¿Qué es el agilismo y por qué está siendo cuestionado en las empresas?
El agilismo es una metodología usada para desarrollar productos y servicios en entornos de incertidumbre. Utiliza un enfoque iterativo e incremental para la entrega continua de productos y servicios de valor, y en una medición constante de los resultados obtenidos en cada ciclo.
Aunque ha tenido una gran difusión, en los últimos años, he visto muchas organizaciones utilizar diferentes enfoques ágiles para el desarrollo de software sin obtener los resultados esperados, generando una desilusión absoluta.
¿Se trata de una solución mágica para cualquier tipo proyecto y contexto? La respuesta es no, por lo que hoy la metodología está siendo cuestionada por muchas de las organizaciones que la promovieron como un "remedio infalible". Esto ha sido el resultado de haberla usado en forma indiscriminada sin importar el contexto.
Este artículo explora algunas posibles razones detrás de estos resultados dispares y ofrece recomendaciones para una adopción exitosa.
La ilusión de la agilidad
La primera causa del fracaso ha sido la presión por ser ágil imponiendo el uso del agilismo como práctica y herramienta para adaptarse al cambio y a ser competitivos sin antes evaluar las condiciones existentes.
El agilismo llevó a muchas organizaciones a improvisar cuando se la aplica en un entorno inadecuado. Su éxito depende de una serie de factores, por ejemplo:
- El contexto: el agilismo funciona en entornos de alta incertidumbre, donde los requisitos pueden cambiar y los resultados esperados son inciertos.
- Las herramientas y los procesos: un entorno que soporte la entrega continua y confiable es esencial.
- La arquitectura: una arquitectura flexible es necesaria para adaptarse a los cambios rápidos.
Peligros del falso agilismo
La aplicación dogmática del agilismo puede llevar a:
- Mayor complejidad: introducir nuevas prácticas en un entorno inadecuado puede generar confusión y retrasar los proyectos.
- Reducción de la calidad: la prisa por entregar valor puede llevar a descuidar la calidad y acumular deuda técnica.
- Confusión en los roles y responsabilidades: la falta de claridad en los roles puede generar conflictos y retrasos.
- Incumplimiento de plazos: la falta de las condiciones adecuadas puede llevar a resultados similares a los enfoques tradicionales, no realizar una entrega continua.
- Mayor costo: la implementación frecuente de cambios sin las herramientas adecuadas puede aumentar los costos.
En el caso de que sea adecuado, para maximizar los beneficios del agilismo, se recomienda:
1. Evaluar el contexto: analizar si el agilismo es la mejor opción para cada proyecto.
2. Adoptar un enfoque gradual: comenzar con proyectos pequeños y escalar gradualmente.
3. Capacitar y seleccionar el equipo adecuado: invertir en la formación para una adopción exitosa y comenzar con los equipos con menor resistencia al cambio.
4. Invertir en herramientas: evaluar si es necesario invertir en herramientas para soportar el agilismo.
El agilismo es una herramienta poderosa, pero debe ser utilizada con cuidado. Una implementación adecuada puede llevar a una mayor agilidad y adaptabilidad. Sin embargo, la improvisación o una aplicación indiscriminada puede generar más problemas que soluciones.
Por ello, propongo siempre avanzar de manera gradual y selectiva, y en todo caso aprovechar ciertas dinámicas propias del agilismo para capitalizar algunas de la recomendaciones y éxitos de esta práctica.
Las metodologías ágiles son reconocidas como habilitadoras para impulsar la agilidad y la transformación digital.
*Eduardo Azpiroz Costa es Socio de Paradigma Sociedad de Soluciones