El precio de la ropa: los motivos de la abismal diferencia entre Argentina y otros países
La ropa en Argentina se paga en promedio un 35% más que en el exterior, pudiendo ser mayor en algunos casos teniendo en cuenta las barreras a las importaciones que todavía subsisten y la elevada presión impositiva que afronta la industria textil.
Se trata de una afirmación que no sorprende a quienes suelen viajar por turismo o motivos laborales y que por estas horas cobra más interés si se tiene en cuenta que los países vecinos, especialmente Brasil, se encuentran más baratos que las playas argentinas para pasar el próximo verano.
De hecho, quienes puedan tener esa oportunidad no solamente van a ahorrar en vestirse sino que también podrán tener más variedad a la hora de elegir ya que en el mercado local hay menos opciones de compra.
Los datos surgen de un informe del Instituto de Economía de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), elaborado tras el anuncio del Gobierno de reducir los aranceles a las importaciones e incrementar los límites mediante los cuales los argentinos pueden ingresar productos del exterior de u$s1.000 a u$s3.000.
El mismo trabajo estima que si se llevara a cabo una disminución a la mitad de los impuestos del mercado nacional y los aranceles a la importación provocaría un crecimiento del 18% en la demanda interna contra un aumento del 14% en las importaciones.
Precios de la ropa: cómo impactarái una rebaja impositiva en el sector textil
Si esto sucediera, el sector textil que hoy representa el 2,5% del PBI, crecería hasta un valor cercano al 2,8% del PBI y el gasto de los hogares en ropa bajaría un 25%.
Esto se debe a que, del total del precio de una remera que se vende en un negocio de marca, el 50% corresponde a impuestos, mientras que el restante 50% comprende los costos de producción, comercialización y beneficios de empresarios y dueños de locales.
Semejante presión tributaria da lugar al crecimiento de la informalidad en donde se obtienen mejores márgenes de ganancia respecto a los que intentan sostener su actividad en la formalidad.
Para el trabajo de la UADE, "el sector textil es una de las industrias con la mayor tasa de informalidad de Argentina, con aproximadamente el 65% del empleo en negro".
De hecho, los precios en un negocio de marca que opera de manera formal son hasta siete veces más altos que los de aquellos que funcionan con un mayor grado de informalidad al punto que con $100.000 se pueden comprar 10 remeras en la porteña Avenida Avellaneda contra cinco en un local de barrio y una de primera marca.
Diferentes precios para la misma remera
Para calcular la dimensión de las diferencias que existen, la UADE relevó los precios de una remera de hombre lisa genérica en la Avenida Avellaneda; locales de barrio y primeras marcas en los centros comerciales.
En el primer segmento del mercado, se encuentran los puntos de venta informales, como la zona comercial de la calle Avellaneda, ubicada en el barrio porteño de Flores y donde se nuclea una gran cantidad de negocios de ropa mayorista y minorista, manteros y galerías.
En la zona, se ofrece ropa a un precio significativamente menor en comparación con negocios de venta vinculados a marcas formales, con valores que oscilan entre los $8.000 y $12.000, lo que da un promedio de $10.000.
En segundo término, están los locales de barrio que se encuentran en la fase intermedia con mezclas de condiciones formales e informales y en donde se suele facturar una parte de las ventas y pagar un porcentaje de los sueldos en blanco.
Además, los precios se elevan por los alquileres que se deben abonar más lo servicios, lo cual hace que sus inquilinos sean los más expuestos a las condiciones económicas que enfrenta el país.
En un local de estas características el trabajo de la UADE ubica el precio de una remera entre $15.000 y $25.000, dando un promedio de $20.000, aclarando que parte de esta ropa proviene de los mismos talleres que confeccionan para lugares como Avellaneda, pero con la diferencia del recargo por las condiciones que enfrenta el local, por lo que una remera puede llegar a salir el doble o más.
En el caso de los locales de primeras marcas ubicados en shoppings cuentan con casi el 100% de su actividad en el marco formal y la misma remera puede costar entre $56.000 y $78.000, o incluso más dependiendo de la calidad y marca de la ropa, llegando a un promedio de $70.000. mercado atomizado
A modo de conclusión y dado los valores en cada uno de los puntos de venta, el trabajo de la UADE asegura que con $100.000 se pueden comprar 10 remeras en Avellaneda, cinco en un local de barrio y una en una primera marca ya que en este último caso pueden llegar a ser hasta cuatro veces más altos que los de aquellos que funcionan con un mayor grado de informalidad.
A partir de estos datos, el informe señala la existencia de cuatro condiciones principales que caracterizan al sector como son un mercado atomizado en la producción y venta; gran número de consumidores; extensa diferenciación de producto y alto nivel de informalidad. "Estas pautas deberían generar un marco para que los precios en el mercado sean muy competitivos", argumenta el documento.
