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Las marcas top de calzado deportivo cada vez fabrican menos en las plantas locales

Privilegian cada vez más la importación de productos terminados de Asia a pesar de que son menores los costos de ensamblar localmente
29/11/2018 - 05:45hs
Las marcas top de calzado deportivo cada vez fabrican menos en las plantas locales

A pesar de que el nuevo paquete de beneficios anunciados por el Gobierno para las industrias textil y del calzado permiten reducir los costos locales, las principales marcas internacionales van camino a importar la totalidad de lo que venden en la Argentina.

Se trata de una estrategia que es liderada por Adidas y Nike y que comparten otros reconocidos jugadores de este sector como Puma, New Balance y Gaell, entre otros grupos multinacionales.

El plan se da en momentos en los cuales este sector también sufre las consecuencias de la crisis económica del país, de la apertura de las importaciones y de la fuerte caída del consumo interno que hizo que el mercado de zapatillas deportivas de alta calidad se redujera de 55 millones de pares a 23 millones entre el 2015 y este año.

Es más, según datos del Indec, el año pasado se importó un 25,93% más de pares de zapatillas que en el 2016, lo que significó el ingreso adicional de 34 millones de pares provenientes del exterior. Y si se tienen en cuenta los últimos dos años, la importación aumentó más del 50%.

Adicionalmente, esta fuerte apertura de las importaciones modificó las porciones de la torta, ya que al comienzo del gobierno de Cambiemos el 45% del consumo interno se ensamblaba localmente y el 55% restante provenía del exterior. Ese año se eliminaron las barreras cambiarias y aduaneras que había impuesto el kirchnerismo y que funcionaban como un cepo al ingreso de productos del exterior.

En este sentido, un informe de IES Consultores refleja en cifras la crisis de este sector. El documento advierte que en los primeros nueve meses de este año, la producción de calzado registró una fuerte contracción al alcanzar 77 millones de pares que significan un 9,5% de caída contra igual período del 2017.

Del mismo modo, el consumo se redujo un 6,5% llegando a los 102 millones de pares entre enero y septiembre pasados como consecuencia de la menor producción y de una aparente desaceleración de las importaciones que sumaron u$s480 millones, mostrando una leve caída del 2,4%. Sin embargo, en unidades los datos evidencian un incremento del 3% al haber alcanzado los 25,5 millones de pares.

El origen de las importaciones posiciona a Brasil como el principal proveedor con el 34% del total, según el informe de IES Consultores. Lo siguen Vietnam (29,8%) y China (22,8%).

Los números reflejan que, casi tres años después de la llegada del gobierno de Mauricio Macri, el ensamblado de zapatillas en el país se redujo al 23% mientras que las importaciones ya representan el 75% de los 23 millones de pares de calzado deportivo que se comercializan en el país.

Es decir, la combinación entre la pronunciada caída de las ventas y la apertura de las importaciones potenció la decisión de las marcas de indumentaria y calzado deportivo internacionales de reemplazar el 100% de lo que ensamblan localmente por productos terminados “made in” Asia.

Un plan que no parece frenarse a pesar de que a partir de diciembre los costos locales serán más baratos que los aplicados a las importaciones de este sector gracias a un decreto del Gobierno orientado a beneficiar a las empresas textiles y de calzado con menores cargas tributarias y mejor financiamiento, entre otras medidas.

En este sentido, un estudio elaborado por ejecutivos de una de las plantas que hasta ahora venía ensamblado calzado deportivo de alta tecnología para una de las principales marcas determina que un producto terminado en el país apartir del 1 de diciembre tendrá un 18% de costo local y otro 82% de costo de importación.

Hasta ahora, y siempre según el análisis de esta empresa de origen brasileño, relación era a la inversa, más que nada en el calzado de alta tecnología que contenía un 38% de costo local (mano de obra, impuestos) y un 62% vinculado a gastos, tributos y aranceles aplicados a los productos llegados del exterior.

Y, teniendo en cuenta también que la devaluación y la modificación de aranceles y cargas sociales para el sector también tuvieron impacto en los costos, ahora es más oneroso importar que asumir costos como el de mano de obra.

Esos cambios hacen que una zapatilla deportiva de alta tecnología salida de alguna de las fábricas de calzado que todavía quedan en pie en el país cueste entre 50 centavos y u$s2 más barato que las que se producen en algunos países asiáticos habituales proveedores de Adidas, Nike o Puma.

Sin embargo, nada parece indicar que estas multinacionales puedan revertir la estrategia comercial que ya adoptaron para la Argentina. Es decir, la de dejar de inundar el mercado doméstico de productos asiáticos y reducir casi a cero la producción en el país.

Algunos datos concretos vinculados con estadísticas del sector lo demuestran. Como en el caso de Adidas. Si se comparan los números de la marca alemana de enero a septiembre del 2017 con los de igual período de este año se observa que sus importaciones de calzado terminado crecieron 34% mientras que el ingreso de partes e insumos para ensamblar en la planta de Paquetá de la localidad bonaerense de Chivilcoy cayeron 31%.

