Molinos vende su sede administrativa para equilibrar pérdidas
Con el objetivo puesto en equilibrar parte de las pérdidas que viene acumulando desde hace tres años, Molinos Río de la Plata acaba de vender el predio donde funcionan sus oficinas centrales.
Se trata de un establecimiento que se encuentra ubicado en la calle Uruguay 4075 de la localidad de Victoria, en la provincia de Buenos Aires, que llegó a funcionar como un centro de almacenamiento.
Si bien en el predio todavía permanece la sede administrativa de la compañía, el resto de las operaciones fueron desmontadas hace ya algunos años para ser trasladadas a centros más modernos como los de las localidades bonaerenses de Esteban Echeverría y Tortuguitas, donde se hicieron inversiones para nuevos centros de almacenamiento robotizados.
¿Desarrollo inmobiliario?
Por esos motivos, el centro de Victoria acaba de ser cedido a un grupo inversor a cambio de u$s20.7 millones, y es más que probable que los nuevos propietarios encaren un desarrollo inmobiliario en esa zona muy cercana a la Panamericana.
Según comunicó la alimenticia de la familia Perez Companc a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, ha convenido con el grupo comprador mantener sus oficinas comerciales y administrativas en el inmueble mediante un acuerdo de comodato.
"Esta operación contribuirá a que Molinos pueda equilibrar sus resultados netos, producto de una ganancia extraordinaria no recurrente en un momento en que se ve imposibilitada de trasladar a los precios de su cartera de productos los relevantes aumentos de costos", asegura la empresa en el comunicado.
Agrega que la operación también le permitirá mejorar sus indicadores de liquidez al aplicar los fondos a la cancelación de deudas, "manteniendo intactas sus capacidades productivas estratégicas".
Achicar los resultados negativos
Si bien el core business de Molinos es la producción y venta de alimentos, esta transacción inmobiliaria que lleva a cabo de manera extraordinaria, le servirá para achicar los resultados negativos que viene mostrando en sus últimos balances.
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Al punto que las fuertes pérdidas en sus operaciones, afectadas por la caída de la demanda y la imposibilidad de trasladar los mayores gastos al precio de sus productos, alcanzan hoy los $5.000 millones, entre el 2017 y lo que va de este año.
Su último balance en el que reportó ganancias fue el del 2016 cuando cerró con un saldo positivo de $880 millones. En ese año, la empresa todavía no había escindido su negocio a granel que luego separó para operar con el nombre de Molinos Agro. De hecho, en el 2016 fue el segmento de mayor desempeño, con exportaciones agroindustriales que le reportaron los mayores ingresos y un área de marcas afectado por incrementos de costos, no trasladados a precios.
Durante este año, su balance negativo del primer trimestre llegó a los $114 millones que acumuló entre enero y marzo pasados. Y si bien en este caso todavía no se reflejan las consecuencias que sobre sus números tienen las medidas sanitarias orientadas a combatir el avance del coronavirus en el país, ese rojo podría profundizarse aún más.
En las próximas semanas, Molinos deberá comunicar a los mercados los resultados obtenidos en el primer semestre de este año y todo indica que las pérdidas se mantendrán.
Es que al explosivo combo entre devaluación, inflación e imposibilidad de trasladar la totalidad de la suba de costos a los precios, le deberá sumar el impacto del coronavirus.
Esto, a pesar de que la empresa forma parte de uno de los sectores considerados esenciales y que, por lo tanto, siguió operando con pocas limitaciones durante la cuarentena.
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De todos modos, no tuvo necesidad de reducir las operaciones en sus plantas o de suspender o despedir personal como ocurrió en otras compañías competidoras para enfrentar el escenario negativo.
Sin embargo, sus malos resultados están asociados a la fuerte caída del consumo y a las medidas de congelamiento de precios establecidas por el Gobierno que le impiden trasladar los aumentos de costos a los precios de su cartera de productos.
En este sentido, en el primer trimestre del año, la compañía reportó una suba de costos por ventas del 6.5% que representan el doble de los ingresos operativos, lo que resultó determinante para el resultado de ese período, impactando en un significativo deterioro de su margen bruto.
En parte, ese desfasaje podría ser equilibrado por la reciente decisión del Ministerio de Desarrollo Productivo de permitir mínimas subas en los precios de los productos que Molinos comercializa a través de los planes de Precios Cuidados y Precios Máximos.
En los dos casos, el organismo que dirige Matías Kulfas otorgó incrementos que van entre el 4% y el 9%, según el plan y el producto.
De todos modos, en la industria alimenticia advierten que se trata de un paliativo insuficiente si se tiene en cuenta que los aumentos de costos superan el 25% en lo que va del año y de que existen productos que se venden con el mismo precio de noviembre del año pasado.
Mientras tanto, la empresa continuará enfocada en "desplegar la fortaleza de sus marcas para potenciar el crecimiento, apoyados en los programas de productividad y modernización implementados en los últimos años".