Dólar mata aumento de sueldo: la suba post PASO anticipa otro año con pérdida de poder adquisitivo
Es casi una "insana costumbre" ya para los especialistas en compensaciones y beneficios: todos los esfuerzos y cálculos para ajustar los salarios de empleados fuera de convenio resultan en vano ante cada corrida cambiaria.
Pueden ser más o menos previsibles, pero en cada ocasión en que el mercado sufre un movimiento violento de este tipo, tarde o temprano termina trasladado a los precios y tarifas, a costa del poder adquisitivo de la clase trabajadora, mandos medios y ejecutivos.
En las semanas previas a las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) se consideraba un "triunfo" haber estabilizado el precio de la moneda norteamericana en torno a los 46 pesos. Pero incluso antes de que abrieran los mercados el lunes, tras conocerse la rotunda victoria de la oposición, el precio sufrió un altísimo nivel de volatilidad y ese valor del viernes quedó como un distante recuerdo.
El partido del oficialismo, Juntos por el Cambio, perdió a nivel nacional en casi todas las provincias. El Frente de Todos, representado por el binomio Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner, se impuso con una ventaja de más de 15 puntos sobre la fórmula de Mauricio Macri y Miguel Ángel Pichetto. Cambiemos mantuvo sus históricos territorios –la Ciudad de Buenos Aires y la provincia de Córdoba- pero perdió varios de sus bastiones más significativos, como la provincia de Buenos Aires, donde María Eugenia Vidal quedó más de 18 puntos por debajo del exministro de Economía, Axel Kicillof.
La reacción a nivel financiero no se hizo esperar. Desde antes de que abrieran los bancos, en sociedades de bolsa el dólar cotizaba cerca de 49 pesos en la madrugada del lunes, y las acciones de empresas argentinas en la Bolsa de Nueva York mostraban derrumbes de más del 50% de su valor.
Por la mañana del lunes, al inicio de la rueda no había precios uniformes. Hubo bancos en donde no se podía operar y otros en donde si se podía; en los más baratos el dólar se vendía a 49 pesos y en otros llegó a rozar los 65 antes del mediodía. Fue una jornada febril en la que el precio de cierre fue de $57,30. Al día siguiente se estabilizó un poco por encima de ello.
El Gobierno, por su parte, reaccionó algo tarde con medidas apuntadas a los salarios de empleados en relación de dependencia, Pymes, monotributistas y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo. Sin embargo, los especialistas en compensaciones y beneficios tenían ya –más allá de esos anuncios- una certeza: los aumentos salariales planificados para este año quedarían cortos una vez más cuando esa devaluación llegara a los precios.
"La clave para la evaluación de aumentos de sueldo está dada por el incremento del costo de vida, porque las subas en el sector privado y para empleados fuera de convenio tratan de acompañar los ajustes inflacionarios. En mayor o menor medida lo que viene aconteciendo en estos años de crisis es que nunca se llega a cubrir esa diferencia un 100%, por eso los trabajadores vienen con pérdida del poder adquisitivo ya hace tiempo. Los convenios colectivos tampoco alcanzan", recordó Bernardo Hidalgo, presidente de Hidalgo y Asociados.
En ese marco, el experto en Recursos Humanos analizó que "las medidas que anunció el Gobierno tras las PASO no ejercen efecto respecto de esta variante, excepto la que tiene que ver con congelar los precios de los combustibles (si se concreta), que tienen impacto directo sobre los precios de productos de la canasta básica, del transporte, etc. Entonces, si la inflación se dispara, los ajustes van a volver".
También Andrea Ávila, CEO de Randstad para Argentina y Uruguay, consideró que "los anuncios del Gobierno son un alivio de corto plazo para amortiguar en parte el impacto en el bolsillo de los trabajadores. En cuanto el tipo de cambio se estabilice y tengamos un marco de referencia más claro, las empresas, dentro de las posibilidades que tenga cada una, seguramente verán en prioridad como acompañar a su personal para que el impacto en el poder adquisitivo del salario sea el menor posible".