Sin embargo, la realidad es diferente. En los últimos años los precios de la ropa pasaron a ser significativamente altos tanto en términos internacionales y también respecto de otros bienes nacionales generando un fenómeno que impacta en la fase de comercialización con una fuerte segmentación del mercado en diversos puntos de venta de la Ciudad de Buenos Aires como Once; La Salada; Avellaneda; locales de barrio y shoppings.
Entre todos, las diferencias de precios son consideradas "abismales" en las condiciones comerciales y laborales, dando como resultado una extensa oferta de precios y de variedades de producto.
Qué pasa en Estados Unidos y España
Por eso, desde la casa de estudios universitarios están convencidos de que para poder bajar los precios de la ropa, sería necesario disminuir en algún grado el nivel de proteccionismo, implementar medidas para fortalecer a la industria nacional y mejoras de competitividad y productividad.
"Esta reducción fiscal, además, podría incentivar la formalización de los trabajadores, contribuyendo a disminuir los niveles de informalidad", detalla el informe de la UADE que tiene como objetivo analizar las principales causas que determinan el precio de la ropa en Argentina y las diferencias existentes entre los puntos de venta en el mercado nacional y a nivel internacional.
Para tener una noción en términos internacionales del costo de la ropa en Argentina, se decidió comparar los precios de prendas de vestir de marcas reconocidas a nivel mundial con dos países ancla como Estados Unidos y España.
"Existe una diferencia significativa en los precios de las prendas vestir en Argentina respecto a los otros países como que un jean Levis 501 en Argentina (a valor dólar 1 MEP) cuesta u$s108; en Estados Unidos el precio es de u$s48 y en España u$s80", ejemplifica la investigación.
Otro caso que se muestra es el valor de un vestido de mujer de verano en una tienda Zara en Argentina donde cuesta u$s53, mientras que en Estados Unidos llega a u$s43 y en España a u$s32.
Lo mismo ocurre con un par de zapatillas de deporte de la marca Nike que, a nivel local se paga u$s123 contra los u$s92 de Estados Unidos y los u$s78 en España.
Para la UADE, una de las principales causas que han afectado a la industria textil y por tanto explican los elevados precios que se cobran en el mercado es la política en materia de comercio internacional que afronta el sector, con fuertes barreras a la importación y que perjudica a los consumidores, quienes pagan precios más altos y disponen de menos opciones de compra. Adicionalmente, el marco impositivo nacional presiona sobre las cadenas de producción teniendo en cuenta que la mitad del precio de una remera son impuestos.
El debate "eterno" en torno al sector textil
De hecho, la política comercial en el sector textil es considerada "una gran discusión" instalada desde hace tiempo en el país, profundizándose desde la década del 80 y 90 cuando la llegada de la importación masiva de prendas de vestir afectó a la industria nacional textil y del calzado debido a la importante diferencia en los precios.
A partir de entonces, los diferentes gobiernos, con algunos intervalos, se han volcado por políticas más proteccionistas, aunque con el desembarco de los libertarios que encabeza el presidente Javier Milei se comenzaron a liberar algunas barreras con vistas a la baja de los precios en el futuro.
Sin embargo, existen focos de resistencia a estas medidas con expertos que advierten que abrir el juego a la entrada de productos internacionales afecta significativamente a la industria y amenazan con cierres masivos de empresas y pérdida de empleo.
Los defensores del liberalismo, en tanto, aseguran que una mayor apertura permite que los consumidores accedan a productos de menor precio favoreciendo el consumo y aseguran que es necesario que la industria nacional compita frente al mercado internacional.
Según el informe de la UADE, "este proceso ya se evidencia en el plano interno, en donde ha caído el consumo en locales ubicados en shoppings, favoreciendo los circuitos informales como Avellaneda y La Salada".
Apertura con restricciones
Sin embargo, los autores del trabajo entienden que la apertura de las importaciones no necesariamente tiene que afectar a la industria textil y consideran que para que esto no ocurra, "es imprescindible que en paralelo se articulen políticas que favorezcan el normal funcionamiento del sector, como, por ejemplo, bajar la carga impositiva y eliminar algunas regulaciones".
La propuesta deja de lado las políticas proteccionistas como las que se han aplicado en este mercado, por considerar que se perjudica a los consumidores, "quienes deben pagar precios desorbitantes por una prenda de vestir".
De todos modos, desde la UADE aseguran que, aun cerrando la puerta al comercio internacional, la creación de corredores informales es una respuesta a este fenómeno que impulsa la competencia entre distintos segmentos de la actividad.
