La devaluación dejó en shock a la industria láctea: se encarecen los insumos y no hace pie en el mercado exportador
Vuelven a soplar vientos difíciles para la industria lechera en la Argentina.
A contramano del impacto positivo que están recibiendo aquellos sectores más enfocados en el negocio exportador, la devaluación no hizo más que agravar los problemas de competitividad que padecen los tambos, enfocados mayormente en el mercado local.
Sucede que, del total producido en el país, más del 90% del total queda en la plaza interna. Así, la demanda del exterior representa una parte marginal.
En esta rama de actividad, todos los actores coinciden al señalar que la disparada del dólar pegó de lleno entre los productores, que ahora afrontan un escenario marcado a fuego por los costos en alza, debido a que la mayoría de los insumos que utilizan están atados a la evolución de la divisa estadounidense.
El salto de precios que experimentaron granos como soja y maíz, según indicó a este medio Walter Martino, ex vicepresidente de SanCor, es una de las principales razones por las cuales se agravaron los problemas de rentabilidad.
Un informe realizado por la Sociedad Rural Argentina (SRA) expuso esta compleja situación: los economistas de la entidad estiman que el costo directo a la hora de producir un litro de leche se elevó un 8% el último mes, afectando la realidad de los tambos.
"Si aumenta 1% el dólar, el costo directo de la producción de la leche aumenta un 0,5%. Entonces, una suba del 16% del dólar de $21,5 a $25 implica un aumento de los costos directos de producción de la leche del 8%", expresó la SRA en el documento.
A la hora de trazar un relevamiento sobre las principales subas que viene sufriendo esta industria, expertos enumeraron a iProfesional que el mayor impacto provino del alimento balanceado, que se incrementó hasta un 92% en un año.
También se dispararon los precios del pellet de soja (suba del 63%), el verdeo de avena (41%), la pastura de alfalfa (36%) y el pellet de maíz (56%).
Cabe destacar que en los tambos, la alimentación ocupa un peso fundamental, ya que representa del 50 al 60% del costo.
Dado que la comercialización de la leche se realiza en moneda local, los tamberos ahora vuelven a enfrentarse con un escenario delicado.
Andrea Passerini, coordinadora de lechería en la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP), sintetizó el mal momento que sufre el tambero con un billete verde a más de $25: "La vaca come dólares y le ordeñás pesos".Operando con márgenes negativosUn trabajo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) detalló que sólo de febrero a abril, la cadena láctea sufrió números negativos en términos de rentabilidad, del orden del 0,1%, 0,2% y 0,3%, respectivamente.
Y este escenario se agravó tras la devaluación de mayo. Un informe de IERAL confirmó que, tras el salto de la divisa, el segmento atraviesa un "momento complejo" debido a una desmejora significativa en el precio de la leche que recibe el productor.
Al mismo tiempo, advirtió que "la suba de costos por sequía ha puesto en jaque la ecuación financiera de los tambos".
"La industria y los eslabones comerciales enfrentan un mercado interno altamente abastecido, que pone límites a la posibilidad de trasladar a precios de venta aumentos de costos", agregó el documento.
Con un precio del litro que se abona al tambero estancado en $6,20 y una estructura de costos para la misma unidad que en muchos casos está por encima de los $7 –como sucede por ejemplo en zonas tamberas como Trenque Lauquen-, entonces podría sobrevenir el cierre de establecimientos.
En su último relevamiento de mercado, Caprolecoba, la cámara de productores de la cuenca oeste de la provincia de Buenos Aires, reafirmó la situación plasmada por Martino: "La reciente devaluación provocó una alteración de los precios relativos que ha agravado en extremo la situación de los tambos que, con los precios de hoy, no pueden sostener su nivel de producción, y en casos, tampoco mantenerse en la actividad".
En el ámbito de la lechería el consenso es generalizado respecto de las devaluaciones siempre terminan perjudicando al primer eslabón de esta cadena clave para las economías regionales.
"Hay rubros que reciben el efecto mucho más rápido y pueden readaptarse al escenario. El tambero está entre los que menos tienen posibilidades de mejorar su situación con un dólar alto. Los productos lácteos en góndola aumentaron hasta un 14% en estos últimos meses y, sin embargo, nada de eso se trasladó a la producción", aseguró Martino, en diálogo con iProfesional.
