OPINIÓN EXPERTA

Ser experto sin pedir disculpas: mostrar tu experiencia es crucial para crecer en tu profesión

Mostrarse como experto en algo tiende a confundirse con la arrogancia o presunción. Pero la falsa humildad no es el camino al progreso profesional
MANAGEMENT - 03 de Diciembre, 2024

La humildad es uno de los valores máximos a los que aspiran las personas. Especialmente, porque culturalmente se lo ha impuesto como un valor irrenunciable, que, además, tiene buena prensa. Lo contrario sería ser soberbios o arrogantes, comportamientos muy ligados al ego exacerbado.

Tomando en cuenta lo anterior, ¿declararse "experto" puede sonar a muchos como un acto de presunción? Pienso que no, si verdaderamente lo eres. Porque tener un título profesional no te hace experto. Serlo implica miles de horas de experiencia práctica y poder mostrar los resultados.

Esta paradoja entre la percepción de soberbia y el reconocimiento de una especialización consolidada no es nueva. En contextos profesionales, especialmente en el ámbito latinoamericano, ser identificado como un "experto" puede generar desde admiración hasta suspicacia.

Las famosas 10.000 horas

La teoría de las 10.000 horas es una idea popularizada por el periodista y escritor Malcolm Gladwell en su libro "Outliers", "Fueras de serie: Por qué unas personas tienen éxito y otras no" (2008).

Según esta teoría, alcanzar la maestría en cualquier disciplina requiere aproximadamente 10.000 horas de práctica deliberada y consistente. Esta idea se basa en estudios del psicólogo Anders Ericsson, quien investigó la práctica experta y el rendimiento de alto nivel en diversas áreas, como la música, el deporte y la ciencia.

A modo de síntesis, aquí tienes los tres pilares de la teoría, que, por cierto, tiene tantos fans como detractores:

1. Práctica deliberada: No se trata solo de acumular horas estudiando, sino que hay que hacerlas practicando, en forma estructurada, intencional y enfocada en mejorar aspectos específicos del desempeño. Esto implica salir de la zona habitual, afrontar desafíos, abordar debilidades y recibir retroalimentación constante.

2. Disciplina sostenida: Para alcanzar las 10.000 horas, se requiere dedicación prolongada en el tiempo, con un compromiso constante hacia la mejora.

3. Variabilidad según la disciplina: Aunque Gladwell establece un promedio de 10.000 horas, el tiempo necesario para alcanzar la maestría puede variar según la complejidad del campo, las habilidades innatas y la calidad de la práctica.

Lo que sí es cierto es que es muy poco probable que puedas ser experto de calidad excepcional en unas pocas semanas.

Por qué tememos decir que somos expertos

Volviendo al eje del artículo, ¿por qué cuesta tanto decir con orgullo: "Soy experto en esto"? ¿Qué hay detrás del miedo a mostrarnos seguros en aquello que sabemos hacer mejor? Aquí, algunos posibles motivos:

1. El peso cultural del "ser humilde"

En muchas culturas, especialmente las latinoamericanas, existe una fuerte inclinación hacia la humildad como virtud. Incluso en ciertas ideologías, comparan el ser humilde con ser pobre, como una virtud. Esto, llevado al extremo, puede desembocar en una negación de nuestras propias capacidades por miedo a parecer arrogantes.

La frase "que tu trabajo hable por ti" ha condicionado a generaciones a no verbalizar sus logros o conocimientos, aunque ello signifique ser subestimados.

2. La percepción de la soberbia en el ámbito profesional

Muchas personas asocian el declararse experto con actitudes arrogantes. Este prejuicio surge de la idea de que quien se autodenomina de esa manera busca menospreciar a otros. Sin embargo, la verdadera expertise se basa en el compromiso con el aprendizaje continuo, no en imponer superioridad. Por eso es muy frecuente que quien es realmente experto en su materia, tiene un fuerte impulso por dejar un legado en los demás.

3. La práctica supera a la teoría: La experiencia como base de la expertise

No se es experto teóricamente; se lo es en la práctica. Ser experto implica haber enfrentado situaciones reales, tomado decisiones difíciles y aprendido de los resultados. Es esta experiencia práctica la que convierte el conocimiento en habilidad y la habilidad en maestría.

Por ejemplo, un profesor académico de liderazgo que jamás lideró a ninguna persona, es solo alguien que ha leído sobre liderazgo. En cambio, quien sí ha dirigido personas, empezando por sí mismo, y gestionado conflictos, generando resultados concretos, con la práctica deliberada e intencional puede convertirse en experto.

4. El síndrome del impostor: Un enemigo silencioso

Aunque posean años de experiencia y una sólida formación, muchos profesionales dudan de su capacidad para identificarse como expertos. Este fenómeno psicológico, conocido como síndrome del impostor, genera una constante sensación de insuficiencia, incluso frente a evidencias de éxito. En estos casos, la comparación con los demás y la falsa humildad que se la disfraza de modestia excesiva, van en contra de mostrar sin tapujos la experiencia transitada.

5. El miedo a ser cuestionado o desafiado

Proclamarte experto puede atraer desafíos externos, como preguntas difíciles o críticas, que despiertan inseguridades. Sin embargo, reconocer que ser experto no implica saberlo todo, sino tener un nivel avanzado en un área específica, puede ayudar a superar esta barrera. Y como todo aquel que sobresale suele ser envidiado y hasta rebajado por los que no llegan a ese nivel, el estar permanentemente reflejándose en lo externo también puede ser condicionante para no mostrar la valía personal.

Cuatro formas de amigarte con tu ser experto

Si sientes que, realmente, eres experto en algo, y padeces algunos de los puntos anteriores, aquí tienes 4 maneras de amigarte con esa autoimagen:

1. Reformula el concepto de "expertise"

Ser experto no significa ser infalible. Es el reconocimiento de un camino recorrido, no un destino alcanzado. Acepta que tu expertise incluye tus aprendizajes, errores y crecimiento constante. Reflexiona sobre las 10.000 horas que te han llevado hasta aquí y cómo cada paso de tu trayectoria tiene valor.

2. Desarrolla una narrativa auténtica

En lugar de enfocarte únicamente en títulos o logros, cuenta la historia de tu trayectoria. Explica cómo llegaste a convertirte en experto, destacando los desafíos superados y las lecciones aprendidas. Esto humaniza tu conocimiento y conecta mejor con los demás. No hace falta ser egocéntrico ni arrogante: simplemente, comparte genuinamente tu expertise.

3. Comunica con claridad y propósito

Relacionado con el punto anterior, en lugar de simplemente proclamar tu expertise, demuestra tu valor compartiendo conocimientos, herramientas o ideas útiles para los demás. Esto reforzará tu autoridad sin necesidad de afirmaciones explícitas. Recuerda que el verdadero experto guía con ejemplos prácticos y no solo con conceptos teóricos.

4. Cambia tu perspectiva sobre el reconocimiento externo

Reconocer tu propio valor no requiere la aprobación de otros. Aprende a validarte desde dentro y deja que tu trabajo y tus resultados hablen por sí mismos, pero sin ocultarte detrás de ellos. La práctica consistente respalda tu expertise mejor que cualquier título o etiqueta.

*Daniel Colombo (en foto principal) es facilitador y Máster Coach Ejecutivo especializado en alta gerencia, profesionales y equipos; mentor y comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 33 libros. LinkedIn Top Voice América Latina. Coach profesional certificado por ICF en su máximo nivel, Coach certificado, Miembro y Mentor en Maxwell Leadership, el equipo de John Maxwell.

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