El restaurante peruano más famoso de la ex Villa 31 abrió un local en Las Cañitas
Hace 24 años que José Luis Zapata Román llegó a Buenos Aires cargado de sueños. Desde chico le gustaba cocinar, en su casa todos se iban al campo y él los esperaba con algo rico. Apenas pudo, comenzó a buscar un espacio para abrir un restaurante peruano. Encontró un local en la ex Villa 31 y no lo dudó, al ver el ir y venir de tanta gente, así nació Las Palmeras, cocina con causa. Este año festeja los 10 años, sus platos son famosos adentro y fuera del barrio, que hoy se llama Mugica. Reconocido entre los mejores cocineros peruanos, hace pocos días se animó e inauguró su primer local en el barrio de Las Cañitas.
En el barrio todos lo conocen como José. Nacido en Chulucanas, en Tiura, Perú, de chico vendía cigarrillos en la Plaza de Armas y lustraba botas. Vino a Buenos Aires porque tenía familia y hace 11 años que encontró a Susana, quién se convirtió en su sostén y compañera. Juntos trabajaron sin descanso para que la cocina peruana sea reconocida. Cuando alguien pregunta cuál es el mejor restaurante del Barrio Mugica, nadie duda, todos dicen Las Palmeras.
Se especializan en todo lo que sea pescado, mariscos y cocina criolla. Abren a las 12 del mediodía y cierran sus puertas a las 23. El restaurante es para 50 cubiertos y está cerca de la entrada del barrio. "La verdad empezamos de abajo, me tuve que mudar al barrio porque cerraba muy tarde y casi no descansábamos para volver al día siguiente. Trabajábamos entre 16 y 18 horas al día. Todos nuestros ingredientes son de primera calidad, fue complicado hacer llegar nuestra sazón al público, pero fuimos conquistando los paladares", contó el dueño de Las Palmeras.
En Las Cañitas los dueños son José y Susana y dos socios más. "Nos decidimos a invertir y fue justo en octubre, vinieron las elecciones, todo se complicó, los precios se duplicaron. Pero confiamos en que nos irá bien, el local está ubicado en Soldado de la Independencia 1073 es para 70 a 80 cubiertos. Ofrecemos comida peruana fusión y sumamos risottos, cortes de carne, pescados, sushi y mariscos. Abrimos todos los días desde las 12 a las 24 horas. Los precios son más altos que en Retiro por los costos del alquiler, los servicios, todo el personal está en blanco. Un cubierto promedio está entre $25.000 y $28.000, en Retiro es de $10.000 a $15.000", contó el dueño de Las Palmeras.
Los platos más buscados del restaurante
Los platos más buscados son varios: los ceviches, la jalea, parihuela, arroz con mariscos, la causa limeña y el seco de cordero, un plato norteño cocinado por más de una hora para que quede bien tierno, se sirve con arroz, frijoles y ensalada criolla. El seco de cordero cuesta $7.000 en el Barrio Mugica y se puede compartir. En Cañitas aún no está en la carta.
El ceviche de Las Palmeras es famoso, en Retiro el de pescado está $10.000 y el mixto $13.000. En Cañitas va de $16.500 a $18.000. Una de las comidas más buscadas es el pollo entero a las brasas, con papas y ensaladas cuesta $15.000, solo se vende en el Mugica. Los platos se venden a través de aplicaciones por delivery. Con la alta inflación reinante es muy difícil mantener los precios, pero en Las Palmeras hacen lo posible para no subirlos.
Precios diferentes
El que va a comer al mediodía a Las Palmeras del Barrio Mugica puede almorzar una sopa y un plato principal, sin bebida, a $4.000. Mientras que en Las Cañitas, un menú de dos pasos cuesta $12.000 y si es con bebida $15.500. En el flamante local los platos más pedidos son: causa limeña, ceviche, sushi y el ají del Inca, que es un pollo desmenuzado con salsa salteado con langostinos y viene con papas andinas y arroz blanco. En Retiro lo que más se vende es el lomo, el chaufa y el ceviche.
Algo que le llamó la atención a José es que el kilo de cuadril cuesta lo mismo en Las Cañitas que en la ex Villa 31. "Debería estar más económico, porque se pagan menos impuestos y de alquiler, pero no hay controles. El consumo bajó un montón en estos últimos meses, no es lo mismo que antes. La gente cuida el bolsillo, cocina en su casa", señala.
"Las ventas cayeron en todos lados, no solo en el barrio. Estamos esperando que esto se recupere pronto, los gastronómicos sentimos el golpe, no podemos plasmar en los platos las subas semanales. Trabajamos con costos justos y al límite para poder captar gente, si lo subís no vendes nada", contó preocupado.
La única forma que conoce para salir adelante es trabajar duro, con mucha pasión y ponerle amor a todos sus platos.