Cómo quedan los cálculos
Las empresas son previsoras y al armar su presupuesto para el ejercicio se suele estimar la inflación y el tipo de cambio por encima de las predicciones oficiales. Pero ninguno de esos potenciales escenarios pudo anticipar este reciente desenlace.
Como indicadores de ello, por ejemplo, el último Índice de Confianza Vistage –que trimestralmente elabora esa entidad que nuclea a CEO de la Argentina- mostró que en junio estos empresarios preveían que en diciembre próximo el dólar estaría a 51 pesos por unidad, y que la inflación acumulada del año sería de 40,3 por ciento.
Otra encuesta de Acciones Salariales que realizó la consultora Willis Towers Watson entre mayo y junio mostró que en promedio las empresas consultadas entonces tomaban una inflación anual del 37,2% para 2019, aunque el 75% del percentil anticipaba ya un 40% para fin de año.
En ese marco, los últimos pronósticos relevados antes de los comicios mostraban que las firmas de gestión de payroll proyectaban que este año los empleados fuera de convenio recibirían un alza de entre 31% y 34% en sus salarios. Y hasta ahora no son muchas las negociaciones paritarias que terminaron por encima de esa cifra.
No obstante, esas previsiones evaluadas hasta la semana pasada quedaron desactualizadas frente a esta nueva situación en la que no hay precios de referencia. Es decir, por más previsores que hayan sido esos pronósticos (que fueron retocados hace tan solo unos meses) probablemente no alcancen a cubrir una nueva escapada de la inflación, consecuencia de la última suba cambiaria.
Más allá del alza de los últimos días, el dólar mostró un incremento acumulado de alrededor de 54% en lo que va del año, si se considera para redondear que hoy se consigue a alrededor de 60 pesos cuando comenzó a cotizar el 2 de enero en 38,39 pesos.
La buena noticia es que no toda esa suba se trasladará a las góndolas, debido a que la demanda de bienes y servicios presentaba ya bajas sensibles que no dejan mucho margen a las empresas para seguir subiendo sus precios. Los últimos datos disponibles al respecto son de la consultora Nielsen, que detectó en julio una caída interanual del 11,4% a nivel nacional. Aunque los analistas menos optimistas ya evalúan que el año cerrará con una inflación del 50%.
El economista y consultor, Orlando Ferreres, estimó en declaraciones relevadas por Télam que "la inflación va a ser por lo menos la mitad de lo que aumentó el dólar". En ese marco planteó que es conveniente esperar y ver "qué otras medidas adopta el Gobierno, aunque hasta ahora dejo que las cosas se muevan de acuerdo a su evolución".
Es decir, aún es muy difícil estimar cómo se reconfigurará la inflación proyectada para este año, y ese es el número que tendrán como parámetro quienes tienen a su cargo las compensaciones y beneficios de las empresas. "Por ahora los especialistas en Recursos Humanos hacen un análisis muy preliminar. El indicador que mueve el aumento de los sueldos no es el dólar de manera directa sino de forma indirecta. Así que hay que estar muy atentos a cómo evolucionan los precios, porque si hay una suba pronunciada del dólar, por más que luego baje, el 'por las dudas' va a existir. Y todo con un Gobierno en el cual el control de precios no es tan duro como lo fue en otras épocas", evaluó Hidalgo.
Pero incluso sin esas certezas, todo parece indicar que 2019 será otro ciclo en donde los salarios perderán poder de compra, como ocurrió el año anterior (cuando los empleados fuera de convenio perdieron entre 17 y 18 puntos porcentuales).
"Esta reciente devaluación viene a confirmar algo que de alguna manera sabíamos, que el salario real iba a perder contra la inflación una vez más. Aunque claro que se esperaba un porcentaje menor", dijo a este medio Matías Ghidini, general manager de Ghidini Rodil.
