UIA: los controles a las importaciones frenan el crecimiento de la industria
Un estudio estadístico elaborado por el Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina (UIA), hizo referencia a las consecuencias que en el sector tendrán el año electoral y los desafíos macroeconómicos que se deben resolver. "El foco de la coyuntura seguirá puesto en la brecha cambiaria, las reservas internacionales y los controles a las importaciones, que condicionarán la dinámica de la actividad", advierte el documento de la central fabril que preside Daniel Funes de Rioja.
Durante el 2022 la actividad industrial cerró con un incremento interanual de 6,5% con un segundo año consecutivo de suba, luego de la fuerte caída desde el 2018 al 2020.
De hecho, la producción logró superar los niveles de 2017 (+3,6%) y quedó levemente por debajo de los registrados en 2015 (-2%).
Sin embargo, ese impulso aún se encuentra lejos del máximo nivel alcanzado en 2011, con un 16,4% por debajo y además, el 2023 comenzó con un bajo arrastre estadístico y una visible desaceleración de la producción.
Es más, las restricciones a las importaciones comenzaron a generar un freno en la producción a partir del segundo semestre del año pasado al punto que diciembre finalizó con una caída de 1,1% interanual que fue la primera en 10 meses. Asimismo, registró una contracción mensual de 3,2% respecto de noviembre.
Pero el informe también señala que a ese menor dinamismo contribuyen la caída de la construcción; la sequía en el agro; la suba en el costo de financiamiento y dificultades derivadas de las restricciones al acceso de insumos importados.
"El año estuvo atravesado por una serie de variables internacionales y macroeconómicas locales que afectaron el desempeño de la actividad. En el plano internacional, la invasión de Rusia a Ucrania implicó un menor crecimiento global, un aumento generalizado de costos e inflación mundial y una aceleración de las políticas monetarias contractivas con encarecimiento de las tasas de interés internacionales", agrega el trabajo del CEU.
A nivel local, detalla que durante el año se mantuvieron e intensificaron las tensiones cambiarias y financieras de los años previos y sostiene que si bien el acuerdo con el FMI permitió refinanciar los vencimientos externos con el organismo y brindar cierta previsibilidad, al mismo tiempo implicó metas en materia de acumulación de reservas internacionales que, en un contexto de menor saldo comercial por la suba de precios internacionales y elevada brecha cambiaria, derivaron en crecientes dificultades en el acceso a divisas para la producción.
Para el CEU, el Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA) vigente desde octubre pasado, mostró dificultades en su funcionamiento para las empresas industriales.
De hecho, más de un 80% de las empresas consultadas para el relevamiento indicaron que los plazos de aprobación de las solicitudes con el nuevo sistema fueron más largos que con el sistema anterior, por lo que se encareció y limitó el abastecimiento de insumos claves para la actividad industrial.
Tensiones cambiarias
También destaca la suba de los precios internacionales de los combustibles y otros insumos que impactaron en la inflación local y en mayores tensiones en el mercado cambiario.
Según el trabajo, "la inflación se aceleró por encima del 6% durante cuatro meses consecutivos para luego descender el último trimestre del año, derivando en una suba interanual cercana al 95%, alcanzando el valor más alto desde 1991".
A partir de este proceso, el Banco Central endureció la política monetaria para contener la suba de precios, con un retoque de 3.700 puntos básicos de la tasa de política monetaria, que alcanzó el 75%.
Este incremento impactó directamente sobre las tasas de interés de mercado, encareciendo el crédito y dificultando el financiamiento de las empresas, en particular de las PyMEs.
Consumo dispar
En cuanto al consumo, el trabajo del CEU detalla que durante la primera mitad del año mostró una leve recuperación, en gran parte como consecuencia de incrementos en los salarios y de refuerzos de ingresos a jubilados, monotributistas y titulares de planes sociales, lo que permitió mantener el poder de compra a pesar de la aceleración de la inflación, aunque la aceleración de la inflación durante el segundo semestre afectó el poder de compra.
También la inversión y el consumo de bienes durables se aceleró producto de la falta de instrumentos de cobertura frente al riesgo cambiario y el exceso de liquidez.
