Moda circular: cómo y dónde conseguir ropa usada de marca y a buen precio
Ya sea por razones económicas como por conciencia ambiental, la tendencia a vestirse con ropa usada llegó para quedarse. En la ciudad de Buenos Aires, el primer mapa colaborativo de Moda Circular relevó más de 65 locales y ferias Vintage, y unas 40 marcas y tiendas de eco-diseño, al que constantemente se suman nuevos emprendedores. Algo similar ocurre en otras ciudades del país y en las plataformas digitales, donde se registra gran parte de esta movida.
El nuevo paradigma se instaló a nivel mundial con un propósito sustentable: para extender la vida útil de las prendas y generar menos residuos. Sin embargo, en Argentina, su mayor impulso es la crisis económica. Según datos del INDEC y la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), desde mayo de 2020 hasta el mismo mes de 2024, los precios promedio de la ropa y calzado se multiplicaron por siete, mientras que los salarios registrados se multiplicaron por cuatro.
Esto explica en buena parte el auge de las tiendas vintage y de ropa usada, ya que permiten vestirse con ropa de marca por valores que van entre un 30 y un 70% menores a los que esas prendas se consiguen en un shopping.
Comprar, vender y ganar por la ropa usada
En tiempos de crisis y bolsillos flacos, la compra-venta de ropa usada ofrece múltiples ventajas: no solo los clientes acceden a prendas de calidad y primeras marcas a muy buen precio, sino que en algunos de estos locales pueden vender sus prendas en excelente estado que ya no usan, y obtener un ingreso o un descuento importante en las próximas prendas.
Muchas de las tiendas de ropa usada y marcas de moda sostenible forman parte del movimiento de Empresas B o de "triple impacto". Son compañías con fines de lucro que además buscan brindar soluciones a problemas sociales y ambientales.
Este es el caso de Galpón de Ropa, un emprendimiento creado en 2012 por Gonzalo Posse y Juan Baez, en principio como una tienda online para vender ropa usada de familiares y amigos, que hoy cuenta con 9 locales además de la tienda online: 8 locales con punto de venta de los cuales 5 también cuentan con punto de toma y, un local únicamente de este último.
"Somos un negocio circular, es decir que la ropa que está a la venta proviene principalmente de nuestros clientes vendedores", explica Gisela Tello, gerente de Marketing de Galpón de Ropa (GDR). "También tenemos acuerdos con marcas amigas para vender sus prendas en nuestros locales. Todos los items que exhibidos son seleccionados por nuestros tomadores de ropa, teniendo en cuenta la marca, el estado y el estilo de cada prenda".
"La mayoría de los clientes nos eligen porque pueden comprar prendas únicas y también vender lo que ya no usan", destaca por su parte Rebeca Ricosta, Líder de Branding. "Además, se sienten identificados con el cuidado ambiental y nuestro compromiso de recircular toda la ropa. Esto incluye un programa de donaciones, para que las prendas que no estén aptas para la venta pero sí para ser usadas, también tengan una segunda vida", destaca.
Según datos de la firma, en sus 12 años de existencia, lograron recircular más de 2 millones de prendas.
La tienda Cocoliche, también certificada como Empresa B, fue fundada en 2013 por dos amigas: Brenda Andersen y Constanza Darderes. Comenzaron haciendo ferias itinerantes en sus casas y en centros culturales. Así fueron creciendo en convocatoria y luego de dos años abrieron la primera tienda física.
Hoy cuentan con seis puntos de venta, incluyendo la casa matriz en La Plata, un local exclusivo de niños, tres locales en CABA en los barrios de Belgrano, Palermo y Abasto (frente al shopping), además de la tienda online con llegada a todo el país.
El sistema funciona de forma similar al de Galpón de Ropa: las personas llevan sus prendas en desuso y son seleccionadas y cotizadas por un equipo especializado. Cuando son vendidas, perciben un porcentaje, que puede usarse para comprar otras en la tienda o cobrar en efectivo. En promedio, Cocoliche recibe y revende más de 30.000 prendas mensuales.
"Proponemos comprar prendas de calidad a buen precio, y generar un ingreso extra a quienes venden sus prendas en desuso", dice Constanza Darderes, co-fundadora de Cocoliche. Y agrega: "En momentos prósperos viene más gente a comprar. Ahora notamos una mayor predisposición a vender, porque además de los ingresos extras que genera, cada vez más personas rompieron la barrera y se animan a recircular su ropa".
Repensar la moda
La industria de la indumentaria es una de las cinco más contaminantes del planeta. Su impacto ambiental se produce en toda la cadena de valor: desde la producción (que involucra grandes cantidades de agua y productos químicos), hasta su transporte y comercialización y su uso y posterior descarte; sumado a que la confección de prendas está en muchos casos ligada al trabajo esclavo.
Según datos de la Fundación Ellen Mc Arthur, especializada en economía circular, la producción de indumentaria se duplicó entre 2004 y 2019. Un informe de la consultora Mckinsey señala que hoy se compra, en promedio, un 60% más de ropa que hace 20 años. Y se calcula que más de la mitad de los artículos de moda y diseño producidos cada año, son descartados al siguiente.
En este contexto, los desechos textiles son un problema creciente. "Es hora de repensar la moda, desde el eco-diseño y la utilización de materiales sustentables y reciclados", dice Alejandra Gougy, artista plástica, creadora de la marca Cosecha Vintage y fundadora de la Asociación de Moda Sostenible de Argentina (AMSOAR), que actualmente agrupa a unos 80 diseñadores y marcas. "El nuevo lujo es sostenible. Se necesitan más regulaciones y certificaciones que lo impulsen y diferencien las buenas prácticas del simple greenwashing", sostiene Gougy.
En la Argentina, no existe una legislación nacional que regule los desechos textiles, y muy pocos municipios (la Ciudad de Córdoba es uno de ellos) cuentan con normativas propias. Recientemente, desde el colectivo Jungla Urbana se elaboró un anteproyecto que presentó el diputado porteño Maximiliano Ferraro, para impulsar una Ley de Residuos Textiles y Moda Circular.
Entre otras medidas, la iniciativa propone implementar la recolección diferenciada de los residuos textiles, de lencería y calzado (TLC), para su reintroducción en el circuito productivo y comercial, ya sea a partir de su reutilización como del up-cycling (transformación de los desechos o prendas en productos de mayor valor, aplicando diseño); o el down-cycling (fabricar, a partir de los desechos textiles, productos de menor valor como rellenos de almohadones o trapos de piso).
Las posibilidades de generar empleo con inclusión social a partir de este tipo de emprendimientos son amplias, y al mismo tiempo, se ofrece una solución a un problema ambiental creciente.
Alejandra Gougy, quien creó su marca de moda sostenible en 2001, a partir de la necesidad de reutilizar materiales ya que no podía adquirir nuevos, reflexiona: "Las crisis siempre presentan oportunidades y traen cambios. La moda sostenible no es una tendencia pasajera, sino una filosofía de vida".