A partir de estos datos, la investigación señala que la Argentina es uno de los pocos países del mundo que produce de manera local en todas las etapas de la cadena productiva, salvo excepciones, como la importación de hilados y fibras que reemplazan la cuota que no llega a cubrir el mercado nacional.
Agrega que la cadena de producción textil se compone, principalmente, por dos sectores como son la fabricación de productos textiles y la confección de prendas, de acuerdo con la ficha elaborada en el 2022 por la Subsecretaría de Programación Regional y Sectorial que depende del Ministerio de Economía.
En ese caso, la fabricación de productos textiles incluye la preparación de fibras naturales (vegetales y animales), la fabricación de hilados, tejidos planos y tejidos de punto y acabado, en su mayoría insumos intermedios para esta industria y otras, mientras que la confección de prendas comprende la elaboración de prendas de vestir y su posterior comercialización.
En el caso del hilado y la tejeduría se encuentran geográficamente cercanos a las fuentes de materia prima o bien en zonas donde gozan de incentivos fiscales.
Por ejemplo, en Rawson-Trelew se procesa lana; en Chaco y Corrientes se procesa algodón y confección de hilados y tejidos; y en La Rioja y Buenos Aires (San Martin y Pilar) se realiza el hilado y el tejido plano y de punto.
Con relación a la confección de indumentaria se concentra en torno a los principales centros de consumo, principalmente en la Ciudad de Buenos Aires y en la Provincia de Buenos Aires por lo que, desde un enfoque productivo, el trabajo demuestra la existencia de un alto nivel de concentración en las primeras etapas de producción de fibras y fabricación de hilados, motivado, en gran parte por tratarse de actividades que requieren un uso intensivo de capital, donde además intervienen competidores internacionales.
A modo de conclusión, la UADE advierte que el sector textil "está fuertemente atomizado, lo cual quiere decir que hay muchos compradores y vendedores operando en él a nivel primario, industrial y comercial".
En cuanto a los productores, en los primeros eslabones de la cadena es donde hay más concentración, debido a las economías de escala que caracterizan los procesos productivos.
Informalidad creciente
El trabajo muestra que desde el primer eslabón hasta el último (la venta minorista) la cantidad de vendedores comienza a crecer, mientras que a nivel comercial hay pocas barreras a la entrada en el mercado, fenómeno que favorece la atomización.
A su vez, la demanda influye significativamente en la estructura del mercado debido a que existe una enorme cantidad de consumidores.
Para tener una noción de lo que significa este mercado a nivel nacional, la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares 2017-2018 indicó que el 6,8% del presupuesto mensual de las familias se destina a la compra de ropa, en un país en el que viven aproximadamente 47 millones de personas según las últimas estimaciones del INDEC.
Además, el tipo de producto que se comercializa tiene un alto grado de diferenciación y las principales categorías de distinción son género y edad de los compradores, mientras que por el lado de los productos calidad, estilos y tipo material, entre otras.
Por último, se insiste en la existencia de un alto grado de informalidad en cada una de las etapas de la cadena de producción de un sector que históricamente ha sido considerado como una de las industrias con la mayor tasa de informalidad de Argentina.
De acuerdo a informes vinculados con la industria textil elaborados por Fundar en el 2022, aproximadamente el 65% del empleo en este sector es informal debido, entre otras causas, a la gran demanda de mano de obra no calificada en hilanderías, tejedurías, talleres y comercios en un entorno nacional de altos costos laborales y cargas sociales e impositivas.
Para el informe de la UADE, "esto se hace evidente aún más si tenemos en cuenta que una gran parte de las unidades económicas que componen el sector son pequeñas y medianas empresas. Como resultado de la problemática de la informalidad que presenta el sector, existe un alto nivel de precariedad, bajos ingresos y empleo independiente (en especial en la etapa de la confección)".
A partir de este enfoque, el estudio entiende que las cuatro pautas desarrolladas (mercado atomizado en la producción y venta; gran número de consumidores; extensa diferenciación de producto y alto nivel de informalidad) "deberían generar las condiciones económicas para que los precios en el mercado sean muy competitivos".
Sin embargo, los precios todavía son altos porque se mantienen los altos costos productivos e impositivos que enfrenta el sector.
Es más, de acuerdo con un informe de la Fundación Protejer del 2017, los impuestos que representaban el precio final de una remera eran del 50% o la mitad de lo que se pagaba por este producto en un local de una marca en un centro comercial o shopping.
En la actualidad, diferentes marcas han actualizado el monto que representa el marco impositivo sobre el precio de venta, dando como un promedio del 50%, lo cual muestra que luego de siete años, la composición no ha cambiado.
En tanto, el restante 50% comprende los costos de producción (que incluyen mano de obra, materias primas y servicios), comercialización (costos financieros y de administración) y beneficios de empresarios y dueños de locales.