DEVALUACIÓN Y RECESIÓN

Las mayores alimenticias del país acumularon pérdidas por más de $6.000 millones en 2018

Los peores balances corresponden a Molinos y Mastellone, que acumulan resultados negativos por $1700 millones y $1995 millones respectivamente
NEGOCIOS - 09 de Marzo, 2019

Las principales alimenticias argentinas siguen acumulando fuertes pérdidas como consecuencia del actual contexto recesivo y la fuerte suba del dólar y anticipan que durante lo que resta de este año el escenario continuará siendo negativo.

El freno en los ingresos de la mayoría de las empresas con fuerte dependencia del mercado doméstico se destaca principalmente entre los grandes grupos como Molinos Río de la Plata, Mastellone y Arcor.

Entre las tres compañías acumulan pérdidas por casi $6000 millones en sus balances correspondientes al 2018.

Esto, a pesar de haber liderado la suba de precios en el segmento de la alimentación durante el mismo período con el objetivo puesto en no perderle pisada a la inflación, en un contexto de fuerte contracción de las ventas y de la producción.

En el caso de la empresa de la familia Perez Companc, en su estado de resultado correspondiente al año pasado informa una pérdida de $1702 millones contra un saldo también negativo pero de $187 millones en el 2017, cuando justificó el rojo por los fuertes incrementos en costos que no fueron trasladados a precios.

De hecho, el año pasado también los aumentos aplicados a sus productos perdieron contra la inflación y también con la suba del dólar y de sus costos fijos.

Por eso, en su nota a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, la compañía añade que su pérdida acumulada hasta ahora llega a los $3.588 millones.

Para paliar en algo esta situación, el directorio de Molinos propuso que en la próxima asamblea de accionistas se vote favorablemente por la desafectación de reservas para futura distribución de utilidades que asciende a $3250 millones "a fin de cubrir parcialmente la pérdida acumulada al 31 de diciembre del 2018 y respecto del saldo del resultado acumulado negativo".

A pesar del escenario de crisis que le toca soportar, la compañía definió un plan de negocios que implica expandirse en varios rubros del sector alimenticio.

Es que a pesar de los malos resultados siguió ampliando su pool de marcas con las cuales busca pelear en el mercado interno de alimentos. Su última operación fue la compra de La Salteña, empresa emblemática en el segmento de fabricación de tapas para empanadas y pascualinas y de pastas frescas y secas que era propiedad de la compañía norteamericana General Mills.

La transacción dejó en evidencia el objetivo de Molinos Río de la Plata de expandir sus negocios más allá del actual contexto recesivo que muestra la economía local y de las consecuencias negativas que este escenario viene provocando en las ventas de la propia empresa.

La operación también le permite contar con una planta propia de producción de pastas frescas y secas y sumar la marca La Salteña a las que ya comercializa en este segmento como Luccheti, Don Vicente, Matarazzo, Delverde, Don Felipe y Terrabusi.

Se trara de un segmento en el c ual Molinos viene apostando fuerte. Incluso, a mediados del año pasado invirtió más de $700 millones en la ampliación de la planta de pastas Lucchetti, ubicada en la localidad bonaerense de Malvinas Argentinas.

Además, sumar La Salteña le permite a Molinos mantener sus planes de ampliación de negocios en los sectores de consumo en los cuales compite y que también involucran otras marcas emblemáticas como Granja del Sol, Gallo, Chocoarroz, Favorita, Canale, Exquisita, Preferido, Vitina, Arlistán, Cocinero, Nobleza Gaucha, Lira, Minverva, Cruz de Malta y Blancaflor, entre otras.

De hecho, en los últimos años Molinos lleva invertidos alrededor de u$s100 millones en su estrategia de expansión que, entre otros planes, selló la construcción de dos centros de almacenamiento y preparación de pedidos robotizados, la inauguración de una línea de fideos largos y de otras dos libres de gluten.

