DM Y LOMAPLAST

Perdió todo, casi quiebra en 2001 y hoy lidera el mercado de autopartes

Diego Mirmelstein revive los momentos más impactantes que enfrentó antes de transformar su fábrica en el gigante que hoy se convirtió
NEGOCIOS - 12 de Septiembre, 2024

Entre crisis económicas, incendios, estafas y decisiones audaces en momentos difíciles, Diego Mirmelstein, dueño de la distribuidora DM y LOMAPLAST, demostró que con trabajo y resiliencia se puede llegar muy lejos.

En plena hiperinflación, casi lo pierde todo. En 2001, una nueva crisis lo llevó al borde de la quiebra. Con esfuerzo y apoyo familiar siguió adelante, hasta que un incendio devastador arrasó con su fábrica, paralizando la producción. Cuando pensaba que no había salida, recibió ayuda del lugar más inesperado: su mayor competidor. ¿Qué sucedió detrás de este gesto solidario?, ¿Cómo logró resurgir con su empresa?

En esta entrevista para el programa "Historias que Inspiran", Diego Mirmelstein, dueño de la distribuidora DM y LOMAPLAST, revive los momentos más impactantes que enfrentó antes de transformar su fábrica en el gigante que hoy se convirtió.

Mirmelstein perdió todo en 1989, en plena hiperinflación. Tras una ruptura societaria, su familia se vio obligada a operar desde su casa, usando cada rincón como depósito y con mercadería financiada por proveedores conocidos.

"Nos quedamos sin nada, pero absolutamente sin nada", recuerda el empresario, relatando como recorrían talleres para vender y comprar autopartes con el poco dinero que conseguían, siempre a crédito y con el desafío de pagar a tiempo.

En 1996, en pleno auge del "todo por dos pesos" y con la posibilidad de comprar una casa, Mirmelstein tomó la decisión que parecía una locura: Invertir todos sus ahorros en viajar a China para importar a pesar de no tener experiencia en el rubro.

"Nunca había importado, no sabía lo que era un despacho, un flete marítimo…nada", confiesa. No obstante, esta arriesgada aventura marcó un antes y un después para la empresa y para la familia.

Con la llegada de los productos importados, DM vio un cambio rotundo en su rentabilidad, descubriendo márgenes que multiplicaban por ocho o nueve veces el valor original. Fue el inicio de un camino que transformó por completa la esencia del negocio y los impulsó a soñar más allá de los límites.

Crisis 2001 y un feroz incendio

En 2001, enfrentó otra dura crisis: sus deudas en dólares y los cobros en pesos lo pusieron al bode del colapso. Sin embargo, Mirmelstein siguió adelante, enfrentando cada desafío con determinación. "Desde el pozo llegamos a donde hoy estamos parados, luchando y trabajando", afirma el empresario.

Cuando todo parecía marchar a la perfección y LOMAPLAST abastecía a DM con todos los paragolpes que necesitaba, un incendio inesperado cambió el rumbo de la empresa. Estaba en Córdoba y el custodio de la empresa lo llama para darle la noticia. "Fue un impacto terrible, nos paralizó y no sabía si lo que se venía era el fin", confiesa el emprendedor.

El incendio, causado por una esquirla de soldadura que cayó mientas se realizaban arreglos en el techo, destruyó por completo la fábrica y paralizó la producción. "La fabrica quedó inutilizada, no podíamos abastecer a DM ni cumplir con compromisos internacionales", explica Diego.

Sin embargo, en ese momento de desesperación, ocurrió un hecho inesperado: Su mayor competidor le ofreció ayuda. "Me llamó y me dijo: ¿Necesitas que te preste paragolpes?, La verdad, yo te fundiría, pero así no", cuenta Mirmelstein. Ese gesto lo marcó profundamente.

"Cuando tenés un momento difícil en la empresa, vos ves el temple de lo que están hechos los demás", agrega: "Tenés gente que se mete a las llamas para intentar apagarlo; Gente que está preocupado por se le está quemando el destornillador que se olvidó adentro; Gente que se queda a barrer los escombros y tenés gente que va a ver a un abogado para mandarte una carta documento…. Y que mi competidor de toda la vida, me llame para ofrecerme ayuda, para tirarme una mano, no me lo olvido más", relata.

El resurgimiento tras la estafa

A pesar del golpe, el equipo de LOMAPLAST no se dio por vencido. "Juntamos a toda la gente y le dijimos. Acá no pasó nada, vamos a poner todo en marcha lo más rápido posible. Nadie se va a quedar sin trabajo". Pero, los desafíos no terminaron ahí. Mientras reconstruían la fábrica, una constructora los estafó y los bancos dejaron de apoyarlos. "Fue terrible, pero nunca bajaron los brazos", dicen desde la empresa.

Con esfuerzo y perseverancia, LOMAPLAST resurgió. Abrieron un depósito en San Pablo, Brasil y comenzaron a exportar paragolpes a destinos tan lejanos como Irán y Serbia.

En la actualidad, DM se consolidó como la distribuidora de autopartes más grande de Argentina y LOMAPLAST es el mayor fabricante de paragolpes de América Latina, con una planta productiva en Brasil y más de 50 modelos en su línea de producción. Ambas empresas emplean a más de 400 personas y exportan a 22 países.

¿Qué es lo que lo ayudó a llegar hasta el punto donde están? "La principal es estar bien acompañado, con gente que me quiere de la forma que soy, que me entiende, con ida y vuelta, encuentros, desencuentros… Hay una cuota de suerte, si la hay siempre existe, que fabriques paraguas y tengas la suerte que llueva siempre existe, y después disciplina, disciplina es estar enfocado, perseverancia, es dejar de lado otras cosas", asegura el empresario.

Mirando hacia el futuro

"Si hoy estamos donde estamos es gracias al equipo y a la disciplina. Cada golpe nos hizo más fuerte y nos enseñó que siempre hay un camino para seguir adelante", indica Leonardo, orgulloso del legado que ha construido junto a su familia.

"Veo un futuro promisorio para la empresa y una expansión constante, lo que más me reconforta es que trabajo con un equipo de gente que me gusta estar", concluye el fundador de DM y LomaPlast.

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