Cerró Las Nazarenas, la tradicional parrilla porteña, luego de 40 años: así se despidieron sus dueños
Luego de 40 años de presencia en la Ciudad de Buenos Aires, de historia y de comensales que se sentaron en sus mesas, cerró el tradicional restaurante Las Nazarenas. De acuerdo a lo que comentaron sus dueños a través de la cuenta de Instagram, la decisión tuvo que ver con la falta de clientes de las oficinas que se ubican alrededor del local y, además, al poco turismo. Ambos factores se relacionan con la pandemia de coronavirus y con las medidas tomadas por el Gobierno.
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La situación era crítica hacía tiempo, pero empeoró en los últimos meses.
El final del pozo no llega nunca. De esa forma interpretan en el ámbito de la gastronomía porteña la sucesión de cierres que tomó cuerpo con el comienzo de la cuarentena y sumó velocidad a partir de la recesión imperante. Las últimas horas fueron de confirmación de la tendencia: la tradicional parrilla Las Nazarenas, ubicada frente al hotel Sheraton de Retiro, dijo adiós para siempre.
Inaugurada en 1981 por la familia Barbería, emergió como el primer gran asador criollo ubicado en esa zona del centro porteño. En 1997 llegó a ser declarada espacio turístico de interés nacional.
Casi a la par se confirmó el cierre definitivo de Notorious, un bar clave en lo que hace a la escena del jazz en Capital Federal. "No llegamos a cubrir los costos", declaró Víctor Ponieman, hasta esta semana dueño del bar. La ausencia total de turismo y la nula afluencia de clientes de la Ciudad terminaron apagando un espacio importante, también, para la difusión de música brasileña.
Las deudas de alquiler e impuestos sumaron un peso imposible de sostener para el empresario. "En este bar -por el mencionado Notorious-, durante un mes y medio del año 2002, junto a Juan Pablo Domenech y Fernando Castets, escribimos el primer boceto de ‘Luna de Avellaneda’. 2 años más tarde, Eduardo Blanco me propuso crear ‘100 Bares Producciones’. No va quedando nada", tuiteó al respecto el director de cine Juan José Campanella.
En el seno de las organizaciones que nuclean a los emprendimientos gastronómicos de la Ciudad lo que manda es la desazón.
"Estamos peor que en el 2001. Esto no se vivió nunca. Durante aquella crisis el problema grave duró unos meses y luego comenzó la reactivación. Acá llevamos un año prácticamente sin demanda. Los turistas no vienen, la gente no vuelve a las oficinas. Es un escenario de problemas inédito", resumió ante iProfesional Ariel Amoroso, presidente de la AHRCC, la asociación que integra a los restaurantes, bares, confiterías, hoteles y cafés porteños.
"Los restaurantes, desde las avenidas Entre Ríos y Callao en dirección al Bajo, al río, están prácticamente todos en situación terminal. Esto incluye macro y microcentro, San Telmo, Monserrat, Retiro. Son barrios que a partir de la pandemia dejaron de tener movimiento de gente. La situación de Avenida de Mayo es directamente para llorar: hay cuadras donde no hay un solo local en pie", añadió.
Amoroso expuso, como otro ejemplo del derrumbe, la situación de la avenida en Corrientes en horas de la noche. "A las 10 de la noche no queda nadie. La falta de afluencia a los teatros, por ejemplo, complica mucho el escenario", dijo. El directivo sostuvo que la sucesión de cierres responde a un combo que combina desde la mencionada falta de turismo y personal de oficinas hasta el fuerte endeudamiento que enfrentan los comercios y el retiro de ayudas oficiales como los ATP.
"Hoy algunos gastronómicos perciben los REPRO, que representan 12.000 pesos por empleado y es un aporte que por ahora llega hasta mayo. Veremos si se lo refuerza. Lo que necesitamos es que la gente salga, circule. Sin demanda la supervivencia se hará imposible", afirmó.
Comercios que se perdieron
En cuanto a los emprendimientos gastronómicos que vienen recibiendo el peor impacto, las pizzerías lideran entre los segmentos que arrancaron el año con una de las peores perspectivas a partir del parate que sigue haciéndose sentir en puntos clave del centro de la Ciudad.
Desde APPYCE afirmaron recientemente que sólo el año pasado el sector perdió el 15 por ciento de sus comercios. Y que, por el mal momento económico profundizado en estas semanas, el ámbito podría perder el 35 por ciento de los locales aún en funcionamiento.
