El colapso de Kodak: los errores del gigante de la fotografía que marcaron su caída en la era digital
Durante gran parte del siglo XX, Kodak fue sinónimo de fotografía. Sus cámaras y rollos fotográficos dominaron el mercado global, consolidándose como una de las marcas más icónicas de la época. Sin embargo, al llegar el final del siglo, esta legendaria empresa comenzó un prolongado declive que culminó en su declaración de bancarrota en 2012. La causa principal: su incapacidad para adaptarse a tiempo a la disrupción digital.
El origen del problema se remonta a 1975, cuando Steve Sasson, un ingeniero de los laboratorios de investigación de Kodak, desarrolló la primera cámara digital. Este avance permitía capturar imágenes sin necesidad de utilizar película, anticipándose a una transformación que cambiaría la industria para siempre.
Sin embargo, la reacción de los directivos de Kodak fue de escepticismo. Uno de ellos cuestionó: "¿Quién va a querer hacer fotos que no se puedan ver en papel?".
Sasson describió la respuesta corporativa como una mezcla de curiosidad y temor. Según sus palabras, "era una visión aterradora de lo que podría ser posible en el futuro". En lugar de explorar las posibilidades de la tecnología digital, Kodak optó por concentrarse en su negocio de películas fotográficas, que en ese momento generaba altos ingresos.
Kodak y la fotografía digital: la década perdida
En 1981, Kodak realizó un estudio interno para analizar la transición hacia la fotografía digital. El informe pronosticó que la adopción masiva de lo digital tomaría alrededor de una década, lo que ofrecía a la empresa tiempo para adaptarse.
Sin embargo, la compañía decidió emplear la tecnología digital solo como complemento para mejorar sus sistemas tradicionales, sin reestructurar su modelo de negocio.
Mientras otras empresas comenzaban a lanzar productos digitales al mercado, Kodak se aferraba a su negocio de rollos fotográficos. Esta resistencia fue agravada por decisiones estratégicas equivocadas, como la adquisición de una farmacéutica en lugar de invertir en tecnologías emergentes.
Además, su liderazgo corporativo carecía de la mentalidad necesaria para abrazar el cambio, lo que contribuyó a su declive.
Kodak y la cámara digital que pudo salvarla: los errores que marcaron su caída
Cuando Kodak finalmente intentó reaccionar, el mercado ya había cambiado de forma irreversible. La fotografía digital se había popularizado, y la compañía no logró adaptarse con suficiente rapidez. En 2012, tras más de 130 años de liderazgo en el sector, Kodak se declaró en bancarrota.
Los analistas identifican cuatro factores clave que llevaron al colapso de Kodak:
Falta de visión estratégica: Sus líderes no comprendieron el potencial disruptivo de la tecnología digital.
Desconexión entre innovación y negocio: Las ideas innovadoras de sus laboratorios no se tradujeron en productos competitivos.
Inercia organizacional: La empresa fue incapaz de rediseñar su estructura para adaptarse a nuevos modelos.
Errores gerenciales: Decisiones estratégicas que priorizaron ganancias a corto plazo sobre la sostenibilidad a largo plazo.
La caída de Kodak por ignorar lo digital: una historia para no repetir con la inteligencia artificial
Hoy, la inteligencia artificial (IA) presenta una disrupción similar a la que representó la era digital para Kodak. Al igual que entonces, muchas empresas enfrentan el reto de adaptarse o arriesgarse a quedar obsoletas.
La IA ofrece oportunidades para transformar procesos y crear nuevas ventajas competitivas.
Sin embargo, las organizaciones que la perciban como una amenaza o retrasen su adopción podrían repetir los errores de Kodak. Adoptar una mentalidad abierta al cambio, invertir en formación y fomentar la experimentación son pasos fundamentales para evitar el estancamiento.
El legado de Steve Sasson
El creador de la primera cámara digital, Steve Sasson, es un ejemplo de innovación visionaria. Nacido en Brooklyn, Nueva York, desarrolló un interés temprano por la electrónica y obtuvo su título en el Rensselaer Polytechnic Institute antes de unirse a Kodak.
En 1975, Sasson presentó la primera cámara digital completamente funcional, un dispositivo que utilizaba un sensor CCD para capturar imágenes. A pesar de la falta de entusiasmo por parte de la gerencia de Kodak, continuó trabajando en tecnologías digitales. Años más tarde, fue reconocido con la Medalla Nacional de Tecnología e Innovación por su contribución.
En entrevistas, Sasson reflexiona sobre el valor de desafiar las suposiciones establecidas y fomentar la creatividad como motor de cambio. Actualmente, se dedica a inspirar a las nuevas generaciones para explorar soluciones innovadoras que contribuyan al progreso.
El caso de Kodak es una lección clave sobre los riesgos de ignorar las señales de cambio en un entorno competitivo. Su caída demuestra que ninguna empresa, por exitosa que sea, está exenta de desaparecer si no evoluciona. En un mundo cada vez más impulsado por la tecnología, adaptarse rápidamente a nuevas realidades es más crucial que nunca. La historia de Kodak y la promesa de la inteligencia artificial subrayan la importancia de abrazar la innovación para mantenerse relevante en el futuro.