Dado este contexto, la evolución de la actividad fue dispar a lo largo del año, con un mejor desempeño en la primera parte (4,6% semestral y 7,7% interanual) que en la segunda (0,7% semestral y 5,5% interanual). Esto se vio reflejado en el nuevo Monitor de Desempeño Industrial (MDI) del CEU elaborado a partir de relevamientos trimestrales a empresas que anticipa la dinámica de la actividad industrial y se expresa en un índice que toma valores entre 0 y 100, en el que un índice por encima de 50 indican expansión y aquellos por debajo de 50 indican una contracción de la actividad.
Este indicador se ubicó sistemáticamente por debajo de 50 a partir de julio, reflejando un cambio de rumbo en la industria.
Al interior de la industria, todos los sectores que componen el IPI CEU registraron subas interanuales durante el año, aunque fueron menores a las de 2021 (año de fuerte crecimiento luego del impacto de la pandemia en 2020).
Entre los sectores que más impulsaron el crecimiento durante el año se destacan el Automotor, que alcanzó los niveles máximos desde 2014, seguido por Metales Básicos, la industria Metalmecánica y Refinación de Petróleo. Asimismo, algunos sectores como Papel y Cartón y Minerales no metálicos, si bien registraron un buen desempeño durante la primera mitad del año, comenzaron a desacelerarse hacia el segundo semestre.
Otros sectores mostraron subas menores durante el año, asociadas a una mayor base de comparación, como fue el caso de Sustancias y Productos Químicos y Alimentos y Bebidas.
Por tamaño de empresa, la situación fue heterogénea ya que luego de la recuperación durante el 2021, en los primeros tres trimestres del 2022, las ventas deflactadas de las pequeñas y medianas empresas (PyMEs)1 mostraron un amesetamiento respecto del mismo período del año anterior (-0,1% i.a.).
Sin embargo, la dinámica fue dispar: las medianas registraron subas mientras que las pequeñas empresas fueron las que traccionaron a la baja el indicador. Asimismo, las PyMEs se vieron afectadas a lo largo del año por las restricciones a las importaciones así como por el cambio de rumbo en la política monetaria y la suba de la tasas de interés y la menor oferta de crédito.
Empleo y comercio exterior
Respecto del mercado laboral, durante los primeros once meses del año, el empleo asalariado registrado en el sector industrial registró un incremento interanual de 3,8% (42.500 trabajadores), superando los niveles de 2019 y ubicándose levemente por debajo de 2018.
La recuperación de la producción también impactó en la cantidad de empresas industriales, que durante los primeros nueve meses del año se incrementaron en +1,8% i.a. (914 empresas).
Sin embargo, al analizar en perspectiva, ambos indicadores se encontraban considerablemente por debajo de sus máximos: el empleo industrial se ubicaba todavía 112 mil trabajadores por debajo del máximo de 2013 (-8,8%) y la cantidad de empresas industriales 5.900 por debajo del máximo de 2011 (-10,2%).
En cuanto al comercio exterior, el año estuvo signado por la suba de precios internacionales, que se vio tanto en las exportaciones como en las importaciones. Las exportaciones industriales alcanzaron u$s30.791 M (+14,7% i.a.) lograron alcanzar los niveles de 2014, gracias principalmente a la suba de los precios internacionales (tanto en las MOA como en las MOI), mientras que las cantidades crecieron en menor medida, traccionadas a la baja por las MOA.
En cuanto a las importaciones, totalizaron u$s81.522 millones con una suba de 29% i.a., que se debió principalmente al encarecimiento de los insumos y la energía (del 100% de incremento de las importaciones, el 33,7% de la suba fue explicada por los mayores precios de estos usos).
Además, se vio un cambio de rumbo desde la entrada en vigencia del SIRA en octubre, con una caída en las importaciones de 14,2% en el último trimestre del año respecto al tercer trimestre (sin estacionalidad). Asimismo, existe una preocupación por las restricciones para el acceso a las divisas a lo largo del 2023, sumado a la menor liquidación de divisas que se espera para el corriente año producto del impacto de la sequía y la liquidación anticipada durante las dos versiones del programa de incremento exportado.