Siete cosas que inspiran a un equipo para superarse
En el mundo de la cultura organizacional, tanto en empresas privadas, públicascomo en organizaciones civiles de todo tipo, el trabajo en equipo es esencial para alcanzar los objetivos que se proponen.
Un grupo de personas reunidas no es necesariamente un equipo: hace falta su pasión, entrega, dedicación e interés en arribar juntos a las metas para que se produzca el efecto virtuoso cuando la gente trabaja codo a codo, haciendo lo mejor de cada uno.
Sin embargo, en entornos turbulentos y cambiantes como también es el mundo de hoy, los equipos suelen desalentarse y caer en brechas de baja productividad, toma de decisiones erróneas y altos costos para las organizaciones que representan.
El desafío de los líderes de hoy es no sólo construir equipos eficaces, sino consolidarlos y ayudar a que se muevan siempre un paso más arriba y hacia adelante. A esto le llamamos espíritu de superación, y es también replicable en los distintos aspectos de la vida, no solo en lo laboral.
Un equipo necesita ser un dínamo permanente que auto genere la energía suficiente para moverse hacia resultados. No se trata sólo de ser "ágiles" para hacerlo más rápido, sino lograrlo en forma fluida, sustentable y con un alto nivel de involucramiento de cada colaborador.
Para inspirar a un equipo de cualquier tipo para superarse y desafiar lo establecido e ir por objetivos superadores, hace falta implementar estas siete acciones combinadas y coordinadas:
1. Empatía
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Es la cualidad de saber ponerse en los zapatos de los demás; observar las situaciones desde una perspectiva más amplia y tomar decisiones basadas en el impacto que tienen no sólo para uno, sino en el conjunto.
2. Comunicación asertiva
Un problema de muchas organizaciones con las que trabajo en decenas de países es la deficiente comunicación interna y externa. Por lo general, es la primera la que provoca mucho ruido en la organización, ya que es la que se deja de tener en cuenta. Para que quede claro: de nada sirve una exposición externa permanente si, hacia adentro, la organización no sabe conectarse.
La comunicación asertiva ayuda a los equipos a funcionar mejor porque aprenden a tener conversaciones valiosas, potentes y clarificadoras. Se basa en los principios de honestidad, sinceridad y complementariedad en el aprendizaje mutuo entre sus miembros.
Sugiero que se implementen programas de feedback permanente, metodología de retroalimentación que se confunde muchas veces con aparentar que se le presta atención al otro, aunque en verdad lo único que se quiere es manipularlo para que actúe de acuerdo con lo que otro quiere.
El feedback requiere de humidad, entrega y apertura para entender y cooperar aún desde las diferencias, y siempre debe servir para aportar. Es imprescindible, es el riego en el jardín de la confianza dentro del equipo y la empresa.
3. Pasión
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Este ingrediente no se compra: se tiene o no; aunque sí se puede estimular y despertar. Los seres humanos somos poderosos tanto en la construcción en negativo (el enfoque está en lo que "no queremos"; el 90% de la gente actúa así el 90% del tiempo) como en lo positivo (el enfoque en lo que sí queremos que suceda).
En un equipo, el combustible de la pasión es esencial para ayudar a desplegar el mejor saber ser y hacer de cada integrante. Es responsabilidad del líder indagar en las personas para incentivarlas, mover un poco las brasas cuando el fuego esté apagándose, y, en el conjunto de pasiones conectadas, ocurrirá la magia de un equipo cohesionado.
4. Compromiso
Cada año recorro una docena países por mi labor como facilitador de procesos de cambio cultural, coach de ejecutivos y conferencista. Observo siempre una queja recurrente: la falta de compromiso en las personas. El problema es que en toda organización siempre hay un gran número de personas comprometidas, por lo que el problema aparece en la generalización. Un puñado de personas poco dedicadas y faltos de responsabilidad en lo que hacen, determina que se considere que todo el conjunto falla.
El compromiso nace desde adentro de cada persona y es el líder de equipo el eje que necesita articular y equilibrar esta condición ineludible para su buen funcionamiento.
5. Liderazgo claro
Poniendo el foco en los responsables de un equipo es relevante entrenarlos permanentemente. Si han sido bien escogidos (y no sólo por sus antecedentes académicos, sino por sus habilidades de conducir personas) estos talentos suelen ser excepcionales y auto motivados, aunque necesitan un refuerzo permanente y estímulos para que alcancen su máximo nivel.
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De no hacerlo su liderazgo puede ser difuso, y, por lo tanto, también será así el cumplimiento de las metas. Por ejemplo, una persona que no sabe comunicarse, presentar sus ideas y exponer los logros, o una muy egocéntrica, puesta a liderar, quebrará al equipo más temprano que tarde, puesto que esos atributos son esenciales.
En el mundo laboral actual no alcanza con ser un buen técnico de su especialidad: hace falta incorporar el otro cincuenta por ciento, que son las habilidades blandas.
6. Objetivos en común
Para que el equipo se sienta inspirado para afrontar metas superadoras es fundamental plantear objetivos con los que puedan identificarse. Si las metas son retadoras, pero están muy por fuera del radar de interés profesional personal, es posible que no se realice todo el aporte que cada uno es capaz de dar.
El desafío aquí es identificar en qué rol podría lucirse mejor cada integrante, y, desde allí, ayudar permanentemente a alcanzar esos resultados anhelados.
7. Resultados (incluso cuando se fracasa)
Y hablando de eso, la consecuencia de una cultura global "resultadista" nos lleva a querer tener éxito a toda costa. Es importante saber que en las organizaciones se gana y se fracasa. Si un equipo es fuerte, consistente y está entrenado para el desafío, sabrá transformar esas experiencias en aprendizaje, más allá del resultado final.
La tendencia a aprender del fracaso es muy útil para compartir conocimiento interno en la empresa y para impulsar hacia adelante a un equipo. Integrar estas experiencias fallidas dentro de las metodologías de resignificación de lo que no salió bien, ayudará a mejorar como team y -lo más importante- como seres humanos.
Al ampliar la brecha de tolerancia al fracaso y a la decepción que éste provoca, cada persona estará mejor plantada para situaciones que quizás deban afrontar en un futuro cercano. Y desde esta perspectiva, cualquiera sea el resultado, aprenderá a levantarse una vez más de la que se cae: y ese es el secreto del éxito.
*Daniel Colombo es facilitador y máster coach especializado en CEO, alta gerencia, profesionales y equipos; comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 30 libros.