él también quiso sumarse. Se lo propuso hacer a Mabel y entusiasmados delinearon los primeros bocetos del proyecto: replicar esos domingos de asados inolvidables de su infancia y juventud, pero para los vecinos, los cinco o seis que ir. "El plan era que ella cocinara y yo después, cuando salía del trabajo, iba a ayudarla. Era una manera de que ella, ya jubilada, siguiera teniendo una actividad y que le entrara alguna plata extra porque con la jubilación no alcanzaba", explica.

Sin embargo, el sueño quedó en pausa tras la repentina muerte de Mabel. No fue hasta un año después, cuando agotado por la rutina de oficina, que decidió retomar la idea junto a su hija Malena, que entonces tenía 18 años, su padre Cacho, aportando su vasta experiencia y su hermana Laura, para ocuparse de los temas más administrativos del negocio. "La muerte de mi vieja me hizo replantearme las cosas y preguntarme si de verdad quería pasar el resto mi vida en ese trabajo donde ya no estaba cómodo. Fue como si estuviera cumpliendo una deuda pendiente, no solo conmigo mismo, sino con Mabel", confiesa.

Con un menú sencillo de cuatro pasos con postre y bebida incluida, el Patio de Mabel comenzó de manera discreta, abriendo solo los viernes para un pequeño puñado de comensales. Al poco tiempo, casi sin redes sociales ni publicidad, el boca en boca se encargó de hacer crecer su propuesta. Las reservas empezaron a multiplicarse y con clientes que ya traspasaban las fronteras del barrio, fueron agregando más horarios. Para el 2019 el Patio de Mabel estaba en la agenda de lugares para ir a cenar de muchos y, preparado para dedicarse a pleno en el negocio familiar, Luciano renunció al banco.

La creciente demanda llevó a que El Patio de Mabel pasara a abrir tres veces por semana: viernes, sábados y domingos. Aunque el patio tiene capacidad para recibir a 80 personas por noche, hoy es necesario reservar con semanas de antelación para conseguir un lugar. "Nunca imaginé que tanta gente conectaría con esta idea. Creo que lo que ofrecemos va más allá de la comida; es una experiencia que toca las emociones", reflexiona Pacello.

¿Cómo es la experiencia de ir a comer al Patio de Mabel?

El Patio de Mabel, define Luciano, no es como ir a un restaurante, es como ir a la casa de un amigo o de un familiar a comer un asado. La única diferencia es que se entra con una contraseña que se informa al momento de la reserva, después, puertas adentro, la calidez hogareña: con una gran sonrisa y apretón de manos, Cacho te da la bienvenida; en el patio te vas a encontrar con Luciano trabajando en la parrilla y con Malena atendiendo las mesas y asegurándose de que a nadie le falte nada y de que todos estén cómodos.

"Acá la gente entra a las 9 de la noche y se va pasada las 12. No trabajamos con rotación de mesas. Queremos que nuestros invitados disfruten, se distiendan y tengan ese asado familiar típico de los domingos en el campo", dice. Además, ofrece un menú vegetariano para quienes no consumen carne.

Cacho te recibe, Luciano te cocina y Malena se encarga de que necesites
Cacho te recibe, Luciano te cocina y Malena se encarga de que necesites

Que Luciano compare la experiencia de El Patrio de Mabel con un asado de campo no es casual, es también parte de su diferencial porque prepara costillares y vacíos con 4 y 5 horas de cocción a leña. "Por eso, si te gusta comer rápido o estás apurado, no vengas. Acá la idea es que te relajes. Vas a llegar, vas a tomar un vermut, a la media hora te empieza a llegar la comida, y después, entre plato y plato, seguramente vas a tener unos 15 o 20 minutos más de espera. Acá se viene a comer rico, pero también a charlar, a pasar el rato. Acá nadie te corre", advierte Pacello.

Pero para darle un punto más al disfrute, cada tanto Luciano convoca a algún músico para que acompañe la velada. Aunque, cuenta, muchas veces le ha pasado que, como tiene músicos como clientes habituales, se terminan armando mini recitales o guitarreadas improvisadas. "Por supuesto, son eventos que no se promocionan porque no es que vienen a tocar; quizás cuando terminan de comer, si tienen ganas, lo hacen. Además, no me parece ético, ellos vienen a comer como cualquiera, jamás voy a lucrar con eso. Son amigos de la casa", asegura.

El menú cuesta $29.000 por personas

Actualmente, el menú cuesta $29.000 por persona. "Tratamos siempre de mantener un precio accesible. Ahora la carne aumentó un 60% y decidimos no trasladarlo al precio; prefiero resignar ganancia, pero que la gente pueda seguir viniendo", señala Luciano, quien hoy tiene un margen de ganancia 20% menor. 

Este año, marcado por la caída del consumo, El Patio de Mabel tuvo un primer semestre difícil, fundamentalmente en los primeros meses, cuando la quita de subsidios y los aumentos de precios hicieron que la gente empezara a salir menos. No obstante, a partir de junio, comenzaron a tener un repunte. "La gente empezó a darse un gustito. Quizás si antes salían dos veces, ahora salen una, o eligen bien a dónde ir", cuenta. Ahora los domingos están al 100% de ocupación y los viernes y sábados al 70%. Eso sí, hacia fin de mes, la caída se siente más pronunciada, con ocupaciones que rondan el 50 por ciento.

Respecto al futuro, Luciano dice que no tiene planes de expansión y en principio tampoco de abrir más días a la semana. "Encontré un equilibrio perfecto entre la vida personal y la laboral, así puedo disfrutar de un montón de otras cosas. Así estamos bien", dice.

El Patio de Mabel no solo es un restaurante a puertas cerradas; es una memoria viva, un espacio donde el asado une y las historias se comparten bajo las estrellas. En palabras de Luciano, "No se trata solo de asado, sino de crear momentos que la gente quiera recordar". Y así, entre humo y risas, el sueño de Mabel sigue cobrando vida.

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