El ex directivo de SanCor y también productor, sostuvo que el costo de los insumos profundizó la desventaja del tambero en términos de rentabilidad.
El factor climático, que podría haber generado cierto alivio a partir de lluvias que mejoraron las pasturas, viene teniendo una incidencia relativa, dada la modalidad bajo la cual se produce leche en la Argentina.
"En el país casi no quedan productores que alimenten a los animales sólo con pasto. Al menos el 93% de los tamberos dependemos del grano de maíz y también de la soja. La dieta se basa en fibras y proteínas que el productor tiene que salir a comprar. También se utilizan semillas de algodón. La tonelada de ese insumo, por ejemplo, aumentó de $2.600 a los actuales $3.600. Son saltos de precios que se vuelven insostenibles para los productores", detalló.
Para referentes del campo como Eduardo Buzzi, ex presidente de Federación Agraria, los únicos que ajustan a tono con la devaluación son los supermercados.
En diálogo con iProfesional, el dirigente sostuvo que sólo la cadena intermediaria puede aplicar incrementos en los productos. Y que a los tamberos sólo les queda aguardar por la buena voluntad de los acopiadores.
"En un escenario de dólar alto el tambero es el que pierde. Pero también empresas como SanCor y La Serenísima, que sufren por los insumos que se disparan. Sólo si se pudiera trasladar el aumento del gasto al precio del litro de leche habría una mejora. Pero esto es difícil", afirmó.
Con respecto a la evolución de precios para el productor, Daniel Villulla, gerente de Caprolecoba, sostuvo que "lamentablemente van a pasar varios meses hasta que los tambos podamos recomponer el valor de la leche en dólares. No sabemos cuántos. Eso genera incertidumbre y es un poco la angustia que hoy tenemos de ver cómo vamos a poder llegar a la otra orilla".
Exportaciones insuficientesEl único cambio positivo que podría generar la devaluación tiene como protagonista al actor de menor envergadura en la industria láctea nacional: el exportador, que se concentra mayormente en dos categorías, como leche en polvo y -en menor medida- quesos.
El estudio del IERAL destacó que el salto de la divisa estadounidense que tuvo lugar en mayo elevó las expectativas para los comercializadores de leche en polvo.
"La industria exportadora podría pagar, bajo ciertas condiciones de precios internacionales, $7 por litro de leche cruda en junio y mantener márgenes brutos en niveles compatibles con un beneficio económico 'normal'. En relación a los $6,20 de abril, se trataría de una mejora del 13%", destacó la entidad.
El inconveniente radica en la contracción que evidencia el segmento exportador de los lácteos, que viene sufriendo caídas durante los últimos cuatro años.
De acuerdo con el informe, los despachos al exterior de leche en polvo se desplomaron más del 30% en volúmenes, mientras que los envíos de quesos tuvieron un retroceso del 17%.
Esto se suma al hecho de que el negocio exportador representa menos del 10% del total, lo que implica que tiene poco poder de tracción sobre el resto de la industria.
"Hoy el abastecimiento interno atrapa casi todo el flujo de leche. El último gran negocio de exportación que se generó correspondió a las ventas que SanCor le hizo a Venezuela. Salir a pelear mercados con estos niveles de rentabilidad es algo imposible", advirtió Buzzi.
En paralelo, Martino coincidió al señalar que difícilmente la industria pueda salir a flote con la demanda internacional: "Se habla de exportación cuando apenas si podemos abastecer el mercado interno. Hace 15 años producíamos a razón de 12.000 millones de litros anuales. Hoy estamos en 9.000 millones y siempre involucionando. Hay que cambiar demasiadas cosas antes de pensar en el exterior", destacó.
"El mundo no está demandando más leche, por lo que tampoco es que sobren las oportunidades de venta. El único país que sí pide productos y demanda más es Venezuela. Pero ahora ¿quién se anima a venderle?", reflexionó, luego del descalabro que se generó tras dejar una deuda millonaria en la Argentina.