Economía del aburrimiento: cómo cambió el aislamiento nuestros hábitos de compra
Vivimos en una etapa de restricciones inéditas. Tanto para salir como para trabajar, horarios con límites por las noches, reuniones limitadas o solo al aire libre son algunas de las indicaciones que se repiten en todo el mundo.
En general, la gente se está aburriendo. Hablar de aburrimiento en medio de una pandemia en la que se murieron ya miles de personas puede sonar a frivolidad, pero lo cierto es que obviar cualquier efecto más allá del directo del coronavirus es demasiado reduccionista.
La crisis del coronavirus tiene muchos daños colaterales y muchos efectos que tocan a muy diversos grupos de población. Los más jóvenes sienten que están perdiendo un año, los más mayores que están dejando de vivir los que podrían ser sus últimos años y, en general, la población empieza a dar muestras de agotamiento y de efectos directos sobre la salud mental, remarcó Marketing Directo.
Y, en general, mientras nos quedamos en casa para prevenir la enfermedad, se cierran negocios y actividades para evitar concentraciones y se toman medidas para prevenir antes de curar la población está, en general, aburrida.
Hace un año, muchos sentían que no eran capaces de concentrarse para hacer cualquier cosa que no fuese ver las noticias y pasaban horas haciendo scroll en redes sociales y leyendo los últimos titulares. Ahora, simplemente sienten que pasan las horas y que no están haciendo nada. Se aburren.
El aburrimiento es un factor que afecta de una manera o de otra a nuestro día a día. En tiempos normales, al aburrimiento lo podemos combatir con una avalancha de actividades y encuentros sociales. En plena crisis del coronavirus, parece que nos hemos quedado sin nada para enfrentarnos ello.
Como apuntan en The New York Times, no hay estudios sobre qué ocurre cuando tanta gente está tan aburrida durante tanto tiempo, porque no existen precedentes de una situación como esta.
Pero lo que sí está claro es que esta oleada de aburrimiento nos afecta como personas (ahí están ya los profesionales médicos que alertan que tras el coronavirus habrá que hacer frente a una oleada de problemas de salud mental) y también como consumidores. El propio Times habla ya de la "economía del aburrimiento".
El modo en el que consumimos y cómo lo hacemos, hasta cómo reaccionamos a muchas cuestiones vinculadas a empresas, está muy relacionado con lo mucho que nos aburrimos.
Compras por aburrimiento
El affaire financiero en torno a GameStop, en el que partiendo de una comunidad en Reddit un grupo de pequeños inversores atacó una de las piezas de Wall Street, es uno de los que ponen de ejemplo.
La gente tampoco tenía mucho mejor que hacer que ponerse a analizar movimientos de mercado y actuar en base a ellos.
Sin embargo, los efectos del aburrimiento en el consumo se ven en muchas más cosas. El tráfico a cines y otros espacios de entretenimiento cayó (si es que se puede ir a ellos), las opciones se redujeron y nos hemos quedado en casa. Desde ahí, y desde el aburrimiento, consumimos.
Así, el boom del ecommerce tiene mucho que ver con no querer salir de casa y no poder o querer pisar los locales, pero también con el aburrimiento. Nos aburrimos en casa, así que optamos por echar un vistazo a qué hay en las tiendas online y comprando.
Pero también el aburrimiento explica muchas de las modas que se ubicaron en el epicentro de las tendencias de consumo durante la pandemia. El Times lista los rompecabezas, los videojuegos o las bebidas alcohólicas. Todos son productos que llenan nuestro tiempo.
Como pasamos más tiempo en casa y queremos llenarla de experiencias, igualmente nos estamos gastando más dinero en cosas para el hogar, convirtiéndolo en el epicentro de esas vivencias.