Las recomendaciones de 70 padres que criaron a adultos exitosos: estas son 4 cosas que nunca hicieron
La crianza es muy complicada y particular, pero a la vez son muchas las veces que se generan dudas sobre qué cosas deberías o no hacer con tu hijo. Seguro pasaste toda tu vida pensando que cuando tuvieras un hijo nunca harías eso que odiabas de tus padres ni cometerías ciertos errores y de pronto te ves haciendo lo mismo. Pero a la hora de la práctica todo es mucho más complejo, por eso te contamos cuáles son las cosas que, según un experto, no debés hacer con los más pequeños.
Las cosas que no haces pueden marcar la diferencia en la futura vida adulta de tus hijos. Margot Machol Bisnow es escritora y coach educativa. En su libro Criar a un empresario. Cómo ayudar a tus hijos a alcanzar sus sueños, entrevista a 70 familias de personalidades de éxito.
Personas de todas las especialidades, cuyos padres impulsaron su desarrollo desde niños. De esas conversaciones con las familias, concluye cuatro cosas que no debes hacer nunca, señala Business Insider.
Cuatro cosas que nunca tendrías que hacer con tus hijos, según especialista
1. Nunca trates las aficiones de tu hijo como una pérdida de tiempo
Da igual lo que les guste, deportes, videojuegos o manualidades. Todos los niños tienen hobbies y es importante que no los apartes de ellos. Esa pasión los mantiene activos mentalmente y sí, las notas y las clases son muy importantes. Pero a través de esas aficiones también aprenderá muchos valores y experiencias que le ayudarán en su futuro.
Radha Agrawal es fundadora de una exitosa empresa de comunidad de baile, Daybraker. De niña, su pasión era el fútbol y sus padres la apoyaron desde los cinco años, llegando a jugar tres horas al día. Hoy en día su carrera no tiene nada que ver con eso, pero ella afirma que ha aprendido valores del deporte como la resiliencia, la organización o la concentración, además de trabajar en equipo.
2. No decidas todo por ellos
Como adulto, puede resultar casi rutinario tomar decisiones por tus hijos. Pero no pude ser siempre así. Claramente, hay cosas que un niño no puede decidir. Pero muchas otras sí y no debes hacerlo tú por costumbre o por ser práctico.
"Le animamos a ser independiente y a pensar por sí misma. Confía, pero contrástalo", señala la madre de Ellen Gustafson, cofundadora de un proyecto para hacer llegar comida a los colegios en Estados Unidos. Señala que como padres, es fácil saber las habilidades de tus hijos, pero es importante que las descubran ellos por sí mismos y la mejor manera de guiarlos puede ser a través de preguntas que les hagan cuestionarse lo que quieren.
3. No valores más un sueldo que la felicidad
No hay nada en contra de un buen sueldo o un buen puesto de trabajo. Son fantásticos. Pero no es aconsejable enseñarle a tu hijo que eso es más importante que la felicidad de hacer algo que le llene. Ni que elija una profesión en función a un sueldo y no a cuánto le gusta.
Una carrera puede ser una pérdida de tiempo en algo que a tu hijo no le interesa para nada. Si solo va a estudiar para obtener un título, quizás es mejor que le dé una vuelta a esa posibilidad. Y es que alguien con una pasión lo suficientemente fuerte, encontrará la forma de hacer de ello un modo de vida.
4. No subestimes la educación financiera. Hablar de dinero es necesario
Una cosa es animarlos a hacer algo que realmente les guste, por encima de un buen sueldo, y otra, muy distinta, es no hablar nunca de dinero. Es muy importante que sepan desde bien pequeños el valor que tienen las cosas y cuánto cuesta ganarlas.
Esto es algo que tienen en común muchos empresarios de éxito. Joel Holland vendió la mitad de su compañía por 10 millones de dólares en 2012. Cuenta que tiene una gran ética sobre el trabajo gracias a que de joven barría para ganarse una paga.
Eso le enseñó el trabajo duro y el esfuerzo. En el instituto todo el mundo tenía patines. Sus padres no se los compraron a él y lo animaron a ahorrar para tenerlos. Aunque confiesa que en su momento se enfadó, le hizo apreciar mucho más lo que tenía. También se pagó sus estudios, lo que le hizo no perder ni una sola clase, porque sabía cuánto esfuerzo valían.