De hecho, este grupo brasileño acaba de anunciar el cierre definitivo del establecimiento y el despido de los 400 empleados que todavía le quedaban, precisamente porque Adidas dejó de lado el contrato de producción local. Paquetá llegó a dar empleo a 1.300 trabajadores y a ensamblar hasta 2,8 millones de pares al año de alta tecnología en el 2015. 

Lo mismo ocurrió con la empresa Extreme Gear, también licenciataria de Adidas, que en junio pasado cerró su establecimiento del partido bonaerense de Esteban Echeverría y despidió a todos sus trabajadores. Como Paquetá, la compañía llegó a tener 800 empleados y a ensamblar 1,7 millones de pares por año. Sin embargo, comenzó a aplicar un proceso de achique y reducción de personal debido al mayor ingreso de calzado de origen chino que derivó en su desaparición luego de siete años de actividades desde que fue abierta en 2011 para producir exclusivamente para Adidas, en el marco de una política de sustitución de importaciones.

Otro caso similar y también vinculado a Adidas es el del grupo brasileño Dass que, en noviembre del 2015 compró las fábricas que había construido la desaparecida Gatic en la ciudad bonaerense de Coronel Suarez para fabricar a pedido también de Adidas. Un año después ya sentía los efectos de la retracción del consumo y del cambio de paradigma de la multinacional alemana para importar cada vez más calzado terminado.

A mediados del 2017 comenzó a suspender trabajadores y luego a aplicar un plan de retiros voluntarios al que adhirieron 529 de sus 1900 empleados. Y este año regresó con la estrategia de suspensiones durante el verano y de amenaza de despdidos.

En sus mejores épocas, Dass le dio trabajo a 2.500 personas que ensamblaban y cosían 1,5 millones de pares por año. Números que ya no repite en el marco de una crisis que la empujó a abrir nuevamente los retiros voluntarios para quedarse con un plantel de solamente 300 empleados.

La síntesis de la estrategia de sustitución de ensamblado local por importaciones que están llevando a cabo las multinacionales del calzado con Adidas en el liderazgo se traduce en que a partir de marzo del año próximo, los empleados indirectos que el holding alemán tendrá en la Argentina se reducirán de 4.600 a los 300 que se mantendrán en Das.

También en que habrá dejado de armar en el país alrededor de 6 millones de pares para incrementar el ingreso de productos asiáticos con la intención de abastecer al 90% de su mercado doméstico cuando no hace mucho importaba 2 millones de pares y ensamblaba 6 millones.

El mismo escenario se plantea para otras grandes marcas extranjeras que también aplican la misma estrategia. De hecho, la crisis profundiza el cierre de otras fábricas de calzado, en especial de origen brasileño pero que operan en la Argentina como proveedoras de los grandes grupos multinacionales.

En este grupo se encuentra Puma, que redujo sus operaciones tras el cierre de las plantas con las que operaba como las de Herzo que en el 2016. En la actualidad, la empresa tiene producción propia en tres plantas ubicadas en La Rioja con más de 480 empleados. Según datos de la propia compañía, del total de lo que vende localmente, el 70% son de producción local. En La Rioja produce aproximadamente 1,5 millones de pares de zapatillas al año.

En el caso de Herzo, desde Puma aclararan que se trata de una empresa proveedora que decidió cerrar de forma independientte a Puma que ha cumplido todas sus obligaciones con el proveedor.

Otro caso es el de Nike, que incrementó en casi 40% el ingreso de calzado importado. Entre enero y septiembre del 2017 había ingresado 1,8 millones de pares mientras que en los primeros nueve meses de este año ya llega a las 2,5 millones de unidades.

Lo mismo ocurre con Alpargatas. En el mismo período del año pasado importó 722.000 pares y ahora se encuentra en 1,6 millones, con un aumento del 125%.

De hecho, según datos de la Unión de Trabajadores de la Industria del Calzado de la República Argentina (UTICRA), la contracción del sector alcanzó al 30% desde el 2015 y se llevan registrados más de 5.000 despidos, además del cierre definitivo de casi 10 establecimientos productivos en distintas provincias.

El sector se ha contraído de manera exponencial y los argentinos pasaron de comprar cinco a tres pares de calzado por año en promedio con lo cual en la actualidad el mercado oscila los 120 millones de pares de los cuales un tercio son deportivos. Es decir, alrededor de 40 millones que se distribuyen entre los de alta tecnología y los comunes de manera equitativa.

Con este escenario y teniendo en cuenta las últimas medidas de apoyo al sector, en las empresas ensambadoras aseguran que existe un mercado adecuado para mantener la producción local y ofrecer pleno empleo. Y por eso advierten que la decisión de las grandes marcas internacionales no se vincula con la necesidad de reducir costos sino con una estrategia diferente basada en vender solamente calzado importado en la Argentina.

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