Según la entidad, durante 2020 bajaron sus persianas al menos 150 pizzerías sólo en la geografía correspondiente a la Ciudad de Buenos Aires. En términos de empleo, semejante "apagón" representó la pérdida de cuanto menos 1.500 puestos de trabajo.
El desastre económico derivado de la pandemia se cobró la vida comercial de dos locales de Podestá, una esquina clave de Kentucky y diversos comercios en barrios como Caballito, Once, Palermo, Villa del Parque, Almagro, entre otros espacios de Capital Federal.
A la par de las pizzerías, durante 2020 y este inicio de año las parrillas vienen siendo tristes protagonistas de buena parte de los cierres que ha sufrido el sector gastronómico tras la irrupción del Covid-19. Por citar algunos casos emblemáticos, en julio del año pasado la histórica La Porteña cesó el funcionamiento de sus dos sucursales en Pilar y San Isidro.
También bajaron sus persianas, tanto en barrios de la Ciudad como en otras zonas del conurbano, La Bistecca, Ravello, Rincón de Amigos, Bestia, y bodegones que incluían carnes en sus cartas como El Trapiche y El Rey del Vino, por mencionar nombres.
Asimismo, parrillas tradicionales como Don Julio convirtieron sus instalaciones también en carnicería para sostener los empleos. La Cabrera, en tanto, modificó su servicio para enfocarlo en la entrega de menús a domicilio.
"Para las parrillas el contexto actual se hizo más duro que cuando sólo estábamos en la cuarentena. Es un sector con una rentabilidad que empezó a afectarse fuerte a partir del 2015 y hoy está peor por el costo de la carne", comentaba el mismo Amoroso a iProfesional en enero pasado.
"A las dificultades originadas por el fin de los ATP, que permitían cubrir parte de los sueldos, el aforo de apenas el 30 por ciento, y la exención al pago de Ingresos Brutos que termina en marzo, hay que agregar la inflación que afecta la mercadería. Para los restaurantes en general el escenario es dramático, pero para las parrillas en particular la situación se hace insostenible", agregaba.
Sucesión de "caídos"
El derrotero de restaurantes y bares que cerraron de forma definitiva es extenso y se actualiza prácticamente cada semana. Por mencionar algunos casos recientes, a fines de enero dejaron de operar dos bodegones míticos: El Obrero y Oviedo, ubicados en La Boca y Palermo, respectivamente.
Ya el año pasado, el derrumbe fue total. Por citar algunos ejemplos notorios, en septiembre "cayó" Pippo, emblemas de la gastronomía italiana en Buenos Aires.
En los últimos días de julio -y tras 57 años de funcionamiento ininterrumpido- cerró sus puertas La Rambla, en la esquina de Posadas y Ayacucho, en el barrio de Recoleta.
"Lloraron, lloramos, nos quebramos. Ellos -por los ex empleados del comercio- me ofrecieron poner el dinero de su indemnización para pagar los impuestos. Mirá si esto no era una familia", expresó al respecto Pablo Suárez, dueño e hijo de los fundadores de La Rambla.
En junio, La Parolaccia y La Bistecca -ya mencionado-, dos marcas de peso pertenecientes a los hermanos Pablo y Federico Lore, avanzaron con el cierre de locales en Puerto Madero y Martínez.
En simultáneo, Sottovoce clausuró definitivamente su "filial" en Puerto Madero y al día de hoy sus dueños sólo mantienen en situación de eventual reapertura a la versión del restaurante en Recoleta.
Por el lado de los bares, en Palermo dejó de operar Bad Toro -Honduras al 5000-, en torno a la plaza Serrano, y también Clara -Serrano 1595-, cuyos dueños colocaron en uno de los ventanales del comercio un cartel detallando que "fue imposible sostener el local con 80 días de cuarentena...".
Ragnar Beer Pub y Valk Taproom son otros nombres que se suman a los emprendimientos que, en términos comerciales, cayeron con la pandemia.
Durante la segunda semana de mayo, el Hong Kong Style, un punto gastronómico tradicional del área, muy recomendado por chefs de renombre, cerró las puertas de su local en Montañeses al 2100.
Pocos días después, fue el turno de Todos Contentos -Arribeños 2177-, un reducto de la comida taiwanesa con más de 35 años de funcionamiento en ese enclave de Belgrano. A sus dueños se les hizo imposible resistir a base de entregas de comida por delivery y sus 14 empleados quedaron en la calle.
A principios de julio, la baja de persianas definitiva corrió por cuenta del Dragón Porteño -Arribeños 2137-, cocina taiwanesa con más de dos décadas de funcionamiento en el Barrio Chino.