"Se hablaba de una pérdida de alrededor de cinco puntos porcentuales del salario real, pero esto anticipa que será mayor a lo esperado", detalló el también conductor del programa radial "Humanos con Recursos".
Otra vez, "wait and see"
Ante un cambio tan brusco del escenario y con una economía en recesión, en las empresas las inversiones, los presupuestos para aumentos salariales y los planes de contratación entran casi automáticamente en "stand by" hasta que el panorama se aclare.
"Aunque es una obviedad decirlo, en contextos de tan alta volatilidad como el de estos días, es imposible predecir cómo van a evolucionar las principales variables de la economía de aquí a fin de año. Hoy prima la cautela, muchas decisiones se frenan a la espera de que pase la volatilidad y es muy difícil que se analicen ajustes salariales en esta coyuntura en la que hay pocas referencias", adelantó al respecto Andrea Ávila.
"La sensación en los profesionales de Recursos Humanos sobre lo que es el impacto de la suba del dólar en sus políticas salariales es que, si bien obviamente hay un clima de profunda incertidumbre, la decisión es mantener la calma. Se trata de fluctuaciones de mercado muy recientes y habrá que ver si mantienen su comportamiento", coincidió Fernando Rivera, gerente del Área de Servicios de RRHH de Gestión Compartida, quien estuvo el lunes y martes conversando con colegas en distintas empresas, para conocer el "feeling" con el que el sector está atravesando este nuevo escenario.
"No hay una significativa cantidad de empresas en la Argentina con sus políticas salariales atadas al dólar, con lo cual este movimiento de los últimos dos días todavía no disparó ningún comportamiento concreto", agregó.
Para que eso ocurra, debería ocurrir el traslado a precios. Entonces, ni lerdos ni perezosos, tanto los responsables de RR.HH como los especialistas en gestión de payroll recalcularán los números una vez más para poder dar respuestas. Tras haber conversado con varios colegas, Rivera indicó que "la decisión es esperar al menos dos meses, hasta octubre, para ver cómo evoluciona el mercado y cómo esto se traslada, en el caso de que ocurra, a precios y a salarios. Incluso hay sectores que están cerrando paritarias en este momento y ninguna de ellas está incluyendo en la variable de ajuste el salto del dólar de esta semana", apuntó el directivo de Gestión Compartida.
"Como ha sucedido ya muchas veces en el país, seguramente en unos días, pasado el shock inicial del mercado, la economía se irá acomodando y tendremos una mejor perspectiva del impacto que ha tenido este cimbronazo en el poder adquisitivo del salario. Entonces tendremos que ver desde las empresas que paliativos de corto plazo podemos generar, para luego si analizar soluciones de mediano plazo", opinó por su parte Ávila, poniendo paños fríos a la situación. "La prioridad, dentro de las posibilidades de cada empresa, es acompañar a su personal para que el impacto sea el menor posible", añadió la directiva de Randstad.
"La síntesis es que 2019 será inevitablemente el segundo año consecutivo de pérdida de poder adquisitivo del salario real, y es un dato muy duro", coincidió Matías Ghidini. "Sobre todo es complicado porque no creo que esta vez las empresas tengan margen para ofrecer ninguna recuperación, dada la situación económica", vaticinó.
"Hay un componente extra que es que la economía está muy planchada, en estancamiento y con mucho desempleo. Cuando eso sucede, el traslado a los sueldos no es directo", coincidió Hidalgo. No obstante, este experto estimó que en caso de concretarse un encarecimiento no previsto del costo de vida, las empresas tendrán algo de margen para recomponer los salarios solo un poquito más.
"Hay que ver qué harán los sindicatos, que tienen rápidos reflejos. Las elecciones primarias cambiaron ese panorama. Si en septiembre la inflación se dispara, producto del dólar, van a querer recalcular. Y el Gobierno, que quedó debilitado, puede no tener más opción que abrir esa posibilidad", sentenció.