También abrió nuevas líneas de producción de alfajores Chocoarroz y de obleas Gallo Snacks, además de haber ampliado la capacidad de elaboración de su Bodega Nieto Senetiner.

Todo, con un marco macro preocupante para el sector de la alimentación, que ostenta el uso de la capacidad instalada más bajo desde el 2001, que llega nada más que el 63% evidenciando una importante retracción que provocó la pérdida de 2.300 empleos y acumula balances negativos en la mayoría de las empresas.

En este contexto, otro ejemplo es el de Mastellone Hnos. La mayor compañía láctea de la Argentina perdió $1995.

Por lo cual, el pésimo desempeño en las cuentas de la empresas de la familia Mastellone y del Grupo Arcor, evidencia una de las mayores pérdidas de su historia.

En el 2017, su desempeño había sido diferente, con ganancias por $1.156 millones, en gran parte favorecida por el desmembramiento de SanCor, su principal competidora, que achicó su estructura como forma de sobrevivir a la crisis del sector y a su propia crisis.

En este camino, es más que probable que el grupo cordobés Arcor termine por tomar las riendas ejecutivas a partir de este año ya que la empresa de la familia Pagani viene incrementando sus acciones en la láctea desde que en diciembre del 2015 pagó u$s50 millones por entrar en el capital de la dueña de La Serenísima.

La operación se concretó mediante una combinación de emisión de nuevas acciones y la venta por parte de algunos de los accionistas de Mastellone Hnos al propio Arcor.

La ecuación le permite a la alimenticia nacida en Arroyito incrementar su participación hasta un monto igual pero no superior al 49% hasta el 2020 como así también hacerse con el 100% entre 2020 y 2025. De hecho, en junio del año pasado adquirió otro 2,4% del capital de la empresa láctea elevando su participación al 42,65% del total.

En este marco, Mastellone cambió de CEO, tras la salida de José Moreno luego de haberse desempeñado durante 43 años en diversos puestos jerárquicos de la sociedad, habiendo reemplazado desde el 22 de julio del 2013 al propio Pascual Mastellone, como presidente del Directorio.

Fue reemplazado por Carlos Agote, miembro del  fondo inversor Dallpoint, accionista minoritario de Mastellone y quien asumió con la obligación de encarar un fuerte proceso de reconversión comercial y reestructuración financiera a partir de la actual situación de debilidad que ostenta Mastellone en el negocio lácteo.

Ni siquiera el escenario negativo de SanCor ha podido permitirle sortear la crisis aunque en el 2017 logró aprovechar en parte el achique de su rival para, por ejemplo, quedarse casi con el control total del mercado de leche fresca de Capital Federal y el Gran Buenos Aires, donde SanCor ya no participa.

Sin embargo, sus resultados continuaron siendo afectados por la combinación de una fuerte y abrupta devaluación del peso y la caída en los niveles de consumo de productos lácteos en el mercado interno, en relación con otros productos de la canasta familiar.

Para este año, en la compañía estiman crecer en la industrialización y comercialización de productos, subproductos y derivados de la leche con sus marcas La Serenísima, La Armonía, Ser y Finlandia.

Pero condicionan el plan a la evolución de la situación macroeconómica general y el comportamiento de las principales variables que tienen impacto en sus negocios como son la situación del consumo en el mercado interno que es la que concentra la mayor preocupación

En cuanto a Arcor, su balance se conocerá en los próximos días. Y si bien desde la empresa declinaron anticipar los datos, en el mercado estiman que no escapará a los números rojos que ya viene evidenciando en balances anteriores.

Por caso, entre entre enero y junio del año pasado acumuló una pérdida de $2999 millones, cuando en el primer trimestre había alcanzado una ganancia de $338 millones. Es más, había finalizado el 2017 con un incremento en ventas respecto del año anterior.

El último balance rojo de Arcor fue en el 2002, cuando en todo el año perdió u$s50 millones, pero con un contexto económico y político volátil e inestable mayor que el actual.

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