Emprendedores arrancaron vendiendo figuritas y hoy manejan la librería online número 1 del país
Santiago y Agustín no se podían imaginar trabajando en relación de dependencia y, como su padre que tenía una librería de artículos escolares, soñaban con su propio negocio y fueron por ello vendiendo figuritas. Este mes están festejando los diez años de su librería Woopy, que ya es una cadena de 5 sucursales y planean desembarcar en todo el país.
Era 2010, y mientras la Selección argentina viajaba a Sudáfrica para jugar el Mundial de Fútbol, en las escuelas los chicos intercambiaban figuritas: un folclore argentino de cada mundial desde 1974. En el medio y con una inversión de alrededor de $10.000, que fue el último sueldo que Santiago cobró antes de renunciar a la distribuidora de golosinas donde trabajaba, con su hermano Agustín las distribuían a los kioscos, librerías y jugueterías de la Ciudad de Buenos Aires. El mundial terminó, pero por dos años más los López siguieron distribuyendo las de Barbie y Pokemón, entre otras; además de juguetes que de a poco fueron incorporando.
De vender figuritas a apostar por un negocio
El problema, pero no por ello el primer gran salto, surgió cuando el espacio del depósito que su padre les había prestado de su local les quedó chico. Les iba bien, tenían a casi todos los kioscos de la ciudad en su listado de clientes y aunque el negocio era chico y eran solo ellos dos había llegado la necesidad de salir a alquilar y poner un local a la calle.
"La constancia fue la clave para que nos animáramos a dar ese paso. Íbamos ocho veces al kiosco hasta que quizás la novena nos decía que sí y después la constancia de ir siempre así diluviara. Pero además el tomar a todos los clientes por igual sin importaba si nos compraba un paquete o 20", dice a iProfesional Agustín.
Reinvirtiendo las ganancias de la venta de figuritas pusieron una juguetería que se llamó El Recreo a unas cuadras de la Avenida Santa Fe y Pueyrredón en la Ciudad de Buenos Aires. En realidad, cuentan, era un local muy pequeño que les servía como depósito, su real necesidad, pero que aprovecharon para sumar venta al público.
El Recreo entonces significó para los socios experiencia y la posibilidad de llegar por primera vez de manera directa a sus clientes finales, lo que necesitaban transitar para que finalmente le empezaran a dar forma y fundaran en 2013 Woopy con una tienda en Palermo.
El nombre es la combinación de los apodos de los hermanos - Woody y Pipo- y la clave para que fuera posible fue su madre que aplicó por ellos a un crédito bancario de unos u$s3.000 que usaron para el armado del local. Fue una apuesta enorme que, coinciden los hermanos López, implicó una deuda bancaria, un alquiler y un compromiso de compra mayor con los proveedores, pero se animaron porque confiaban en el concepto Woopy y porque, se sinceran, también tenían la distribuidora como respaldo. Pero les fue bien y en 2014 la cerraron para dedicarse de manera exclusiva a Woopy.
Woopy arrancó como librería y juguetería, pero de a poco fueron dejando atrás los juguetes hasta llegar a hoy con más de 10.000 productos de librería y papelería de al menos 36 proveedores diferentes. "Nunca estuvo en nuestros planes abrir una sucursal de la librería de nuestro padre, queríamos algo propio, pero en base a su experiencia tomando lo que nos gustaba y cambiando o mejorando lo que no nos gustaba", comenta Santiago.
El concepto Woopy, y la primera diferencia respecto a las librerías tradicionales, es el de autoservicio de modo que el cliente no depende de la atención de un vendedor detrás de un mostrador sino que pueden recorrer el local, comparar productos, tocarlos y probarlos.
