EL SUEÑO EMPRENDEDOR

Llauró, de panadería a fábrica de jabón: la historia de una empresa familiar pionera

La historia del conurbano bonaerense y su desarrollo en los 40, tiene su antecedente en los pioneros de la actividad fabril en la zona, como los Llauró
NEGOCIOS - 10 de Enero, 2021

Al poco tiempo de bajar del barco que lo trajo desde su Gerona natal, España, José Llauró y su sobrino, Domingo Casadevall, compraron una panadería en La Plata. A fuerza de trabajo fueron creciendo. Era el año 1870 y José tenía 17 años.

Una amigo coterráneo que conocía el entusiasmo de Llauró por el progreso, le propuso abrir juntos una pequeña fábrica de jabones con una mínima inversión inicial de mil pesos cada uno. Si bien la fabricación de jabón era antigua en la Argentina, el mercado era incipiente aún y había mucho por hacer.

La sociedad no funcionó y se separaron, pero el emprendimiento siguió su marcha de la mano de Llauró y Casadevall. Fue en ese momento en que José llamó a su hermano Jaime, un carpintero que vivía en Montevideo y que se mudó a Buenos Aires animado por la propuesta. Los dos hermanos fundaron oficialmente José Llauró y Cía. el 6 de septiembre de 1878 y se instalaron en el barrio La Crucecita del partido de Avellaneda. Más específicamente, en la avenida Mitre y Olavarría, a seis cuadras de la plaza Alsina.

Debe tenerse en cuenta que en aquel tiempo no había incentivo oficial para la industria. El único posible, era el sueño de los emprendedores.

De panadería a fábrica de jabón

El jabón en polvo Duplex fue el primer producto de consumo masivo en el país en usar código de barras

Para incentivar el crecimiento de la empresa, las ganancias de la panadería se reinvertían en la fábrica de jabones. En los comienzos, trabajaban la glicerina para la producción de jabón amarillo, que fue el primer producto que sacaron al mercado y que se mantuvo por décadas. En aquel tiempo, José vivía en Lima 733, vecino al edificio de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).

Mientras se ocupaba del desarrollo de su negocio, Jaime Llauró se casó con Carlota Jaudet. Tuvieron siete hijos. Dos de ellos, Jaime Francisco y Alejandro se interesaron en el negocio familiar. Así, entrado el siglo XX una segunda generación de la familia ya trabajaba en la empresa. En 1911 se mudaron a Uruguay 124, de la localidad de Piñeyro en Avellaneda. La sociedad pasó a llamarse Llauró Hnos. (nombre de fantasía "La Nacional") y quedó a cargo de Alejandro y de Jaime Llauró.

En 1918, la fábrica de grasa y estearina era considerada modelo, con zorras que hacían el recorrido entre distintas secciones, acelerando la producción para que alcanzara los cincuenta mil kilos de jabón por día -hechos con cien por ciento grasa vacuna y nada de aceite de pescado, como lo preparaban algunos competidores- que se distribuían desde Avellaneda a todo el país. La historia del conurbano bonaerense y su desarrollo en los años 40, a partir de la sustitución de las importaciones, tienen su antecedente en los pioneros de la actividad fabril en la zona, como los Llauró.

Otro dato destacable es que durante años, Harrods, boca de expendio de enorme capacidad, era uno de sus principales aliados comerciales. La sección menaje despachaba el jabón amarillo como si fuera pan.

En 1921 se retiró don Jaime. Fue entonces cuando Alejandro, junto con sus hijos, Roberto y Armando, tomaron las riendas.

De emprendimiento familiar a líder del mercado

En la década del 30, Llauró era una empresa consolidada

Esta nueva conducción de la empresa trajo grandes cambios que convirtieron a aquel pequeño emprendimiento familiar en una de las empresas de jabones y productos de limpieza más conocidas del país. La profesionalización comenzó por las instalaciones: se amplió la fábrica, se creó un laboratorio químico, un departamento de envases, un depósito de materias primas y oficinas, siempre contando con la última tecnología en maquinaria.

En la década del 30, Llauró era una empresa consolidada con una fuerte presencia en el mercado local. Se lanzó a la venta el jabón verde, a base de clorofila. Uno de sus productos emblemáticos, el jabón azul, logró desplazar casi totalmente a la producción de origen extranjero, por su precio y calidad. Llegó a vender cinco millones de unidades. Asimismo la empresa se instituyó como una compañía exportadora de glicerina.

En 1933 murió Alejandro y tres años después, en 1936, falleció Armando. Roberto Llauró asumió total responsabilidad en el control de la empresa. Como parte de una estrategia de promoción, Roberto comprendió que la publicidad era importante para el crecimiento de la firma. No sólo en medio gráficos, sino que también debían tener presencia en el medio de comunicación de mayor alcance de la época: la radio. Así fue como surgió uno de los slogans publicitarios más conocidos de la empresa y que hacía alusión a su trayectoria: "Antes que Buenos Aires tuviera electricidad o gas, ya tenía jabón Llauró".

En 1937 la compañía ayudó a la consagración de una de las grandes estrellas del espectáculo, ya que Cándida Loureiro, la inolvidable creación de Niní Marshall, fue la encargada de promocionar el Jabón Verde en un espacio de cinco minutos en el programa de Francisco Canaro y su orquesta en Radio Municipal.

Los productos más importantes que ofreció a lo largo de su historia fueron el Jabón blanco natural, jabón Verde Llauró y el Azul Llauró; los jabones Limol y Campos Verdes, el polvo para limpiar Relusol y el jabón en polvo Dúplex. También se diversificaron llevando al mercado espirales e insecticidas.

La búsqueda del perfeccionamiento y el mejoramiento de la calidad de los productos nunca cesó y llevó a Alejandro Llauró e Hijos a unirse a su competidor, Establecimientos Fabriles Guereño, para formar una nueva empresa: Surfagen. Esta sociedad tuvo como objetivo la fabricación de ácido sulfónico, la materia prima del detergente. El desarrollo significó un salto en la optimización de la calidad de los detergentes en la Argentina.

Con más de cien años de historia en su haber, en 1985 Llauró volvió a llamar la atención del mercado local. El jabón en polvo Duplex fue el primer producto de consumo masivo en la Argentina en usar código de barras. Así demostraron, una vez más, su condición de pioneros en la innovación y emprendimiento.

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