"La idea fue tener los productos que la gente necesita, pero también lo que no necesita demasiado. ¿Necesitas una goma de borrar? Acá la vas a encontrar, pero también vas a tener una decena más de otras opciones; además de productos para regalar", explica Juan, el tercer López que se sumó al emprendimiento con la fundación de Woopy cuando decidió dejar el periodismo y acompañar en la aventura a sus hermanos y sus 40 empleados directos
La segunda gran diferencia, marca Juan, es la estética que está más emparentada con los de las grandes marcas de indumentaria donde cobran preponderancia los exhibidores y mesas de productos con una iluminación confortable.
Woopy Palermo, un negocio que se multiplica
En 2014, menos de un año después de haber inaugurado, el negocio ya había alcanzado su punto de equilibrio lo que fue más que suficiente para que los tres hermanos se animaran a darle rienda suelta a su plan de conquistar el país arrancando por la Ciudad de Buenos Aires con cuatro nuevos locales que fueron poniendo de manera paulatina y estratégicamente en los barrios de Belgrano, Recoleta, Almagro y Microcentro; además de las redes sociales y su propia tienda online que es lo que, hasta ahora, les permite llegar hoy a todo el país.
La expansión, explica Juan, la determina el mismo negocio ya que la decisión de los socios no es poner un local cuando tienen el dinero para invertir sino más bien cuando están bien seguros que los que ya están en marcha estén bien maduros, sin deudas y manteniéndose así mismo.
"No apresurarnos en el crecimiento e ir con paso firme es clave, pero además es una manera de sacarnos la presión de que un local nuevo tiene que funcionar bien desde el primer día y recordar que a un local nuevo hay que siempre darle su tiempo", detalla Santiago.
La opción del modelo de franquicia
Aunque las franquicias es una opción que los hermanos no descartan, por ahora no las eligen porque, confiesan, temen poner en riesgo el prestigio de su marca y la lealtad de sus clientes; lealtad que comprobaron cuando hace dos semanas los sorprendieron clientes del interior del país que viajaron para el festejo de los 10 años de Woopy.
"Por ahora vemos más viable la posibilidad de sumar a un inversor más que a un franquiciado, pero insisto, no lo descartamos porque sabemos que para ser una marca con presencia nacional es muy complejo hacerlo solos, pero antes tendríamos que ver con muchísimo cuidado cómo se implementaría para que nada de lo hasta ahora logrado corra riesgo", remarca Juan a quien le gustaría en los próximos 5 años ya estar trascendiendo las fronteras de Buenos Aires con sucursales.
Mientras tanto, la implementación de un enfoque omnicanal en un negocio tradicional como es el de las librerías, lejos de ser una idea alocada, fue lo que hizo que Woopy lograra cliente de Ushuaia a la Quiaca y sobrevivieran los 7 meses que estuvieron cerrados por la pandemia en 2020.
"Por suerte un año antes de la pandemia ya habíamos arrancado con la venta online porque empezamos a trabajar fuerte con las redes sociales entendimos que no podíamos dejar a la gente que nos seguía del interior sin la posibilidad de acceder a los productos que mostrábamos. Así que pusimos nuestra Tienda Nube y esto hizo que llegáramos preparados a la pandemia", explica Juan. En 2022, solo a través de Tienda Nube, canalizaron 22.000 pedidos y en lo que va del 2023 llevan 18.000, número que está cobrando más sentido con la inversión que hicieron este año para mudar su depósito a uno más grande de tres pisos en Chacarita.
El negocio en un contexto de inflación
Su enfoque en la humanización de la marca y la cercanía con los clientes fue para los tres hermanos la clave fundamental de su éxito a pensar del contexto inflacionario actual que aunque lo siguen de cerca, aun no los ha impactado ya que, explican, su política es la de respetar los precios de venta al público que sus proveedores les sugieren, tener siempre un stock importante de productos y en todo salir con promociones, ofertas y sorteos que mantengan la actividad.
"Lo cierto es que si los precios aumentan un 30% y el bolsillo de la gente se mantiene, va a haber una pérdida del poder adquisitivo que podría impactar en el negocio, pero tenemos muchos mecanismos para empujar las venta, ventas que por están en un 526% interanual," concluye optimista Juan.